El Pontífice, que se desplazó en una lancha de la guardia costera, lanzó una corona al mar en recuerdo de las víctimas y habló con una delegación de inmigrantes en el puerto. En el estadio de fútbol local celebró una misa ante miles de personas.

“Globalización de la indiferencia”

Francisco pidió allí “más solidaridad fraternal” con la gente que huye de África y Asia, reprochando que nadie se siente responsable de los “dramas” que se viven en esas travesías entre las costas africanas y europeas, ni por las muertes ocurridas.

Indirectamente criticó la política de asilo de la Unión Europea, al igual que a las autoridades de los países de origen de los fugitivos. El Papa pidió a Dios perdón por “la crueldad del mundo, la nuestra y la de aquellos que, en el anonimato, toman decisiones de naturaleza social y económica, que abren el camino a dramas como estos”. Igualmente reprochó la “globalización de la indiferencia”, subrayando que un cristiano no debe desligarse de la responsabilidad.

Al mismo tiempo, agradeció a los habitantes de Lampedusa y a los voluntarios y fuerzas de seguridad que han ayudado a los fugitivos, destacando que su proceder es un “ejemplo de solidaridad”.

El primer viaje

Este es el primer viaje de Francisco en su papado, aparte de la breve salida que realizó poco después de ser elegido a Castelgandolfo, a las afueras de Roma, para visitar al Papa emérito Benedicto XVI.

Lampedusa, situada en el Mediterráneo, a medio camino entre Italia y Túnez, está en la ruta frecuente de los inmigrantes que intentan llegar a Europa. Horas antes de la visita, las autoridades italianas interceptaron un barco con 166 inmigrantes a bordo.

Andrea Riccardi, ex ministro de Desarrollo italiano y fundador de una ONG católica de ayuda humanitaria, escribía hoy en el diario "Corriere della Sera", que más de 200.000 personas llegaron a la isla entre 1999 y 2012. Se calcula además que 19.00 murieron ahogadas en el Mediterráneo desde 1988.

er (dpa, kna)