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Juicio a Assange: prueba de fuego para libertad de prensa

28 de diciembre de 2020

El próximo 4 de enero una corte británica decide si extradita o no a Estados Unidos al cofundador de WikiLeaks y periodista australiano, Julian Assange. Políticos alemanes piden sacarlo del aislamiento.

Julian Assange
Julian Assange, imagen del 19 de mayo de 2017 en el balcón de la Embajada de Ecuador en Londres. Imagen: picture-alliance/dpa/D. Lipinski

La presión es grande: una celda en la prisión de alta seguridad de Belmarsh en Londres. Nils Melzer, Relator especial de la ONU sobre la Tortura, le dice a DW que Assange es mantenido bajo confinamiento solitario. Tras siete años de asilo en la embajada de Ecuador y ante la amenaza de pasar el resto de su vida detrás de los muros de una prisión estadounidense, Melzer considera esto como una "tortura". Durante 10 años, el australiano Julian Assange ha sido perseguido por las autoridades de EE. UU. como un enemigo de Estado. El 4 de enero, la jueza Vanessa Baraitser en Londres anunciará su decisión sobre si el periodista de investigación será extraditado o no a Estados Unidos.

Para Margit Stumpp, parlamentaria de los Verdes, este juicio es una "prueba de fuego para Occidente y sus valores". Ella es fundadora del grupo parlamentario "Libertad para Julian Assange", compuesto por representantes de diversos partidos alemanes. Según la política alemana, "en el curso de los procedimientos de extradición se está violando el Estado de derecho", dice a DW. Esto comienza con la negación al acceso al juicio como observadora. "Ni en Turquía, en donde he estado varias veces, tuve problemas para entrar a los tribunales", afirma. Una comparación poco halagüeña con Inglaterra.

Los dictadores se alegran

Los dictadores ya lo saben: la credibilidad del mundo occidental como defensor de los derechos humanos ha sido socavada por el enjuiciamiento de Julian Assange. ¿Un ejemplo? A principios de noviembre, la corresponsal de la BBC, Orla Guerin, se enfrentó al Presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, con preguntas críticas sobre la libertad de prensa en su país. Aliyev respondió diciendo que, en vista del tratamiento de Assange, Inglaterra no tenía derecho a reprochar a otros estados en materia de derechos humanos y libertad de prensa.

Ai Weiwei, artita chino en exilio, protesta contra el juicio a Assange en Londres. Imagen: Victoria Jones/PA Wire/dpa/picture-alliance

Nils Melzer no solo es Representante Especial de la ONU para la Tortura. También enseña derecho internacional en la Universidad de Glasgow y está familiarizado con el derecho británico. Su veredicto sobre el manejo de Julian Assange es certero: "El proceso viola claramente las normas básicas de los derechos humanos, el debido proceso y el Estado de derecho". Además, dadas las revelaciones de Assange sobre los "crímenes de guerra, corrupción y otros crímenes graves" cometidos por las tropas estadounidenses, la motivación es obvia para Melzer: "EE. UU. está tratando de criminalizar el periodismo de investigación en Europa. Y el sistema británico, desafortunadamente, está siguiendo la pauta de Washington". El 21 de diciembre, Melzer apeló al presidente de EE. UU., Donald Trump, para que perdonara a Assange en sus últimos días en la Casa Blanca, algo que hasta ahora no ocurrió.

Defensores de derechos humanos conmocionados

Reporteros sin Fronteras (RSF) ha seguido el proceso de cerca bajo "lamentables circunstancias", revela Christian Mihr a DW. El director ejecutivo de RSF en Alemania estuvo en Londres durante el juicio y acusa a las autoridades británicas de "tratar de bloquear sistemáticamente a los observadores internacionales". Incluso el acceso a las grabaciones del proceso en video, inicialmente garantizado, fue retirado con poca antelación. A los pocos observadores no se les permitió entrar en la propia sala; tuvieron que seguir una mala transmisión de vídeo en una sala separada, en condiciones extremadamente incómodas, con frías temperaturas. Al final, Reporteros sin Fronteras fue la única ONG presente en el tribunal en cada día del juicio.

En cuanto a los testimonios de los testigos -la mayoría de los cuales fueron llamados por la defensa-. Mihr dice que no solo quedó claro que "esto es una cuestión de libertad de prensa". También ha quedado claro que "es una cuestión de vida o muerte para Julian Assange". Psicólogos y psicoterapeutas, e incluso un psiquiatra de la fiscalía, expusieron el preocupante estado de salud de Assange. "Existe un riesgo agudo de suicidio en las condiciones de confinamiento solitario", dijo Mihr.

En cuanto al veredicto del 4 de enero, Mihr tiene pocas esperanzas: "Siempre he dicho que este es un juicio político, con una inmensa presión política. Así que no me sorprendería que el tribunal accediera a extraditarlo".

Apelación ante Tribunal Europeo de Derechos Humanos

Cualquiera que sea el veredicto, ambas partes tienen la opción de apelar. Después de dos posibles instancias en el Reino Unido, el procedimiento de extradición podría acabar en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Así que la pregunta de si Julian Assange será extraditado a EE. UU. podría seguir pendiente por años.

Es por eso que el 8 de diciembre, el experto en tortura de la ONU Nils Melzer pidió a las autoridades británicas sacar inmediatamente a Assange de la prisión. Mientras duren los procedimientos de extradición, las autoridades británicas podrían ponerlo bajo arresto domiciliario. Melzer insistió en que Assange no era un delincuente condenado, sino que estaba detenido únicamente como medida preventiva hasta que se determinara el resultado de los procedimientos de extradición.

Hay ejemplos destacados de arresto domiciliario en tales casos. Al dictador chileno Augusto Pinochet, por ejemplo, se le permitió esperar su procedimiento de extradición en la comodidad de una mansión en las afueras de Londres en los años 90. En Navidad, al criminal de lesa humanidad se le permitió incluso pedir un sacerdote que voló exclusivamente a Londres.

(jov/ju)

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