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El lado oscuro de la producción de huevos

Brigitte Osterath (ERC)18 de agosto de 2013

Cada año se mata a miles de millones de pollitos por una simple razón: son machos. La industria alimentaria no tiene uso para ellos porque no ponen huevos y cebarlos para que engorden no es rentable para los productores.

Imagen: picture-alliance/dpa

Los activistas dedicados a velar por el bienestar de los animales e incluso algunos profesionales del derecho dudan que la matanza sistemática de millones de pollitos machos al año por parte de las empresas agroindustriales esté justificada por motivos razonables, como lo exige el artículo 1 de la ley alemana para la protección de animales. Sin embargo, esa práctica está permitida. De hecho, las normativas europeas establecen claramente cómo debe llevarse a cabo el proceso de trituración o asfixia de los animalitos.

Si tienen que morir, que por lo menos sufran lo menos posible, parece ser la posición de Bruselas. Pero, ¿por qué se decreta la muerte de los pollitos machos tan pronto salen del cascarón? La respuesta de la industria alimentaria no tiene nada de sentimental: los machos no son rentables para ella porque no ponen huevos al crecer y cebarlos para que engorden toma tiempo y produce más gastos que ganancias. Marius Tünte, portavoz de la Federación Alemana para la Protección de Animales, culpa a la especialización de la industria.

“Los productores quieren tener gallinas con mucha carne o gallinas que pongan muchos huevos; pero, con vida, los pollos machos no les sirven para nada; éstos no tienen ningún valor económico. De ahí que, en algún momento, en los procesos de producción se haya dado el paso hacia la matanza de los pollitos”, explica Tünte, agregando que los métodos utilizados para quitarles la vida no son del todo indoloros: muchos sobreviven la trituración severamente lesionados o sufren una muerte lenta mientras inhalan gases tóxicos.

Los pollos machos sólo parecen serle útiles a la industria alimenticia cuando están muertos.Imagen: picture-alliance/dpa

Gallinas de “doble utilidad”

Los pollos machos sólo parecen serle útiles a la industria cuando están muertos. Entonces son procesados para fabricar harinas alimenticias para otros animales. Y los productores naturistas participan en este sistema porque ellos le compran sus gallinas ponedoras a los criadores cuando éstos ya se han deshecho de los pollos machos. “En este momento no hay otra opción en el mercado. Lo que podemos hacer es intentar atenuar el problema”, comenta Gerald Wehde, vocero de la Federación de Productores Naturistas Bioland.

Wehde recomienda no degollar a las gallinas durante su primera muda de plumas, sino dejarlas vivir más tiempo. Después de la muda, las gallinas tienden a seguir poniendo huevos, aunque no en la cantidad con que lo hacían antes. Permitirlas vivir más tiempo implica comprar menos gallinas ponedoras y, en consecuencia, matar a menos pollos machos, señala el portavoz de Bioland. A juicio de los criadores de gallinas y de algunas organizaciones protectoras de animales, la mejor salida es optar por las razas de gallinas que lo pueden todo.

Ellos aluden a aquellas razas de “doble utilidad” en las que la hembra ponen huevos y los machos se dejan cebar rápidamente, como era frecuente en los campos a mediados del siglo pasado. La práctica de separar a los pollos machos de las hembras sólo se impuso en Alemania porque los nuevos sistemas de crianza son altamente eficientes. Pero en países como Italia y Suiza, las gallinas de “doble utilidad” se han abierto un nicho en el mercado. En territorio germano, algunos empresarios aspiran a hacer buenos negocios con ellas.

Autora: Brigitte Osterath (ERC)

Editora: Emilia Rojas Sasse

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