El medio millón de muertos y la responsabilidad de Bolsonaro
Philipp Lichterbeck
Opinión
20 de junio de 2021
Es poco probable que el presidente se compadezca ante la tragedia del coronavirus en Brasil y que llore a sus víctimas. Philipp Lichterbeck opina que llevó a cabo una gestión desastrosa de la pandemia.
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Más de 500.000 brasileños han muerto de COVID-19. Es como si toda la población de la ciudad de Florianópolis hubiera desaparecido. Y esto aún no ha terminado. El virus mata a un promedio de 2.000 personas cada día.
Y podría ser aun peor. Es probable que la cifra real de víctimas sea mucho mayor. El Instituto de Métricas de la Salud y Evaluación (IHME) de Seattle asume que hay un número significativo de muertes por COVID-19 no reportadas en Brasil. Los científicos estiman que más de 600.000 personas podrían haber muerto en el país a causa del virus.
¿Coronavirus?
Hacer exclusivamente al gobierno de Bolsonaro responsable de todo esto resulta demasiado simplista. Muchos brasileños han aprovechado cada oportunidad para saltarse las reglas más básicas para contener la pandemia, como usar mascarilla, mantener distancia social y evitar reuniones, especialmente en interiores. Una y otra vez se celebran fiestas, la gente acude a las playas, va a bares y restaurantes.
Por otro lado, es imposible no señalar al gobierno por el desastre. Este llevó a cabo una gestión desastrosa de la pandemia y no solo tiene la culpa de las muertes, sino también de que no se vea el final de la pandemia.
No está de más recordar el absurdo y a la postre dañino espectáculo que ha dado Bolsonaro en el curso de la pandemia. Negó, despreció, sembró dudas, saboteó.
Contra la ciencia
Bolsonaro describió al COVID-19 como una "gripecilla" y hasta el día de hoy recomienda el fármaco antipalúdico hidroxicloroquina. Una y otra vez convocó multitudes de personas a las que se acercaba sin utilizar mascarilla. También rechazó la entrega inicial de vacunas y luego puso en duda su eficacia.
Ahora también afirma que el número de muertes no se ha contabilizado correctamente y que se ha inflado deliberadamente. Después de 15 meses de pandemia, es difícil imaginar a alguien que lo hubiera hecho peor y que hubiera guiado peor a Brasil a través de la crisis.
Por supuesto, se puede discutir si la izquierda o la derecha tienen mejores propuestas para solucionar los desafíos que afronta Brasil. Lo que no debería estar sujeto a discusión es que el gobierno debe estar dirigido por alguien que se tome en serio a la población y trate de evitar que sufra daños.
Sin embargo, lo único que Bolsonaro se toma en serio es a sí mismo, lo único que protege son los intereses de su clan familiar. No solo no logró contener la pandemia, al contrario, ayudó a acelerarla activamente.
Por eso es justo que una comisión de investigación parlamentaria arroje algo de luz sobre lo que ha estado pasando dentro del gobierno. Ya está claro: la gestión de la pandemia por parte de Bolsonaro tiene tintes criminales.
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Sin empatía
Cualquiera que conozca al presidente sabe que no encontrará las palabras adecuadas para los 500.000 muertos por COVID-19. No pronunciará una frase de aliento, de simpatía, pesar o compasión.
Si se pronuncia, probablemente estará diciendo mentiras y medias verdades. Por ejemplo, que se tomó la pandemia en serio desde el principio o que su gobierno estaba proporcionando vacunas a los brasileños desde el primer momento. Fue solo un puñado de gobernadores quienes buscaron hacerse con ellas inicialmente.
También es posible que Bolsonaro afirme que quería mantener en funcionamiento la economía de Brasil. Así hubiera luchado contra la pandemia, en lugar de alargarla.
Se dice que en las grandes crisis se revela la verdadera grandeza de una persona o de un gobierno. En este sentido, Bolsonaro y sus ministros son liliputienses.
(lgc/rr)
Virus verbal: 10 expresiones de Bolsonaro sobre la pandemia
"¿Y qué?", "Gripecita", "No soy enterrador", "¿A qué le tienen miedo?": Desde que llegó el coronavirus a Brasil, Bolsonaro ha desestimado públicamente la crisis con estas expresiones.
Imagen: Reuters/A. Machado
"Sobredimensionado"
El 9 de marzo, en un acto durante una visita a Estados Unidos, Bolsonaro dijo que el "poder destructivo" del coronavirus estaba "sobredimensionado". Hasta entonces, la epidemia había matado a más de 3.000 personas en todo el mundo. Después de regresar a Brasil, más de 20 miembros de su séquito dieron positivo por COVID-19.
Imagen: Reuters/T. Brenner
"Europa se verá más afectada que nosotros"
Esta declaración fue hecha el 15 de marzo. Exactamente, dijo: "La población de Europa es más vieja que la nuestra. Entonces, más personas se verán afectadas por el virus que nosotros". Según la OMS, los grupos de riesgo, como los ancianos, tienen las mismas posibilidades de contraer la enfermedad que los jóvenes. La diferencia está en la gravedad de los síntomas.
Imagen: picture-alliance/ZUMA Wire/GDA/O Globo
"Gripecita" y "antecedentes de deportista"
Al menos dos veces, Bolsonaro se refirió al COVID-19 como "gripecita". El 24 de marzo, en cadena nacional, afirmó que, teniendo "antecedentes de deportista", "no sentiría nada" si contrajera el nuevo coronavirus o, como máximo, sufriría un "resfriado o una gripecita". Días después, dijo: "Para el 90% de la población, será una gripecita o nada".
Imagen: Youtube/TV BrasilGov
"Todos vamos a morir algún día"
Tras visitar comercios en Brasilia, desatendiendo las recomendaciones dadas por su propio Ministerio de Salud y la OMS, Bolsonaro dijo el 29 de marzo que era necesario enfrentar el virus "como hombres". "El empleo es fundamental, esta es la realidad. Enfrentaremos el virus con la realidad. Es la vida. Todos moriremos algún día".
Imagen: Reuters/A. Machado
"La hidroxicloroquina está funcionando"
Bolsonaro ha defendido repetidamente la cloroquina como tratamiento contra el COVID-19. El 26 de marzo dijo que el fármaco contra la malaria "está funcionando", aunque ya no había ninguna base científica para defender la sustancia. En junio, la OMS dejó de realizar pruebas con hidroxicloroquina después de que la evidencia sugiriera que el fármaco no reduce la mortalidad por COVID-19.
Imagen: picture-alliance/NurPhoto/F. Taxeira
"El virus ya se está yendo"
El 10 de abril, Brasil superó la marca de 1.000 muertes por coronavirus. En el mundo, ya había 100 mil muertos. Dos días después, Bolsonaro dijo que "parece que este problema de virus está empezando a desaparecer". Meses después, Brasil se convertiría en un epicentro mundial de la pandemia, con decenas de miles de muertes.
Imagen: Reuters/A. Machado
"No soy un enterrador"
Así reaccionó el mandatario, frente al Planalto, cuando un periodista le hizo una pregunta sobre las cifras del COVID-19 en Brasil. “Mira, mira, mira, hombre. Quién habla de ... yo no soy enterrador, ¿estamos? ”, dijo Bolsonaro el 20 de abril.
Imagen: picture-alliance/AP Images/A. Borges
"¿Y? ¿Qué quieres que haga?"
Fue una de las declaraciones del presidente que más indignó. Con más de 5.000 muertes, Brasil acababa de superar a China en número de muertes. Era el 28 de abril y nuevamente se le preguntaba al presidente sobre las cifras del virus. "¿Y? Lo siento. ¿Que quieres que haga? Soy Mesías (su segundo nombre), pero no hago milagros ... ”
Imagen: Getty Images/A. Anholete
"Voy a hacer un asado"
El 7 de mayo, Brasil ya tenía más de 140 mil contagiados y 9 mil muertos. Metrópolis como Río y São Paulo estaban en cuarentena. El presidente anunció que haría una pequeña fiesta. "Estoy cometiendo un crimen. Voy a hacer un asado el sábado aquí en casa...". Días después, regresó diciendo que la noticia era "falsa".
Imagen: Reuters/A. Machado
"¿A qué le tienen miedo? ¡Enfréntenlo!"
En julio, el presidente anunció que tenía COVID-19. Dijo que se "curó" 19 días después. Fuera del aislamiento, comenzó a viajar. En Bagé, el 31 de julio, sugirió que la propagación del virus es inevitable. "Desafortunadamente, creo que casi todos ustedes lo atraparán algún día. ¿A qué le tienen miedo? ¡Enfréntenlo!"