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El mal del pataleo

José Ospina-Valencia
16 de enero de 2003

Hay chicos que no quieren o no pueden estarse quietos. Sufren del Síndrome de Hiperactividad y Déficit de Concentración (SHDC). ¿Es ésta una enfermedad moderna o acaso un defecto genético?

¿Un mal de todos los tiempos?

"De si Pepe hoy se sienta

como se espera, que atienda

a tomarse la merienda

o atiende a la profesora

como se debe, a la hora

es obra de no sé qué,

que ni un sabio recomienda"

 

Los chicos como Pepe no quieren estarse quietos, o ¿no pueden hacerlo? Los científicos discuten desde hace tiempo sobre esta interrogante. Los unos aseguran que se trata del Síndrome de Hiperactividad y Déficit de Concentración (SHDC), que debe ser tratado con calmantes, y los otros dicen que el SHDC es un mal de la agitada vida moderna que se puede curar con psicoterapia y un cambio de los métodos educactivos.

El interés por las conductas singulares de algunos chicos se ha extendido. Ahora no sólo se presta atención a los niños que sufren rabietas y tienen dificultades de integración social, los chicos que no calculan los riesgos y los soñadores crónicos. Todas estas figuras fueron ya caracterizadas en los cuentos de Pedro Melenas, el llamado "Struwwelpeter", por el neurólogo alemán Heinrich Hoffmann en el Fráncfort del Meno del año 1844.

Todos ellos no se pueden concentrar, son terriblemente inquietos y reaccionan impulsivamente. Hacer los deberes para la escuela o los caseros, escuchar tranquilamente, concentrarse – todas estas cosas se convierten en un acto de extrema dificultad. Aún así los niños que sufren del SHDC no son menos inteligentes que los "sanos". Su problema es que no pueden utilizar todo su potencial de rendimiento.

Disfunción del metabolismo cerebral

En dichos casos se supone una falla en el procesamiento de las sustancias involucradas en la transmisión de información como la dopamina. Si la dopamina falta, el sistema no puede filtrar otras sustancias que entonces pasan continua e incontroladamente informaciones e impulsos a los que el niño reacciona sin quererlo conscientemente. El cerebro mismo no puede regular la avalancha de informaciones. Las consecuencias: dificultades de concentración, impulsividad e hiperactividad.

Los chicos con SHDC son un reto y una gran carga emocional para padres y educadores. Hay cálculos que dicen que entre el 2 y el 20% de los niños sufren de este síndrome. El Grupo de Trabajo SHDC, en alemán ADHS, con sede en Forchheim, parte del hecho de que en Alemania medio millón de chicos entre los 6 y los 16 años padecen este problema.

También hay niñas afectadas

Mientras el mal en los chicos se manifiesta en hiperactividad, en las chicas se expresa en graves deficiencias de concentración. Esta es la razón por la que muy pocas veces la enfermedad es identificada en las mujeres.

El experto alemán Klaus Skrodzki, director del Grupo de Trabajo de SHDC, y el psiquiatra estadounidense Russell Barkley, entre otros, afirman que dicha enfermedad puede llevar a los afectados a fracasar en los estudios y aumentar la predisposición al consumo de drogas y a la delincuencia.

Klaus Skrodzki asegura que la enfermedad es hereditaria y que es poco lo que se puede hacer por la vía educativa. Por eso recomienda la terapia con calmantes como el ritalin. Este medicamento sólo brinda una ayuda terapéutica, pero no cura la enfermedad.

O mejor...¿psicoterapia?

El pedagogo Manfred Gerspach, de Darmstädt, por su lado, no confía en los calmantes. Mientras hace 25 años en Alemania se trataba a 400 niños con psicofármacos, hoy la cifra a subido a los 50.000. Gerspach considera que dichas disfunciones cerebrales son consecuencia del descuido, los traumas por el divorcio de los padres, el desamor, la presión de rendimiento, la falta de deporte y el exagerado consumo de televisión y computadoras.

El terapeuta familiar Wolfgang Bergmann dice que lo que los niños necesitan es una identidad propia. Lo que el ritalin hace es "adormilarlos por 4 horas y obstaculizar su estabilización", concluye el experto. Bergmann afirma que, en muchos casos, "el diagnóstico es hecho a priori y que los medicamentos, surten el efecto deseado sólo en contados casos". El experto recomienda a los padres tomarse el tiempo necesario para el diagnóstico a fondo, por lo general meses, y tratar a los chicos con mucho, mucho amor.

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