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El mundo dividido

18 de marzo de 2003

Indignación en unos países, aprobación en otros: la reacciones al ultimátum lanzado por el presidente Bush demuestran que la brecha abierta por la crisis iraquí en la comunidad internacional será difícil de superar.

El Consejo de Seguridad, despojado de protagonismo.Imagen: AP

Pocos fueron tan tajantes en su rechazo a la decisión de Washington de poner fin a los esfuerzos diplomáticos por lograr el desarme pacífico de Irak como el presidente francés, Jacques Chirac. En una fuerte crítica al ultimátum lanzado por el presidente estadounidense a Saddam Hussein, el mandatario galo puntualizó que anteponer la fuerza al derecho y pasar por alto la voluntad de las Naciones Unidas, supone una grave decisión que tendrá repercusiones sobre la estabilidad del mundo. Las declaraciones en contra del paso dado por la Casa Blanca se multiplicaron en diversas capitales, incluyendo a Moscú y Pekín, con un tenor común: la falta de legitimidad internacional de esta guerra que está a punto de comenzar.

Sumas y restas

También hubo, desde luego, apoyo para Bush de parte de sus aliados más estrechos, a los que se sumaron varios países como Australia, Polonia y Japón. Según el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, son 45 los estados que respaldan a Washington, 30 de ellos expresamente. Entre los latinoamericanos que incluyó en esta última categoría sólo figuran Colombia, El Salvador y Nicaragua.

Pero de poco vale ahora sumar países al haber de uno u otro bando, ni analizar los móviles de cada uno para su respectiva opción. Las enumeraciones de Powell no obstan el hecho de que sus argumentos no convencieron a la mayoría del Consejo de Seguridad, que es lo que cuenta desde el punto de vista del derecho internacional. Otra cosa es que, en la práctica, de poco sirva la constatación para frenar la maquinaria de guerra.

Las propuestas de Blix

Poco efecto práctico tendría también, a todas luces, el nuevo debate que los adversarios de la intervención militar en Irak propusieron llevar a cabo en Nueva York. Sin embargo, más que un último intento ingenuo por evitar el estallido bélico, sería un gesto simbólico no carente de relevancia. "Se trata de recalcar la importancia central del Consejo de Seguridad, con miras a crisis equivalentes", señaló el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, uno de los jefes diplomáticos dispuestos a acudir a ese foro para discutir acerca del plan que había elaborado el jefe de los inspectores de armas de la ONU, Hans Blix, para Irak.

El documento, que fue distribuido en la ONU la misma noche del discurso de Bush, especifica 12 tareas claves que Irak debía cumplir en el plazo de 120 días. Es un itinerario concreto de desarme, por el que países como Alemania intercedieron hasta el último momento. Y es la expresión de una alternativa pacífica, formulada en 85 páginas que ahora se está llevando el viento de la guerra.

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