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El nuevo cóctel de la muerte en Estados Unidos

José Ospina-Valencia
3 de marzo de 2017

Si bien el aumento del consumo de heroína tiene que ver con la oferta de México, el también creciente número de muertes por sobredosis en EE.UU. está relacionado con su abuso, en combinación con otras sustancias letales.

Cultivo de amapola en el estado de Guerrero, México.
Cultivo de amapola en el estado de Guerrero, México.Imagen: Getty Images/AFP/M. Recart

Según William Brownfield, experto en narcóticos del Departamento de Estado, "más del 90% de la heroína que llega al mercado estadounidense procede de México”, presuntamente de Guerrero y Sinaloa. Brownfield habla de una "oleada de heroína” y de que "Estados Unidos está experimentando una de las mayores emergencias de su historia por la entrada al país de drogas duras”. El experto afirma incluso que se trata de "tal vez la peor crisis de heroína y opiáceos desde los años 60”.

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Brownfield no citó cantidades, aunque la Drug Enforcement Agency (DEA) dice que mientras entre los años 2000 y 2008 se incautaron 500 kilos de heroína, cada año, solo en 2013 los decomisos subieron a 2.196 kilos. Si bien faltan las cifras de los últimos tres años, estos datos indican una clara tendencia al alza. La misma DEA destaca que "tanto la oferta como la demanda de heroína ha subido en grandes cantidades”. Tanto que "entre 1999 y 2014 las muertes por sobredosis aumentaron un 248%”.

¿Por qué este incremento del consumo y las muertes?

Stefano Berterame, jefe de la sección de narcóticos del secretariado de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU en Viena, explica a DW varias razones para esta espiral del incremento del consumo de heroína y los fallecimientos asociados en Estados Unidos, recalcando que "no es solo la heroína la que está matando a más adictos, sino el abuso de opiáceos en combinación con esta”. 

En Estados Unidos "las prescripciones médicas de opiáceos y analgésicos se han cuadruplicado en la últimas décadas, sin que se demuestre que las personas hayan sufrido tanto dolor que justifique las cantidades recetadas”, precisa Berterame. En efecto, JIFE indica en su Informe 2016 que "en Estados Unidos, en 2014, se produjeron más de 47.000 muertes por sobredosis", de las cuales 28.000 fueron causadas por el consumo de opiáceos, incluidos la heroína y analgésicos de venta con receta, como la oxicodona".

Es más, aunque Washington habla de "oleada de heroína”, "las 18.000 muertes en 2014 por sobredosis con analgésicos opiáceos, para los que se requiere receta médica, superaron los fallecimientos relacionados con la heroína, que fueron más de 10.000”, destaca la JIFE, órgano de la ONU que vela por el cumplimiento de los tratados internacionales sobre drogas.

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La espiral de la muerte

En realidad, explica Berterame, "el crecimiento del consumo de heroína se debe, en buena parte, a que las autoridades sanitarias estadounidenses endurecieron los controles de la medicación indebida de opiáceos y analgésicos, así que muchos empezaron a comprar heroína para satisfacer su adicción”.

Una vez dependientes de una nueva sustancia como la heroína, más fuerte que la morfina, el torbellino de la adicción lleva a muchas personas, por motivos de precio, a combinar, "cortar” o "alargar” la heroína con un nueva sustancia producida en laboratorios estadounidenses y del exterior: el fentanilo, un opiáceo sintético aplicado en forma de comprimidos sublinguales, parches o solución nasal en el tratamiento de dolores causados por el cáncer.

Siendo el fentanilo 10 veces más fuerte que la heroína y 100 más que la morfina, su abuso se convierte en un verdadero "coctel de la muerte”, solo o en combinación con la heroína, cocaína o diversas pastillas sintéticas.

Así, esta nueva sustancia que busca calmar el dolor de pacientes terminales se ha convertido en los últimos años en Estados Unidos en uno de los principales factores de la muerte por adicción y abuso de opiáceos y analgésicos. El fentanilo ha alcanzado tal relevancia, que la DEA emitió en 2015 una alerta nacional por la que declaraba esta sustancia "una amenaza para la salud y la seguridad públicas".

William Brownfield elogió la colaboración con México en la lucha contra el narcotráfico como "mejor que nunca". Quizás haya que agregarle a la agenda un mayor control de las ventas de sustancias sintéticas opiáceas provenientes de Estados Unidos.