La conferencia de París que reunió a más de setenta países y organizaciones internacionales con miras a fomentar la paz en el Cercano Oriente apostó al diálogo entre palestinos e israelíes y a la sensatez de Washington.
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La conferencia celebrada este 15 de enero en París con miras a propiciar la pacificación del Cercano Oriente reunió a más de setenta países y organizaciones internacionales, pero excluyó a Israel y a Palestina, protagonistas del conflicto discutido en la capital francesa. De ahí que no extrañe el tono con que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha desestimado por completo los resultados de ese encuentro. "Su objetivo es imponer condiciones a Israel que no se corresponden con las necesidades nacionales”, dijo el "hombre fuerte” de Tel Aviv, tachando la cumbre de "inútil”.
Está por verse cómo reacciona el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, a la cita de París. Y es que, además de pedir que israelíes y palestinos retomen las negociaciones para dirimir la añeja discordia mediante la creación de dos Estados, en la conferencia también se advirtió que la propuesta de Trump de mudar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén sería "una provocación de consecuencias extremadamente duras”. Esas fueron las palabras del ministro francés de Exteriores, Jean-Marc Ayrault, quien, sin embargo, dijo estar convencido de que Trump no cumpliría su amenaza.
Ayrault le pidió al sucesor de Barack Obama en la Casa Blanca que evitara "toda acción unilateral que complique la situación”. El encuentro, en el que participaron los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, constató la degradación de la situación en el terreno y urgió a que busquen cauces para el diálogo. De hecho, cerca de 250 exmiembros de los cuerpos de seguridad de Israel firmaron una petición pública en la que instan al Gobierno de Netanyahu a separar a su país de los territorios palestinos. "Si no lo hacemos, Israel será menos judío y menos seguro”, se arguyó en ese texto.
Israel teme que se impongan condiciones de paz desde fuera que le resulten desfavorables, mientras que los palestinos han saludado la iniciativa. Netanyahu describió la conferencia de París como los "últimos tics de un mundo pasado”. Israel confía en un mayor apoyo del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. "El mañana será diferente, y el mañana está muy cerca”, señaló Netanyahu.
ERC ( EFE / dpa )
Delicias gastronómicas israelíes y palestinas
En la ciudad de Jerusalén, los israelíes y palestinos poseen una amplia y variada tradición culinaria. Una mirada al interior de las cocinas ofrece un panorama de ambas culturas, unidas por el buen gusto gastronómico.
Imagen: Daniella Cheslow
El restorán "Azura"
Los israelíes y los palestinos reclaman a Jerusalén como su capital, y la ciudad es siempre centro de tensiones. Sin embargo, en su rica y tradicional cocina, ambas culturas se dan la mano. En el restorán "Azura", en el mercado principal, su jefe, Moshe Shrefler, prueba un guiso de lentejas. Azura es muy popular en la sección iraquí del mercado.
Imagen: Daniella Cheslow
Estofado de rabo de buey
La especialidad del restorán Azura es un estofado de rabo de buey, que se cocina durante dos días, en una exquisita salsa de ajíes colorados. Se sirve solo los martes, y los israelíes acuden en multitud para conseguirlo antes de que se acabe.
Imagen: Daniella Cheslow
A fuego lento
El guiso de rabo de buey se cocina a lo largo de dos días en una gran olla de aluminio antes de ser servido a los comensales. El restorán Azura ofrece cocina tradicional iraquí, sefaradí y kurda, preparada de manera artesanal.
Imagen: Daniella Cheslow
Hornos a queroseno
Estos hornillos a queroseno, que en hebreo se llaman “ptiliyot”, son un símbolo de los restoranes judíos tradicionales. Los cocineros del “Azura” dicen que las ollas más antiguas son las que le dan el mejor sabor a la comida.
Imagen: Daniella Cheslow
Tradición e innovación
En el restaurant Kosta’s, en el casco antiguo de la ciudad, su dueño, Fareed Harroubi, ofrece paloma acompañada de un arroz con nuez moscada, una especialidad palestina. Se sirve sobre una mesa en la que ya hay nabos en vinagre y ensaladas verdes y rojas. Además, también hay hummus, un plato hecho con una base de puré de garbanzos y una pasta de sésamo o tahina.
Imagen: Daniella Cheslow
Pequeña gran cocina
Fareed Harroubi dice que aprendió el arte de preparar platos con carne de paloma de un cocinero griego. Su plato especial, que lleva también un pastrami casero, lo prepara en la pequeña cocina de este restaurante de la antigua Jerusalén.
Imagen: Daniella Cheslow
Cocina abierta
Asaf Granit es uno de los tres dueños del Machneyuda, y dice que planeó el lugar con una cocina abierta, para que los clientes pudieran ver cómo trabajan los chefs. El restorán se convirtió en un éxito en el oeste de Jerusalén, y es uno de los pocos que también sirven comida no kosher.
Imagen: Daniella Cheslow
Alimentos frescos
En el restorán Machneyuda, llamado así por el emblemático mercado del oeste de Jerusalén, los chefs hallan sus ingredientes y también su inspiración en los puestos de alimentos frescos. El restorán se enorgullece en ofrecer nuevas interpretaciones de la platos tradicionales, y no solo de la región. Aquí, ensalada de ceviche con guarnición de fresas.
Imagen: Daniella Cheslow
Moliendo garbanzos
En el restorán Idkedik, en Jerusalén antigua, el cocinero Wafa Ishad Idkedik Walaa muele garbanzos a mano para hacer hummus. Dice que eso hace que tengan un mejor sabor.
Imagen: Daniella Cheslow
Recién exprimido
En el casco antiguo de Jerusalén se puede disfrutar tanto de una cena con ensaladas frescas en un restorán, hasta de un jugo de pomelo recién exprimido al paso.