Páramo de Berlín:reto para migrantes venezolanos en Colombia
José Ospina-Valencia
10 de septiembre de 2018
Atravesar a pie una de las montañas más altas y frías de Colombia es uno de los retos de los migrantes que no pueden pagar un pasaje de bus a Bogotá.Una aventura que muchos inician solo abrigados con bolsas de plástico.
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El Páramo de Berlín: la montaña de la muerte para los migrantes venezolanos
Pocos comprenden aún las dimensiones del éxodo venezolano. "Su desolación es tal que primero tenemos que regresarles la dignidad", dice a DW Patricia de Puyana, de la ONG Entre dos Tierras, que asiste a los caminantes.
Imagen: Patrícia de Puyana
Frailejones, cardos y romero
El Páramo de Berlín, un paisaje que los colombianos visitan para descansar, acampar, avistar animales silvestres y observar el firmamento en las noches despejadas, pero que los venezolanos cruzan apurados evitando la noche con sus gélidas temperaturas. Una habitante de la zona cuenta que el nombre de Berlín se debe a un ingeniero alemán que comparaba el frío de allí con el de la capital alemana.
Imagen: picture-alliance/dpa/El Tiempo
Páramo de Berlín: fuente de vida, peligro de muerte
El Parámo de Berlín, forma parte de un sistema de siete Parques Naturales, fuentes del agua que provee a más de 30 municipios en faldas y valles de los dos departamentos que en Colombia llevan el nombre de Santander. El Páramo de Berlín está entre 2.800 y 4.290 metros sobre el nivel del mar, entre Cúcuta, en la frontera con Venezuela, y Bucaramanga, en la ruta hacia Bogotá.
Cúcuta, el inicio del recorrido por Colombia
En esta ciudad fronteriza comienza el recorrido para la mayoría de venezolanos. Los que no tienen dinero para un tiquete de bus, guardan sus ahorros y toman la vía esperando llegar a Bogotá, Quito, Lima o Santiago de Chile, a pie. Pero primero tienen que salvar el primer gran obstáculo: el Páramo de Berlín, entre Cúcuta y Bucaramanga. 195 kilómetros de marcha, entre el desconsuelo y la esperanza.
Imagen: Getty Images/AFP/L. Acosta
Una mirada de temor y esperanza
Dos migrantes venezolanos, asistidos por la Fundación Entre dos Tierras, con sede en Bucaramanga. Ellos tuvieron suerte de encontrar en el camino a voluntarios que los proveen de ropa contra el frío. Muchos van solo con vestuario para climas cálidos y se sorprenden de saber que el frío puede matar. Unos 17 caminantes habrían muerto, reporta una líder de la comunidad venezolana en Tunja.
Imagen: Patrícia de Puyana
La ruta del frío
Unos cuentan con suerte de recibir zapatillas para seguir el camino, mientras otros ven frustrado su camino porque las ampollas les impiden continuar. La ONG Entre dos Tierras busca coordinar la ayuda espontánea de lugareños y viajeros, para que no sea solo puntual sino permamente. El sueño de Patricia de Puyana es construir un albergue en Bucaramanga que ofrezca comida y atención médica.
Imagen: Patrícia de Puyana
Caminando y pensando en dónde conseguir un empleo
Los migrantes no siempre tienen un destino fijo. Ellos van de ciudad en ciudad en busca de un trabajo, que difícilmente encuentran. Esto tiene que ver con que ya cientos de miles de sus compatriotas han ocupado las pocas vacantes que el mercado laboral de Colombia ofrece, un país con 9,7% de desempleo, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Imagen: Patrícia de Puyana
Entre dos Tierras: “Hay que dignificar esta migración”
Para la Fundación Entre dos Tierras es prioritario "devolverle la dignidad a los migrantes". Patricia de Puyana cuenta que el grado de desolación en que muchos salen de su país y emprenden la travesía es aterrador. "No solo necesitan comida, abrigo y techo, sino también recuperar su dignidad", concluye. "Todos los pensamientos en Venezuela rondaban sobre cómo comer", dice un caminante.
Imagen: Patrícia de Puyana
La ruta de la niebla
Migrantes venezolanos cruzan el Páramo de Berlín que durante buena parte del día permanece tras la niebla. La hiportemia y el mal de altura son algo con lo que pocos cuentan. Migración Colombia y delegados de la ONU recorren esta vía para confirmar las muertes reportadas a sus orillas, que no están hechas para peatones. "Después de caminar semanas perdemos la noción del tiempo", dice un migrante.
Imagen: Patrícia de Puyana
Llamado a ayudar
“Colombia y los colombianos tienen que enfrentar esta crisis humanitaria porque quienes la están sufriendo son seres humanos”, independientemente de su nacionalidad o su orientación política. Es el llamado de la Fundación Entre dos Tierras, que insta a hacer mucho más por quienes han tenido que huir del hambre y el futuro truncado en Venezuela. Autor: José Ospina-Valencia (er)
Imagen: Patrícia de Puyana
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Al principio del éxodo a Colombia, y otros países de América del sur, los venezolanos llegaban en avión. Después de que en 2017 las últimas aerolíneas tuvieron que cancelar las conexiones a Caracas, cientos de miles cruzan el país y el subcontinente en bus. Pero son cada vez más los venezolanos que no tienen ni para un tiquete y les toca emprender el camino a pie. Desde toda Venezuela llegan a Cúcuta, o cruzan de manera ilegal la frontera hacia Colombia por innumerables "trochas” a lo largo de 2.200 kilómetros de frontera.
La ACNUR cifra el éxodo venezolano en 2,3 millones de personas desde 2015. Migración Colombia, un ente adjunto a Relaciones Exteriores, es el encargado de la coordinación y supervisión de los venezolanos, quienes, en la realidad, necesitan hacer sellar su pasaporte válido para poder entrar a Colombia. Requisitos que pocos pueden cumplir, por lo que las autoridades se conforman con registrar su entrada, o su salida.
Muchos emprenden una marcha de 554 kilómetros de Cúcuta a la capital de Colombia, pero antes tienen que enfrentar el ascenso a la Cordillera Oriental de los Andes colombianos.
Una de las etapas más duras está entre Cúcuta y Bucaramanga. Allí está el Páramo de Berlín, un gélido territorio, parte de un sistema de parques naturales. Con entre 2.800 y 4.290 metros sobre el nivel del mar, se convierte en una trampa para muchos caminantes que no están acostumbrados ni a estas alturas ni a temperaturas nocturnas de cero grados. La mayoría no lleva abrigo ni botas. Muchos van envueltos en colchas o bolsas de plástico para la basura y calzando solo sandalias.
Una semana de camino por falta de todo
A estos inmigrantes desesperados, que a menudo llevan días sin comer ni dormir, les espera una caminata hasta Bucaramanga, un recorrido que puede tomarles más de una semana y que en autobús tarda unas cinco horas y cuesta 45.000 pesos (unos 13 dólares).
Son 195 kilómetros que deciden entre seguir o devolverse, o entre la vida o la muerte. "Desde hace más de tres meses esta ruta se convirtió en la vía para huir del hambre y la desesperación”, cuenta a DW Patricia de Puyana, de la Fundación Entre dos Tierras, una ONG humanitaria con sede en Bucaramanga que asiste con voluntarios a los migrantes en el camino y busca aún los medios para construir un albergue de paso en Bucaramanga. Con nuestra ayuda "lo primero que buscamos es regresarles la dignidad”, dice la señora de Puyana y agrega que "ellos huyen del hambre y la angustia” por sus familias y ellos mismos.
"La desolación con la que abandonan Venezuela es tal que los migrantes no solo necesitan comida sino también asistencia moral”, concluye Patricia de Puyana, la cara colombiana de Entre dos Tierras, una organización que la venezolana Alba de Pereira creó para asistir a sus compatriotas que tardaron en huir de su país, por cualquiera que fueran las razones.
"Hay que dignificar esta migración”
"No debe importar si se trata de quienes votaron o no por Chávez o Maduro”, agrega Patricia de Puyana, en alusión a críticas sobre la masiva inmigración, la presunta orientación política de los refugiados y la saturación de los servicios sociales en ciudades y pueblos fronterizos. "Colombia y los colombianos tienen que enfrentar esta crisis humanitaria porque quienes la están sufriendo son seres humanos”, independientemente de su nacionalidad o su orientación política.
Los conductores de buses y camiones de carga que recorren esta vía colombiana que ahora caminan los venezolanos se ven en un dilema: si ayudan a inmigrantes ilegales dándoles un "aventón”, pueden ser penalizados como traficantes de personas. Por eso muchos prefieren seguir su camino con aparente indiferencia.
Anny Uribe, representante de la comunidad venezolana en Tunja, (una ciudad más adelante en el camino, a 405 kilómetros de Cúcuta, a la que llegan los venezolanos tras haber superado el Páramo de Berlín, y haber dejado Bucaramanga atrás), habla de, por lo menos, 17 muertes, entre adultos y niños, en el Páramo de Berlín en los últimos días, todas causadas por hipotermia, combinada con el cansancio y el mal estado de salud de muchos venezolanos caminantes.
La crisis humanitaria que el gobierno de Maduro exporta
Anny Uribe pide "planes estatales para atender esta emergencia humanitaria que se está trasladando de Venezuela a Colombia y los demás países de América del Sur”.
Según cifras de gestión de Riesgo Nacional de Colombia; la migración de venezolanos aumentó en 2 años en un 900% y la situación en Venezuela se recrudece cada día. Según el Parlamento, de mayoría opositora, cerca de 4 millones de venezolanos ha huido en los últimos años para escapar a la severa crisis económica y política que atraviesa el país, y que se refleja en escasez e hiperinflación.
Pero según el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Diosdado Cabello, la emigración de venezolanos es una "terrible moda”, en la que su propio hermano había caído emigrando a Colombia y un sobrino a Perú. Cabello aseguró también que "los mejores cerebros se han quedado en Venezuela”.
José Ospina-Valencia (er)
El Páramo de Berlín: la montaña de la muerte para los migrantes venezolanos
Pocos comprenden aún las dimensiones del éxodo venezolano. "Su desolación es tal que primero tenemos que regresarles la dignidad", dice a DW Patricia de Puyana, de la ONG Entre dos Tierras, que asiste a los caminantes.
Imagen: Patrícia de Puyana
Frailejones, cardos y romero
El Páramo de Berlín, un paisaje que los colombianos visitan para descansar, acampar, avistar animales silvestres y observar el firmamento en las noches despejadas, pero que los venezolanos cruzan apurados evitando la noche con sus gélidas temperaturas. Una habitante de la zona cuenta que el nombre de Berlín se debe a un ingeniero alemán que comparaba el frío de allí con el de la capital alemana.
Imagen: picture-alliance/dpa/El Tiempo
Páramo de Berlín: fuente de vida, peligro de muerte
El Parámo de Berlín, forma parte de un sistema de siete Parques Naturales, fuentes del agua que provee a más de 30 municipios en faldas y valles de los dos departamentos que en Colombia llevan el nombre de Santander. El Páramo de Berlín está entre 2.800 y 4.290 metros sobre el nivel del mar, entre Cúcuta, en la frontera con Venezuela, y Bucaramanga, en la ruta hacia Bogotá.
Cúcuta, el inicio del recorrido por Colombia
En esta ciudad fronteriza comienza el recorrido para la mayoría de venezolanos. Los que no tienen dinero para un tiquete de bus, guardan sus ahorros y toman la vía esperando llegar a Bogotá, Quito, Lima o Santiago de Chile, a pie. Pero primero tienen que salvar el primer gran obstáculo: el Páramo de Berlín, entre Cúcuta y Bucaramanga. 195 kilómetros de marcha, entre el desconsuelo y la esperanza.
Imagen: Getty Images/AFP/L. Acosta
Una mirada de temor y esperanza
Dos migrantes venezolanos, asistidos por la Fundación Entre dos Tierras, con sede en Bucaramanga. Ellos tuvieron suerte de encontrar en el camino a voluntarios que los proveen de ropa contra el frío. Muchos van solo con vestuario para climas cálidos y se sorprenden de saber que el frío puede matar. Unos 17 caminantes habrían muerto, reporta una líder de la comunidad venezolana en Tunja.
Imagen: Patrícia de Puyana
La ruta del frío
Unos cuentan con suerte de recibir zapatillas para seguir el camino, mientras otros ven frustrado su camino porque las ampollas les impiden continuar. La ONG Entre dos Tierras busca coordinar la ayuda espontánea de lugareños y viajeros, para que no sea solo puntual sino permamente. El sueño de Patricia de Puyana es construir un albergue en Bucaramanga que ofrezca comida y atención médica.
Imagen: Patrícia de Puyana
Caminando y pensando en dónde conseguir un empleo
Los migrantes no siempre tienen un destino fijo. Ellos van de ciudad en ciudad en busca de un trabajo, que difícilmente encuentran. Esto tiene que ver con que ya cientos de miles de sus compatriotas han ocupado las pocas vacantes que el mercado laboral de Colombia ofrece, un país con 9,7% de desempleo, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Imagen: Patrícia de Puyana
Entre dos Tierras: “Hay que dignificar esta migración”
Para la Fundación Entre dos Tierras es prioritario "devolverle la dignidad a los migrantes". Patricia de Puyana cuenta que el grado de desolación en que muchos salen de su país y emprenden la travesía es aterrador. "No solo necesitan comida, abrigo y techo, sino también recuperar su dignidad", concluye. "Todos los pensamientos en Venezuela rondaban sobre cómo comer", dice un caminante.
Imagen: Patrícia de Puyana
La ruta de la niebla
Migrantes venezolanos cruzan el Páramo de Berlín que durante buena parte del día permanece tras la niebla. La hiportemia y el mal de altura son algo con lo que pocos cuentan. Migración Colombia y delegados de la ONU recorren esta vía para confirmar las muertes reportadas a sus orillas, que no están hechas para peatones. "Después de caminar semanas perdemos la noción del tiempo", dice un migrante.
Imagen: Patrícia de Puyana
Llamado a ayudar
“Colombia y los colombianos tienen que enfrentar esta crisis humanitaria porque quienes la están sufriendo son seres humanos”, independientemente de su nacionalidad o su orientación política. Es el llamado de la Fundación Entre dos Tierras, que insta a hacer mucho más por quienes han tenido que huir del hambre y el futuro truncado en Venezuela. Autor: José Ospina-Valencia (er)