La visita del papa Francisco a Irak fue uno de los eventos políticos más destacados y, a su vez, uno de sus viajes más delicados y complejos, opina Christoph Strack.
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El lugar no podría ser más simbólico: en las ruinas de Mosul, la ciudad que la organización terrorista autodenominada Estado Islámico (EI) hace pocos años declaró capital de su califato, y desde donde anunció su campaña militar contra Roma, el papa Francisco rezó por la paz y la convivencia de todos. Hizo referencia al apoyo mutuo entre cristianos y musulmanes durante la reconstrucción de esa ciudad, a la capacidad de coexistencia que demostraron, a pesar del sufrimiento y de la desesperación: "Juntos decimos no al fundamentalismo, no al sectarismo, no a la corrupción.”
Durante este viaje, el papa, que en su juventud decidió convertirse en jesuita para dedicarse a la vida misionaria en el Oriente Próximo, se ha visto más que nunca en el papel de misionario y defensor de la paz incondicional. Pero su llamamiento al perdón exige mucho a las comunidades cristianas, que se han visto diezmadas en los últimos 30 años. No obstante, durante el encuentro interreligioso llevado a cabo en la ciudad de Ur, Francisco no se olvidó del sufrimiento que atraviesan todas las comunidades étnicas y religiosas en tiempos de terrorismo. Resaltó el dolor de los yazidíes, el asesinato de miles de hombres, los secuestros y la esclavización de mujeres y niños.
Una visión de paz para Irak
En su discurso en la ciudad de Bajdida (Karakosh), uno de los lugares más marcados por el sufrimiento de los cristianos durante la conquista del EI, el papa Francisco no sólo recalcó su "No” al terrorismo y a cualquier instrumentalización de la religión, sino que también incitó a perdonar. "Sé que es muy difícil”, dijo "pero creemos que Dios puede traer paz a este mundo.” El Papa dejó clara su visión del futuro para Irak: perdón, fraternidad, coexistencia pacífica.
Al igual que sus antecesores, en el mundo árabe, Francisco no es visto sólamente como el líder católico, sino, sobre todo, como una autoridad y una destacada figura religiosa. Ese hecho resalta la importancia de la reunión del papa con el gran ayatolá Al-Sistani. El encuentro de estos dos hombres, uno vestido de blanco, el otro de negro, es una muestra de que un convivir es posible, o debe serlo. Y este ejemplo tuvo efecto: poco después un importante representante chiíta de Nayaf anunció un próximo viaje a Roma de una de sus delegaciones.
"Dios es misericordioso, y la ofensa más blasfema es profanar su nombre odiando al hermano. Hostilidad, extremismo y violencia no nacen de un espíritu religioso; son traiciones a la religión”, explicó Francisco unas horas después en Ur, la "cuna de la fé”. "Nosotros, los creyentes no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión", subrayó. Durante muchas décadas, en Irak, al igual que en otros países de la región, religiones y confesiones convivieron pacíficamente. El papa Francisco espera que eso vuelva a ser así, e insiste en revivir esta tradición.
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Recordando el legado de Abraham
En vista de la complejidad y relevancia de este viaje, puede resultar irritante que los líderes políticos en Bagdad solo mostrasen interés por el papa durante su estancia en la capital.
A pesar de que Francisco resaltó la importancia de los pequeños gestos de convivencia en la vida cotidiana, ningún representante político acompañó las visitas del Padre Santo a Kurdistán, Mosul, Bajdida o Erbil.
También es importante mencionar la ausencia de representantes judíos en el encuentro interreligioso. A pesar de celebrarse en Ur, donde el legado de Abraham une a musulmanes, cristianos y judíos, en la ceremonia no hubo representación judía, ni por parte de la comunidad iraquí, ni por parte de la delegación papal. Según ciertos rumores, eso también se debió al freno impuesto al respecto por el gobierno iraquí.
No obstante, este viaje ha servido para revivir el recuerdo del país multireligioso que una vez fue Irak, y que, así lo destacó el papa Francisco, debería volver a ser, como resultado del trabajo conjunto de todas las comunidades y los líderes políticos.
(ie/cp)
El papa visita las ciudades bíblicas en Irak
Allí nació Abraham y Jonás fue tragado por una ballena, según la Biblia. En su visita a Irak, el papa Francisco pisa un terreno lleno de historia.
Imagen: Liszt Collection/imago images
Expulsados del paraíso
En la prehistoria bíblica, habría existido el paraíso, entre los ríos Éufrates y Tigris, donde vivieron Adán y Eva hasta que Dios los expulsó del Jardín del Edén por haber mordisqueado la fruta prohibida del árbol del conocimiento. Todavía hay oasis opulentos en la orilla del río, pero las condiciones de vida de sus habitantes actuales no son siempre paradisíacas.
Imagen: Victoria Theakston/Robert Hardin/picture alliance
Bautizo en el Tigris
Juan el Bautista bautizó a la gente, también a Jesús de Nazaret, en las aguas del río Jordán para liberarla simbólicamente de sus pecados. Para los mandeos, una de las comunidades religiosas más antiguas del mundo en Irak, fue el último profeta de la tierra. Hasta el día de hoy creen en el poder del agua y se purifican regularmente en el Tigris, como lo hizo en su día el profeta.
Imagen: Ameer Al Mohammedaw/dpa/picture alliance
La patria de Abraham
Hace unos 5.500 años surgieron los primeros pueblos en Mesopotamia. Luego se convirtieron en poderosos imperios. La región mesopotámica entre el Éufrates y el Tigris, el antiguo Jardín del Edén, se encuentra ahora en gran parte en territorio iraquí. En la antigüedad la tierra era muy fértil, hoy es árida y arenosa. Aquí estaban los muros de la ciudad de Ur, donde una vez vivió Abraham.
Imagen: Asaad Niazi/AFP/Getty Images
Tierra sagrada
La fundación de Ur se remonta al 4000 a. de C. Es una de las ciudades más antiguas, cuyos restos han sido descubiertos por arqueólogos. Aquí estuvo la cuna de la civilización. Aquí. Un día Dios habría ordenado a Abraham abandonar la zona e ir a la Tierra Prometida de Canaán. Durante su viaje a Irak, el papa Francisco planea visitar también la tierra de Abraham.
Imagen: Mohammed Aty/REUTERS
Profeta de tres regiones del mundo
Abraham es una de las figuras clave del Antiguo Testamento. Dios lo puso a prueba varias veces e incluso le exigió la máxima lealtad: debía sacrificar a su hijo por él. Abraham no comprendía el sentido de esa orden, pero obedeció. En el último momento, Dios impidió el acto. Dijo a Abraham que circuncidara a su descendencia. Una práctica que mantienen judíos y musulmanes hasta el día de hoy.
Imagen: Asaad Niazi/AFP/Getty Images
Lugares de peregrinación destruidos
Nínive, la capital del Imperio asirio, se hallaba en la orilla este del Tigris. Hoy, los restos de la antigua metrópoli se encuentran en el área urbana de Mosul. La mezquita del profeta Jonás estuvo aquí hasta 2014 antes de que el Estado Islámico la destruyera. Fue una antigua iglesia que luego reconvirtieron los musulmanes. Jonás supuestamente fue enterrado en lo más profundo del edificio.
Imagen: Khalid Mohammed/AP Photo/picture alliance
Jonás y la ballena
El papa también quiere visitar Mosul, porque la tumba de Jonás era un lugar de peregrinaje popular para musulmanes y cristianos. Dios pidió al profeta que anunciara un juicio contra los habitantes pecadores de Nínive. Trató de esconderse y huyó en un barco, pero Dios lo volcó en la tormenta. Jonás solo sobrevivió, porque una ballena se lo tragó y luego lo escupió nuevamente.
Imagen: Dimitar Dilkoff/AFP/Getty Images
Puerta de Ishtar
Así es como pudo haber sido la magnífica Puerta de Ishtar, construida bajo el gobierno de Nabucodonosor II (605-562 a. C.). Hoy en día solo existe esta réplica de la puerta de la ciudad a través de la cual la gente accedía a Babilonia. Pero los habitantes querían ir mucho más lejos, querian construir una torre hasta el cielo para ser iguales a Dios.
Imagen: Hussein Faleh/AFP/Getty Images
Torre de Babel
Dios impidió que se construyera la torre, creando muchos idiomas para que la gente ya no pudiera comunicarse. Según la Biblia, Dios finalmente quiso erradicar por completo la guarida babilónica del pecado y que Babel dejara de ser un asentamiento.
Imagen: Hussein Faleh/AFP/Getty Images
Otro profeta, Ezequiel
El israelita Ezequiel era hijo de un sacerdote y fue llevado por la fuerza a Babilonia bajo el reinado del rey Nabucodonosor II. En el exilio, reprendió al pueblo por idolatría y vaticinó la caída de ciudades y naciones que se habían apartado de Dios. Según la tradición judía, la tumba del profeta Ezequiel se encuentra en la ciudad iraquí de Dhu al Kifl.
Imagen: Ahmad Al-Rubaye/AFP/Getty Images
Lugar sagrado para judíos y musulmanes
Los judíos peregrinan a la tumba del profeta Ezequiel desde el siglo X. 200 años después, los musulmanes también reclamaron el lugar de sepultura del profeta como lugar de peregrinaje. La ubicación estratégica del santuario en la ruta tradicional de las caravanas del Hajj de Irak e Irán atrajo la atención del mundo islámico.
Imagen: Mario Tama/Getty Images
Huyendo del terror islamista
Irak también ha vivido el imperio del terror es en el siglo XXI. Cuando el Estado Islámico (EI) invadió Baghdida, cerca de Mosul, casi todas las familias huyeron al norte. Alrededor del 97 por ciento de la población aquí profesa la fe cristiana; según el EI, a los incrédulos hay que asesinarlos. Solo hay 250.000 cristianos en todo Irak, ni siquiera el uno por ciento de la población.
Imagen: Getty Images/AFP/T. Coex
Oración por los cristianos
La catedral de San José en Ankawa, cerca de Erbil, es la sede del patriarca de la Iglesia católica caldea en Irak, construida sobre terreno histórico. El papa probablemente también pasará por aquí. En todas partes se pueden ver rastros de los combates entre el ejército y el Estado Islámico. El papa Francisco quiere animar a los cristianos, orando.