La crisis de refugiados obliga a Europa y Turquía a acercar posiciones. Por su parte, el presidente turco, Tayyip Erdogan, trata de sacar rédito a la crisis de refugiados. Desde Estambul informa Daniel Heinrich.
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Se ven por todas partes en Estambul. Miran con cara de hambre a los transeúntes y les piden dinero. Los refugiados sirios se han convertido en parte integrante del paisaje de la metrópoli. Más de dos millones de sirios han encontrado refugio en Turquía. Según un estudio de la Universidad turca de Hacettepe, más de la mitad son menores de edad y solo un 15 por ciento acude a la escuela.
Ankara ha sido muy alabada por haber recibido a tantos refugiados. Según cifras del propio país, Turquía ha gastado siete mil millones de euros en su acogida. Los campos de refugiados gestionados por la Agencia de Gestión de Desastres y Emergencias de Turquía (AFAD) son “ejemplares”, asegura ACNUR. Un único problema: solo una pequeña parte de ellos, unos 260.000, se aloja en esos campos. El resto vive en casas de parientes, en viviendas privadas o directamente en la calle. Muchos mendigan o se ganan el sustento trabajando en el mercado negro. ¿Medidas estatales para integrarlos a largo plazo? ¡Ninguna!
Turquía como estación de paso
La mayoría de los refugiados considera Turquía como un lugar de paso antes de encaminarse hacia Europa, sobre todo a Alemania. Esto se ve claramente día a día en las grandes filas de personas que hacen cola frente al consulado alemán. Se trata fundamentalmente de mujeres y niños que buscan llegar a Europa de forma legal. A menudo, es un proceso desmoralizador. Yousef Yagmour lo vivió en carne propia.
Durante meses esperó la confirmación de que su familia finalmente podía seguir sus pasos hasta Alemania. Y eso que toda su documentación estaba en orden y su hijo padece una grave enfermedad ocular que solo puede tratarse en Alemania. El caso de Yagmour es paradigmático. Las autoridades alemanas trabajan al límite de sus posibilidades. Angela Merkel visitó al presidente turco, Tayyip Erdogan, a mediados de octubre, con el fin de que haya una mejor colaboración para gestionar la crisis.
Las eternas exigencias de Ankara
La visita de la canciller alemana al polémico Erdogan poco antes de las elecciones turcas, que tendrán lugar el próximo 1 de noviembre de 2015, suscitó duras críticas internas y externas a Merkel. Pero Alemania necesita a Erdogan como aliado para superar la crisis de refugiados. “Alemania está abierta para todos los refugiados”, dijo Merkel, y sus palabras se han extendido como un reguero de pólvora. Como consecuencia, se está produciendo un éxodo masivo que coloca a la canciller en una difícil situación política en su propio país.
Para no tener que retractarse de su posición y, al mismo tiempo, contener el flujo humano, Merkel depende de la capacidad de absorción de Turquía. Erdogan parece sospechar la presión que padece Merkel y aprovecha la ocasión para plantear exigencias cada vez más elevadas a Alemania y a Europa. Primero pareció bastarle con retrasar hasta después de las elecciones el informe de la Comisión de la Unión Europea sobre la situación de Turquía, después presionó para acelerar la libre expedición de visados a los ciudadanos turcos. Y ahora no pide mil, sino tres mil millones de euros a Bruselas para hacer frente a la crisis de refugiados. Una cosa está clara: es necesario encontrar soluciones rápido. Aunque solo sea por la situación de los refugiados sirios en las calles de Estambul. Por las noches ya empieza a hacer frío y el invierno ni siquiera ha comenzado.
El negocio con los refugiados (29.10.2015)
Miles de refugiados atraviesan Serbia rumbo a los países occidentales de Europa. Para los comerciantes en las proximidades de los campamentos representan un negocio lucrativo. Diego Cupolo reporta desde los Balcanes.
Imagen: DW/D. Cupolo
¿Conductor de autobús o coyote?
En los Balcanes, el negocio del transporte crece vertiginosamente. En la entrada del campamento de refugiados en Presevo (Serbia), el albanés Liridon Bizazli ofrece un servicio de transporte en autobús a Croacia por 35 euros. Como mesero solo gana unos ocho euros al día. Con la venta de boletos de autobús entre 50 a 70 euros.
Imagen: DW/D. Cupolo
Todos se ayudan
Pese a la ganancia que genera su negocio, Bizazli no está orgulloso de él. Asegura que a veces también transporta gratuitamente a familias con niños que no tienen dinero para pagar el pasaje. “Yo también fui un refugiado”, cuenta. “Los viajes en autobús deberían ser gratuitos. Europa da dinero a Serbia para que ayude a los refugiados, pero el Gobierno no hace nada.”
Imagen: DW/D. Cupolo
Demanda y oferta
Cada día, entre 8.000 a 10.000 refugiados arriban a Presevo. Debido a la creciente demanda, los negocios en la región han extendido sus horarios de apertura. A las tiendas de alimentos y cocinas rápidas no les faltan clientes. Los precios se han duplicado, en algunos casos hasta triplicado. “En ningún otro lugar en Serbia he visto una hamburguesa tan cara como aquí”, dice Bizazli.
Imagen: DW/D. Cupolo
Desde tarjetas SIM hasta carretillas
Aparte de comida, lo primero que los refugiados buscan en un nuevo país son tarjetas SIM para poder comunicarse con sus familias y amigos. Por ello, cerca de los campamentos de refugiados, muchos habitantes venden tarjetas telefónicas prepagadas. Pero también ofrecen otros objetos útiles, como esta carretilla para transportar a las personas débiles, como esta mujer kurda de Siria.
Imagen: DW/D. Cupolo
Vendedor de zapatos
Pese a la inminente llegada del invierno y el aumento de las lluvias, muchos refugiados continúan su camino descalzos. Stefan Cordez, coordinador para el sur de Serbia de Médicos Sin Fronteras, explica que por ello muchos sufren infecciones de la piel y se lastiman los pies. Bajo estas condiciones, la venta de calzado y calcetines es un negocio lucrativo.
Imagen: DW/D. Cupolo
Documentos de segunda mano
Los países a lo largo de la Ruta de los Balcanes deben registrar a todas las personas nuevas que arriban. Frente a algunos campamentos de refugiados las filas son kilométricas. La voluntaria Daniela Gabriel, de Presevo, cuenta que algunos conductores de autobuses recogen los documentos de las personas que han transportado a Croacia para vendérselos a las personas que no quieren hacer fila.
Imagen: DW/D. Cupolo
Falsas informaciones
En tanto, algunos taxistas y choferes de autobuses llevan a los refugiados que han pagado pasaje hasta Croacia a ciudades serbias, donde sus documentos son tramitados en oficinas de registro inexistentes, prosigue Gabriela. A fin de evitar que los refugiados sean víctimas de falsas indicaciones, reparte información al respecto en el campamento.
Imagen: DW/D. Cupolo
Robo en las autopistas
Otros ayudantes, que prefieren permanecer en el anonimato, cuentan que han sido amenazados de muerte por advertir a los refugiados de taxistas peligrosos. Alexander Travelle, voluntario de Presevo, relata que una familia fue asaltada con arma de fuego, después de haber pagado 80 euros por persona para ser transportada a Croacia.
Imagen: DW/D. Cupolo
Todos reciben su pedazo del pastel
Bizazli admite que paga cien euros de "mordida" o coima a la semana a la Policía local para poder vender sus boletos de autobús enfrente del campamento de refugiados en Presevo. “Simplemente les das lo que piden y te dejan en paz”, dice. También otros ayudantes saben de taxistas que sobornan a los agentes policiales.
Imagen: DW/D. Cupolo
Precios exagerados
Con la caída de las temperaturas, cada vez más hoteles ofrecen hospedaje a los refugiados. Sin embargo, aquellos que no pueden pagar los precios exagerados de las habitaciones son rechazados.