El papa llama a cumplir el Acuerdo de Paz en Mozambique
5 de septiembre de 2019
Un mes tras el Acuerdo de Paz entre Gobierno mozambiqueño y la guerrilla Renamo, ahora partido de oposición, el papa pidió a las partes en Maputo el cumplimiento de lo firmado.
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En un mensaje de video en portugués, el jefe de los 1.300 millones de católicos del mundo llamó a reforzar "la reconciliación fraternal en Mozambique y en África, la única esperanza para una paz sólida y duradera". La jornada inicia con un encuentro privado con el presidente Filipe Nyusi, que aspira a lograr un segundo mandato en las elecciones previstas el 15 de octubre. Los dos líderes se reunieron ya en el Vaticano hace un año. Aunque la guerra civil terminó hace 27 años, la Renamo nunca se había desarmado.
Filipe Nyusi regresó a Europa a principios de julio para una nueva visita, en este caso a Italia. Allí saludó a los dirigentes de la Comunidad de Sant'Egidio, que acogieron en Roma las negociaciones que condujeron a la paz en Mozambique en 1992. Esta influyente comunidad católica italiana de laicos, implicada en varias ocasiones en la mediación informal de paz en conflictos en África, se ocupa desde 2002 en Mozambique de un programa de ayuda a los enfermos de sida y los seropositivos. El papa visitará el viernes uno de sus dispensarios.
Catástrofes naturales y urgencia climática
Por motivos logísticos, el papa no viajará a Beira (centro), la segunda ciudad del país, que en marzo quedó arrasada por el paso del ciclón Idai, que dejó 600 muertos y cientos de miles de personas sin hogar. Seis meses después, muchos de ellos siguen careciendo de un techo y de alimentos. "Aunque no pueda ir más que a la capital, mi corazón se une a ustedes y los abraza a todos, en especial a quienes viven en la dificultad", dijo el sumo pontífice a sus habitantes antes de iniciar su viaje.
Francisco podría hablar también sobre la urgencia climática, una cuestión central para el papa argentino, quien en octubre organiza una reunión mundial de obispos en Roma dedicada a la Amazonia, víctima de incendios y deforestación. Según el Banco Mundial, Mozambique, con sus más de 2.000 km de costas en el océano Índico, es uno de los 10 países de todo el planeta más amenazados por las consecuencias del cambio climático.
El "papa de los pobres", para quien ese es su segundo viaje pontifical al África subsahariana, visitará también Madagascar, donde la deforestación empieza a ser preocupante, y concluirá su visita el 10 de septiembre en la pequeña isla turística de Mauricio, también en el océano Índico pero más adinerada.
Con motivo de la excepcional visita del papa a Mozambique, el gobierno dedicó 300.000 euros para los preparativos, una suma que permitió reparar la catedral de Maputo y calles de la capital. El estadio Zimpeto, en el que Francisco celebrará una misa el viernes, ya está preparado para el evento.
jov (afp, cna)
Día Mundial del Migrante: El campamento de refugiados Kakuma o "la nada"
Cada 18 de diciembre se recuerda a millones de migrantes. Kakuma, en Kenia, es uno de los campamentos más grandes del mundo, que acoge a desterrados por las guerras y el hambre desde hace 25 años. DW visitó dicho campo.
Imagen: DW/R. Klein
Cientos de miles de humanos en "la nada"
"Kakuma" quiere decir en kiswahili algo así como "la nada". Ubicado a unos 100 kilómetros de la frontera con Sudán del Sur está en medio de una zona seca y cálida. Aquí viven, más mal que bien, unas 180.000 personas en cabañas o casas de adobe. Sus residentes huyen de la guerra o el hambre en Sudán y Sudán del Sur, Somalia, Uganda y otros países vecinos.
Imagen: Johanniter/Fassio
No paran de llegar refugiados, todos los días
Kakuma fue construido para albergar a 125.000 personas, pero desde su apertura no han parado de llegar personas en busca de refugio. Cada mes se suman unas mil o dos mil personas. Teresa Akong Anthony, en la imagen, vino desde el sur de Sudán hace dos semanas. Ahora espera a la sombra de una choza que ella y sus tres hijos sean registrados como refugiados. La temperatura hoy es de 37 grados.
Imagen: DW/R. Klein
¿Nacionalidad? Refugiado
Kakuma está lleno de jóvenes: más del 60 por ciento de los habitantes tienen menos de 17 años de edad. Muchos han nacido o se han criado en el campo. Para ellos, la palabra "casa" es difícil de definir. A menudo, no tienen ninguna relación con su país de origen, pero tampoco son kenianos. Se trata de jóvenes nacidos como refugiados.
Imagen: DW/R. Klein
Madre malnutrida, bebé malnutrido
Kandida Nibigira huyó de la violencia en Burundi hace tres años. Aquí vive con sus ocho hijos en una choza de barro. La vida para toda la familia es un inmenso reto diario: temperaturas alrededor de los 40 grados, suelo muy seco y poca comida. "Comemos sólo una vez al día", dice esta mujer de 38 años de edad, que intenta dar pecho a su hijo, a pesar de su propia malnutrición.
Imagen: DW/R. Klein
No hay suficiente dinero para la comida
En este campo de refugiados operado por ACNUR se distribuyen alimentos unas dos veces al mes. Si los residentes muestran su tarjeta de racionamiento, reciben aceite, mijo, frijoles, maíz fortificado y jabón. Debido a que no hay suficiente dinero disponible, las raciones de diciembre se redujeron a la mitad. La comida debe ahora alcanzar para todo un mes.
Imagen: DW/R. Klein
El hambre desespera
Hacer colas para recibir las respectivas raciones demora hasta cinco horas. Los trabajadores son aislados por una malla de alambre para protegerlos de la violencia que puede surgir ante la desesperación de la escasez y el hambre.
Imagen: DW/R. Klein
Un campamento convertido en “ciudad”
Además de las tarjetas de racionamiento, los residentes del campo obtienen vales que pueden canjear en ciertas tiendas. En los últimos 25 años, Kakuma se ha convertido en una pequeña ciudad. En el mercado se compran y venden cosas de uso cotidiano: alimentos, herramientas, artículos eléctricos o tarjetas SIM.
Imagen: DW/R. Klein
Mucha gente, poco trabajo
Los refugiados en Kakuma sólo pueden trabajar con un permiso especial, pero hay poco trabajo. Algunos trabajan para organizaciones benéficas. Para aumentar sus posibilidades laborales, hay proyectos individuales de formación. Aquí, tanto los refugiados como la población local pueden formarse en carpintería, electricidad y costura.
Imagen: DW/R. Klein
Sin familia ni educación
"Quiero ser una enfermera," dice Kamuka Ismali Ali, quien huyó de la guerra en el sur de Sudán. "Todavía no sé si mi familia vive”. Kamuka, de 20 años de edad, asiste a una escuela en Kakuma y quiere graduarse. "Cuando la guerra termine, ansío poder volver a ver a mi familia y ayudarla".
Imagen: DW/R. Klein
Integración: auto-sustento y convivencia
Gracias a la ayuda internacional, los habitantes de este campo de refugiados pueden recibir la atención más urgente. Debido a que Kakuma crece todos días y los refugiados son separados de la población local, unas 60.000 personas serán reubicadas en otro nuevo campo, a unos 20 kilómetros de distancia. La idea es promover el auto-sustento de los refugiados y la convivencia con locales.