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El mercado de pasaportes fortalece a los populistas en la UE

17 de febrero de 2019

Ciudadanía a cambio de dinero en efectivo: una práctica en algunos países de la UE que conlleva grandes riesgos para toda la Unión Europea, porque promueve la discriminación racial y confesional.

Imagen: BGNES

El concepto de ciudadanía paneuropea, según el Tratado de Maastricht, puede haber causado a algunos europeos alguna molestia, pero el gran golpe se produjo tras la ampliación de la Unión hacia el Este: Bulgaria y Rumanía fueron recibidos en 2007 sin alborozo. La cuestión de hasta dónde deberían ir las fronteras exteriores de la UE se trasladó cada vez más al centro del debate público. Una de las manipulaciones más exitosas de la campaña "brexit" en 2016 fueron los mensajes de que muchos de los casi 80 millones de turcos "invadirían" Gran Bretaña, después de que fueran aceptados como socios de la UE.

Discurso nacionalista para captar minorías étnicas

Pero también en otros países los nacionalistas se apropian de las minorías étnicas. Después del colapso de la Unión Soviética, Alemania y Grecia le concedieron la ciudadanía a respectivas minorías en el extranjero que regresaron a la tierra natal de sus antepasados.

Así es como, en teoría, cualquier ciudadano del norte de Macedonia puede decir que es "búlgaro" porque, según la doctrina de los nacionalistas búlgaros, los macedonios pertenecen a la "nación búlgara". Si obtienen su pasaporte, los nuevos ciudadanos búlgaros pueden viajar al norte y al oeste, donde pueden vivir y trabajar en otros países de la UE, sin una visa.

Negocios sucios con pasaportes búlgaros

Así floreció un negocio sucio en el que los pasaportes búlgaros se vendían por 5.000 euros la unidad, hasta que el escándalo estalló en 2018. Miembros de un partido nacionalista de Bulgaria, que competían entre sí en metáforas patrióticas, resultaron formar parte de la mafia de la venta de pasaportes, como el caso de la llamada "visa de oro" y programas de inversión.

 

Ivaylo Ditchev es un antropólogo de Bulgaria, y actualmente enseña en Ratisbona.Imagen: BGNES

Por casos similares, la Comisión Europea criticó a Chipre y Malta, además de Bulgaria. Sin embargo, el principio no fue cuestionado, sino los insuficientes mecanismos de control. Por ello, existe el riesgo de que los delincuentes consigan ciertas nacionalidades. La comisaria de Justicia de la UE, Vera Jourova, mencionó los casos de ciudadanos rusos que podían ingresar a la UE a través de estos países.

Detrás de la fachada de legalidad, hay un verdadero mercado que vende ciudadanías, en una competencia salvaje entre gobiernos. Algunos países pequeños que ofrecen desde la adquisición de la ciudadanía a cambio de "modestas" inversiones, hasta la opción de que no necesita ni aprender el idioma y ni siquiera necesita ninguna presencia física en el país del que se trata para convertirse en ciudadano. De este modo, el futuro inversionista puede convertirse en ciudadano de un país de la UE desde la playa, sin tener que abandonar el paraíso fiscal en el que vive.

Así, el principio básico de la afiliación nacional es desconectado de cualquier obligación moral. La nacionalidad de un país se degrada a un instrumento que simplemente apunta a lograr objetivos políticos, ideológicos o económicos. Un desarrollo peligroso, porque para crear sentido de pertenencia, en su lugar se promueven principios rudimentarios como la raza, la religión o las fantasías históricas. Eso socava los principios de la UE.

Hay dos salidas

Podríamos introducir leyes comunes sobre ciudadanía que sean vinculantes para todos los países de la UE: los mismos procedimientos, igualdad de condiciones e igualdad de derechos para todos. Pero eso sería muy difícil en tiempos de un auge del populismo.

Una forma más sencilla sería diferenciar entre el nivel de la UE y el nacional: primero  una persona se convierte en maltés, búlgaro, etc., y luego tiene que solicitar una ciudadanía europea supranacional. Quien piense que está en contra de los tratados europeos debería recordar: si la práctica fraudulenta de otorgar la ciudadanía no se detiene, habrá algún tipo de jerarquía de pasaportes de la UE, gústenos o no.

(jov/er)

Ivaylo Ditchev es un antropólogo de Bulgaria, y actualmente enseña en Ratisbona.

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