36 millones de euros, 800 toneladas de acero y nueve años han sido necesarios para terminarlo. El Museo del Fútbol Alemán (DFM, por sus siglas en alemán) añade un poco de color al centro de la ciudad de Dortmund. Naturalmente, tonos de color entre los que dominan el negro, el rojo y el dorado.

Esta pelota recibió sus arañazos en Suiza en el partido del mundial entre la República Federal de Alemania y Hungría. Fue el primer mundial donde participó Alemania tras la II Guerra Mundial y su primera copa tras vencer a Hungría en el partido conocido como “El Milagro de Berna”.

El “Milagro de Berna” es un homenaje a los jugadores que se llevaron a casa la victoria de 1954 en Berna. En la muestra se expone cómo ha cambiado la tipología corporal de los futbolistas en las últimas décadas.

En el museo, el tiempo de descanso llega rápido. Junto a las distintas figuras expuestas, incluidas las maletas oficiales de los equipos, también se enseña la historia del fútbol durante el Tercer Reich y la República Federal de Alemania. Aunque muy exitoso, el fútbol femenino, tiene menos presencia en la exposición.

Una enorme pelota de fútbol de cuatro metros de diámetro es el símbolo de la selección germana y de la Federación Alemana de Fútbol. En su superficie, se proyectan impresionantes imágenes de las glorias alemanas, que embaucarían incluso a los más críticos con la influencia ideológica de la atracción por el deporte nacional.

Después de un par de películas, con imágenes de los tiros y las paradas que llevaron a Alemania a conseguir sus mundiales, la cámara del tesoro presenta las réplicas de los trofeos de la selección.

Todo el que entre en la exposición se verá inundado con obras multimedia. No existe un lugar donde retirarse a descansar. Aunque el visitante puede sentarse en los asientos de un estadio ficticio, también verá videos de fútbol.