El papa llega a Bangladesh, centro de crisis de rohinyás
30 de noviembre de 2017
El Papa Francisco llegó hoy a Bangladesh, donde pasará tres días y donde la crisis de la huida de cientos de miles de musulmanes rohinyá desde Myanmar provoca controversia.
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El presidente bangladeshí, Abdul Hamid, elogió hoy al Papa Francisco por alzar su voz frente a la "brutalidad" contra los miembros de la minoría musulmana rohinyá en la vecina Birmania (Myanmar) que encuentran refugio en Bangladesh.
"La muy loable posición que su santidad ha tomado a favor de los rohinyás en apuro y su apasionada voz contra esa brutalidad, nos da esperanzas para una resolución de la crisis", afirmó el presidente en el Palacio Presidencial en presencia del Papa.
"Su cercanía a ellos, su llamamiento para ayudarles y asegurar todos sus derechos otorga responsabilidad moral a toda la comunidad internacional para actuar con prontitud y sinceridad", añadió Hamid en una sala con amplia presencia de personalidades.
Francisco llegó hoy a Bangladesh en una visita oficial de tres días procedente de Birmania donde, a diferencia de ocasiones pasadas desde el Vaticano, evitó referirse explícitamente a los rohinyá para evitar algún tipo de represalia contra la minoría católica del país.
En Bangladesh, sin embargo, es ese aspecto del viaje el que genera más expectación entre la mayoría musulmana.
El presidente recordó al Papa que Bangladesh ha acogido a "un millón de rohinyás que fueron forzados a abandonar la tierra de sus ancestros en el estado de Rakáin en Birmania", de los cuales 620.000 huyeron en el último brote de violencia el pasado 25 de agosto.
"Miles de ellos, incluidos mujeres y niños, fueron brutalmente asesinados, miles de mujeres fueron violadas, vieron sus casas arder hasta las cenizas", sentenció el jefe de Estado bangladesí.
Por ello, añadió el presidente, "tuvieron que buscar refugio en Bangladesh para escapar de las implacables atrocidades del Ejército de Myanmar", y recordó que a diferencia del país vecino, los rohinyás fueron recibidos en Bangladesh "con los brazos abiertos".
El presidente pidió "compartir la responsabilidad" a la hora de proporcionar a los rohinyás un "retorno seguro, sostenible y digno a su hogar e integración con la vida social, económica y política de Birmania".
La semana pasada los gobiernos de Bangladesh y Birmania acordaron un proceso de repatriación para los refugiados rohinyás llegados a tierras bangladeshíes, que se prevé que comience en los dos próximos meses.
Las autoridades de Birmania, país de mayoría budista, no reconocen la ciudadanía a los rohinyá, ya que los considera inmigrantes bengalíes.
El Gobierno estadounidense consideró la semana pasada que, tras un "análisis cuidadoso y exhaustivo" de los hechos, "está claro" que la violencia y los abusos contra los rohinyás en el estado birmano de Rakáin constituyen "una limpieza étnica".
CP (efe, rtr)
No hay niñez para los rohinyás en Cox's Bazar
Tiene 12 años. Aun así, el rohinyá refugiado Nur Hafes cuida a su familia. Durante la huida desde Myanmar hacia Bangladesh su papá se fue. Ahora su mamá está sola con él y sus hermanos.
Imagen: Reuters/A. Abidi
El sostén de la familia
Nur Hafes, de 12 años, busca personas en el campo de refugiados de Palong Khali que quieran darle un poco de dinero si los protege con su paraguas del penetrante sol. Da una mirada hacia los sacerdotes musulmanes, quienes a veces distribuyen las donaciones que han recolectado en sus comunidades. Él todavía no es un adulto y, sin embargo, debe cuidar a una familia de nueve.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Un euro al día es un buen día
“A veces hago 50 o 100 takas, a veces llego a casa con las manos vacías”, dice Nur. Un taka es equivalente a un centavo de euro. Por 50 takas se compran alrededor de 250 gramos de chiles verdes en los mercados de los campos . Un pollo cuesta alrededor de 150 takas.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sola con ocho hijos
Nur es el mayor de ocho hermanos. Cuando el ejército llegó a la aldea de los abuelos, el padre de Nur huyó sin la familia. No lo han visto desde entonces. La huida a Bangladesh cerca de la ciudad de Cox's Bazar ha dejado a la madre Rabia sola con los niños. Los ancianos hacen todo lo posible para ayudar a Rabia a mantener a flote a la familia en el campo de refugiados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"El ejército incendió casas"
Hace dos meses, Rabia y los niños fueron expulsados de su pueblo natal en la provincia de Rakáin, Myanmar. "El ejército incendió casas donde todavía había gente", recuerda la madre de 33 años. "He visto tanta gente con heridas de bala". La familia huyó a casa de sus abuelos, pero solo un día después llegaron los soldados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Dependientes de la ayuda humanitaria
Como la mayoría en el campo de refugiados cerca de Cox's Bazar, Nur y su familia dependen de la ayuda humanitaria. Desde su casa solo pudieron llevar la ropa que tenían puesta, documentos de identidad, un par de fotos y una manta para protegerse de la lluvia. Como cabeza masculina de la familia, Nur acostumbra estar al frente ante las organizaciones de ayuda.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sobreprecio en los campos de refugiados
Por lo general, solo se distribuyen alimentos básicos a los refugiados (aceite, lentejas, cebollas) y a menudo no lo suficiente. Es por eso que los campos de Cox's Bazar tienen una gran cantidad de comerciantes que, por ejemplo, venden chiles verdes o nueces, como también anticonceptivos y cigarrillos. La mayoría de los productos cuestan más que en los mercados de las ciudades vecinas.
Imagen: Reuters/H. McKay
Nur ya trabajaba en Myanmar
Antes de huir de Myanmar, Nur vendía productos que su padre compraba al por mayor. Como apátridas, los rohinyás tenían poco acceso al sistema educativo antes de que el conflicto estallara y eran discriminados en el mercado laboral.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Los más jóvenes están desnutridos
A pesar de sus esfuerzos y la ayuda humanitaria, a la familia de Nur a menudo le falta lo más esencial. Los dos hijos más pequeños de Rabia, Fátima, de un año y medio (en la foto) y Mohammed, de ocho meses, sufren de desnutrición, al igual que muchos de los niños en los campos. Se estima que el 60 % de los refugiados rohinyá son menores de edad. Muchos sufren de enfermedades como diarrea.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"Ya no se comporta como un niño"
"Es joven, pero entiende que tiene una responsabilidad. Ya no se comporta como un niño", dice Rabia sobre Nur. Sus deseos para su futuro son sencillos: espera que pueda montar un negocio como comerciante en Bangladesh. Pero a veces él sueña con otra vida, una educación adecuada, tiempo para jugar fútbol con amigos, y así poder ser un niño.