La temible leyenda del Krampus: la cara oscura de la Navidad
5 de diciembre de 2025
Un siniestro tintineo de cascabeles anuncia en las zonas alpinas de Europa central la llegada del Krampus, uno de los personajes más terroríficos de la Navidad: un monstruo peludo, de cuernos curvados y garras gigantescas que acompaña a San Nicolás y cuyo papel no es repartir regalos, sino asustar a los niños traviesos.
Tradicionalmente, su gran día era el 5 de diciembre, cuando, según el folclore local, San Nicolás recorría los pueblos acompañado por Krampus. La leyenda dice que durante la noche del 5 al 6, la criatura llegaba con una cesta llena de ramas de abedul para llevarse –o al menos azotar– a quienes no se habían portado bien. Hoy, sin embargo, la llamada "temporada del Krampus" comienza en muchos lugares ya a mediados de noviembre, con espectáculos que atraen cada vez a más público.
Auge de los desfiles y "eventización"
Entre finales de noviembre y mediados de diciembre, Austria entera –del Tirol a la Baja Austria–, así como otras regiones en Europa, se prepara para la llegada de Krampus y San Nicolás con grandes desfiles donde cientos de jóvenes recorren las calles ataviados con trajes del monstruo. Solo en Salzburgo, el número de participantes se ha duplicado desde 2015, alcanzando entre 800 y 1.000 figurantes.
El experto en folclore Michael Greger explicó recientemente a la ORF que esta tradición ha entrado en una fase de "eventización", impulsada por la digitalización y las redes sociales, que han transformado los desfiles en fenómenos masivos.
Este auge no solo ha multiplicado el número de grupos, sino que también ha elevado sus ambiciones: hoy muchos eventos incorporan música, iluminación, pirotecnia e incluso actores, respondiendo a una demanda de entretenimiento cada vez mayor.
La semana pasada, más de 10.000 personas se congregaron en el centro de Wiener Neustadt, al sur de Viena, para asistir al tradicional desfile en el que una treintena de grupos de Krampus exhibieron sus trajes y máscaras de madera talladas a mano.
"La máscara, junto con quien la lleva, define el carácter del Krampus", explicó a EFE Marco Carniel, presidente de uno de estos grupos que recorren el país durante la temporada navideña.
La popularidad creciente ha impulsado también un mercado artesanal en expansión: creadores como Arthur Moinat, en Pinzgau, tallan decenas de máscaras al año. Algunas, por su complejidad y precio, se han convertido incluso en símbolos de estatus, según informó la ORF.
Al caer la noche, medio millar de diablos cornudos con grandes cascabeles colgando de la cintura recorrieron Wiener Neustadt, asustando al público y golpeando de vez en cuando a los espectadores con ramas de abedul, tal como describen los relatos contemporáneos.
De ritual ancestral a espectáculo moderno
En Salzburgo, algunos eventos han evolucionado hasta convertirse en espectáculos guionizados, como Diabolus in Carne o la popular carrera de Gnigl, que atraen a miles de visitantes y decenas de grupos de Krampus, como ocurrió este año, según la ORF.
Los orígenes de estos desfiles se remontan al siglo XVII, cuando los pobladores alpinos se cubrían con pieles y huesos de animales, teñían su rostro con carbón y se reunían alrededor de hogueras para espantar a los demonios del invierno.
Pese a la modernización, algunas regiones se aferran a la tradición: en el valle de Gastein, donde existen más de 100 grupos, la celebración sigue estrictamente limitada al 5 y 6 de diciembre, como hace más de un siglo.
El Krampus adopta formas distintas en todo el mundo alpino, no solo en Austria. Su aspecto ha evolucionado con el tiempo y varía según la región: su nombre podría derivar de la antigua palabra germana Krampen, "garra", y las representaciones oscilan entre un macho cabrío con lengua de serpiente, un demonio cubierto de pelo con grandes cuernos o criaturas con pezuñas y cola.
En esta diversidad iconográfica cobra fuerza la Krampusnacht, la "noche del Krampus", una festividad que atraviesa gran parte de los Alpes: del sur de Alemania y la República Checa a Liechtenstein, el norte de Italia y Austria.
Los desafíos actuales
No obstante, la creciente espectacularidad ha planteado dilemas. Varios organizadores admiten que equilibrar tradición y espectáculo es "un baile al filo de la navaja", especialmente ante la presión por ofrecer eventos más elaborados.
Además, en los últimos años han aumentado los incidentes violentos tanto entre los grupos participantes como entre los propios espectadores.
Por ello, este año los organizadores han reforzado las medidas de seguridad, con el objetivo de que mayores y pequeños puedan disfrutar del instinto rebelde que despierta el Krampus sin salir dañados en el intento.
Editado por Felipe Espinosa Wang con información de EFE, ORF, Zeit e IFL Science.