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El lujoso estilo de las casas señoriales alemanas

Anja Steinbuch
8 de junio de 2019

30 años después de la reunificación alemana, en Mecklemburgo-Pomerania Occidental cientos de casas señoriales renovadas están proporcionando un impulso al turismo en el campo. La proximidad a Hamburgo y Berlín ayuda.

Deutschland Herrenhäuser in Mecklenburg-Vorpommern Gut Dalwitz
Casa señorial Gut Dalwitz.Imagen: Gut Dalwitz/G. Westrich

No hay cercas, paredes o puertas en el jardín que rodea a la mansión Vogelsang, cerca de Güstrow. También se ve a dos pavos reales delante y detrás del edificio Tudor del siglo XIX, mientras los niños juegan en las escaleras exteriores del jardín.

Robert e Isabel Uhde son dueños de este lugar desde 2010 y abren regularmente el gran y pesado portal de sus muros neogóticos.  Estaba casi en ruinas hasta que lo recuperaron para ofrecer cenas barrocas en el beletage (la planta más representativa de la construcción) y bodas en el parque.

La casa isabelina con encanto vintage es un popular telón de fondo para hacer tomas de moda y filmaciones. Vecinos, personas interesadas en la cultura y turistas de todo el mundo acuden a los espectáculos ecuestres y a una especie de festival que ofrece rutas para recorrer diferentes castillos y casas señoriales antiguas del estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, en una especie de "jornadas de puertas abiertas" que se realizan cada año a fines de junio. "Las mansiones como Vogelsang son los rostros de este paisaje cultural que tuvimos que salvar", dice Robert Uhde.

Casa señorial Vogelsang.Imagen: DW/A. Steinbuch

Turismo en fase 1

2.000 mansiones y castillos se encuentran en Mecklemburgo-Pomerania Occidental. En ninguna otra parte del mundo hay tantos como en el noreste alemán. Alrededor de mil han sido restaurados para servir como hoteles, museos, residencias o casas de huéspedes, mientras que sus tierras se utilizan para la agricultura. Treinta años después de la caída del Muro de Berlín, una nueva generación de propietarios de granjas ha impulsado el campo y ha creado empleos con ideas de negocios creativas.

"El patrimonio cultural, la naturaleza intacta y la proximidad a Hamburgo y Berlín son nuestras cartas de triunfo", explica el profesor Henning Bombeck, que regularmente invita a aldeanos y políticos a intercambiar experiencias en las llamadas "Escuelas de desarrollo". Bombeck asegura que cada vez más habitantes de la ciudad se sienten atraídos por el campo, aunque considera que en la región el turismo se encuentra en una primera fase. "Si conseguimos internet 5G y cargadores para autos eléctricos, seguro que vendrá más gente", dice convencido Bombeck.

Aprender de los errores

Manfred Achtenhagen, agente inmobiliario y propietario en Ludorf an der Müritz, ha tenido mucha más demanda en los últimos tres años. "Al comprar un edificio histórico, muchos quieren seguir escribiendo una historia", dice. Sus clientes se ponen manos a la obra con mucho idealismo y voluntad creativa. Los fondos de la UE pueden ayudar.

Aún más importante que el financiamiento es hacer que los vecinos y los políticos se impliquen. "Muchos tuvieron que aprender de los errores", reflexiona Achtenhagen.

Vamos a caballo

No solo las fachadas están hoy cuidadosamente enlucidas y pintadas. Las tiendas también están floreciendo dentro de las casas señoriales. Algunos ejemplos: los gerentes estresados se sienten atraídos por las actividades del hotel Gut Gremmelin, apenas a un breve paseo en caballo de Vogelsang.

"El turismo a caballo es nuestra oferta más reciente", explica el propietario Stefan Leue. Los huéspedes del hotel los han visitado por más de 20 años. Crearon una zona de equitación y actualmente cuentan con doce cajas móviles para caballos.  Asesores y gerentes llegan a la finca en Gremmelin en un trayecto que les toma 90 minutos en automóvil desde Berlín y Hamburgo, y algunos también llevan a sus caballos.

La casa renovada, luminosa y acogedora, antes era un jardín de niños y un lugar para fiestas. Había mucho escepticismo en el pueblo, pero "hoy los vecinos vienen a pasear por nuestro jardín, muchos están orgullosos de la hermosa casa señorial", dice Leue.

Tradición y eco-agricultura

A 50 kilómetros al norte se encuentra la propiedad ecológica Dalwitz (ver foto del artículo) con una estructura de granja histórica y 2000 hectáreas de pastizales y tierras cultivables. "Somos originarios de Mecklemburgo", afirma Heino von Bassewitz.

Gut Klein Nienhagen es ideal para celebrar matrimonios.Imagen: DW/A. Steinbuch

En 1945, sus antepasados habían huido de la guerra. Regresó a Dalwitz desde Uruguay en 1992. Introdujo gauchos y caballos criollos en Mecklemburgo. La casa señorial había sido destruida, el patio descuidado, la tierra dividida. La familia Bassewitz la restauró y administró "paso a paso". Hoy cuentan con 24 apartamentos, 120 camas para huéspedes, gastronomía, silvicultura y agricultura. Todo es orgánico, el ganado está en libertad, además tienen a la primera cría de caballos criollos de Alemania y una planta de biogás con estación de carga para autos eléctricos.

Para los niños, se construyó una escuela en el pueblo para la que contratan a 30 empleados, una cifra que aumenta en verano. "Actualmente estamos ampliando nuestra ‘Torhaus' con habitaciones de hotel, la demanda es alta", dice Bassewitz.

Desfile de bodas

La granja de vacaciones y de caballos Gut Klein Nienhagen, ubicada cerca de Kühlungsborn, "está completamente reservada los fines de semana en verano", dice su dueño, Jan Glöe, quien junto con su esposa Bianca han dirigido el negocio desde 1997. El lugar cuenta con 15 apartamentos para rentar. Para reuniones y seminarios ejecutivos, los Glöe han dedicado mucho espacio a las caballerizas.

Jan Glöe en la casa Klein Nienhagen.Imagen: DW/A. Steinbuch

Los Glöe quieren ampliar su granja, un trabajo que requiere mucha pasión. La familia trabaja diariamente desde muy temprano, y ya otros dos familiares se han unido al negocio.

Contenedores en el pueblo

Alrededor de 70 caballos pastan en los alrededores del hotel Wendorf, cerca de Schwerin. El turismo ecuestre es una tendencia importante en la región. Una vez fue el castillo de un caballero, luego un pabellón de caza, luego un hogar para niños, y hoy  el albergue Nobel se dedica a recibir huéspedes, mucho de los cuales llegan "con sus propios caballos", dice la jefa del hotel, Maja Kilgore.

El lujoso Schlosshotel.Imagen: DW/A. Steinbuch

"Mecklemburgo es un paraíso para jinetes y caballos", se entusiasma la apasionada del ocio y ciclista que regresó a Mecklemburgo después de varios años de trabajo en China y en los mares del sur.

En el hotel, el saltador ecuestre Thomas Kleis también entrena a sus caballos deportivos. "Prados verdes, grandes áreas al aire libre y las mejores posibilidades para montar, condiciones perfectas para atletas profesionales", señala Kleis. El dueño del castillo, Udo Chistée, de Austria, continúa invirtiendo. Entretanto, en el pueblo se están levantando casas de veraneo en contenedores. Es decir, "acá hay algo para todos", explica Maja Kilgore.

(mn/ms)

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