Este viernes (29.7.2016), en el marco de su viaje a Polonia, el líder de la Iglesia católica visitó los campos de concentración construidos por los nacionalsocialistas alemanes en las ciudades de Auschwitz y Birkenau.
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La fotografía sobre estas líneas capturó el momento en que el líder de la Iglesia católica, el papa Francisco, entró al campo de concentración erigido por los nacionalsocialistas alemanes en la ciudad de Auschwitz. A sus espaldas, la reja del acceso principal a ese lugar histórico, coronada con la infame frase “Arbeit macht frei” (El trabajo te hace libre). Este viernes (29.7.2016), en el marco de su visita a Polonia, el pontífice recorrió las instalaciones donde fueron asesinadas sistemáticamente más de un millón de personas.
Jorge Mario Bergoglio oró en silencio en la celda de Auschwitz donde el sacerdote franciscano polaco Maximiliano Kolbe murió de hambre y de sed a manos de los nazis, tras ofrecer su vida a cambio de la de un padre de familia. Este 29 de julio se conmemora el 75º aniversario de aquel gesto por el cual Kolbe fue proclamado santo en 1982, durante el papado de su compatriota Karol Wojtyla. Francisco también recorrió el patio donde se anunciaban las condenas a muerte y besó uno de los postes de fusilamiento.
Francisco fue también al campo de Birkenau, construido a unos tres kilómetros de distancia del de Auschwitz para que los nacionalsocialistas llevaran a cabo la llamada “solución final”, con la que se pretendía exterminar a todos los judíos. Allí contempló las lápidas con inscripciones en los 23 idiomas de los prisioneros. El papa argentino se encontró con diez supervivientes de estos campos de exterminio y con 25 “Justos de las Naciones”, un grupo de personas que hizo oposición al Holocausto y contribuyó a salvar la vida de judíos.
También está pautado que visite el hospital pediátrico de Prokocim, uno de los más importantes del país y donde podrá saludar a unos cincuenta niños hospitalizados. En la tercera jornada de su viaje a Polonia, que concluirá el domingo (31.7.2016), asistirá al Vía Crucis organizado con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud.
ERC ( EFE / Reuters / AP )
Auschwitz: "La muerte no tiene la última palabra"
Estos artistas lucharon por su supervivencia en campos de concentración. En la exposición "La muerte no tiene la última palabra" ("Der Tod hat nicht das letzte Wort"), en el Parlamento alemán, se pueden ver sus trabajos.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Los artistas olvidados
Durante el régimen nazi, muchos artistas fueron perseguidos. Pero pocos conocen a los artistas que siguieron produciendo obras en los campos de concentración. El pintor Waldemar Nowakowski, en la foto, fue uno de ellos. La exposición "Der Tod hat nicht das letzte Wort" (“La muerte no tiene la última palabra”) se puede ver desde el 27 de enero en el Parlamento Alemán.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Los horrores de Theresienstadt
El autor, curador e historiador del arte Jürgen Kaumkötter se dedicó durante más de 15 años a investigar las obras de arte de artistas perseguidos, desde 1933 hasta 1945. No solo tuvo en cuenta las obras creadas durante esa época, sino también aquellas que la tematizan hasta hoy. Leo Haas es autor de este aguafuerte sobre el campo de concentración de Theresienstadt (1947).
Imagen: Bürgerstiftung für verfolgte Künste – Else-Lasker-Schüler- Zentrum – Kunstsammlung Gerhard Schneider
Pintar en el “Museo del campo de concentración”
Se sabe que los artistas de Theresienstadt pintaban, pero también en Auschwitz había un “Museo”. Allí había materiales como lápices, papeles y pinceles a disposición de los creadores para que estos llevaran a cabo obras para las SS. Del campo de concentración de Auschwitz II, sin embargo, apenas se conocen algunas obras. En la foto: Autorretrato de Marian Ruzamski (1943-1944).
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Imágenes de la nostalgia
Este retrato pertenece a Jan Markiel (1944) y fue hecho sin materiales “oficiales” de Auschwitz I. Representa a la hija de un panadero de las cercanías de Jawiszowice, que había ayudado a los prisioneros dándoles pan y enviando sus cartas. El color proviene de trozos de pigmento arrancado a las paredes, y un trozo de lino de los colchones hizo de lienzo.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Testigo de los hornos crematorios
Yehuda Bacon (dcha.) llegó a Theresienstadt en 1942, a los 13 años, y en diciembre fue trasladado a Auschwitz-Birkenau. Allí trabajó como mensajero y se le permitía calentarse en invierno acercándose a los hornos de los crematorios. Lo que vio allí no solo lo contó durante el famoso Juicio de Fráncfort, sino también en los dibujos que realizó luego de finalizada la II Guerra.
Imagen: Bürgerstiftung für verfolgte Künste – Else- Lasker-Schüler-Zentrum – Kunstsammlung Gerhard Schneider
La segunda generación
Michel Kichka es uno de los historietistas más renombrados de Israel: “Segunda generación: lo que nunca le dije a mi padre” es una novela gráfica sobre la infancia de Kichka y su padre, un sobreviviente de Auschwitz. El trauma del padre se transfirió al hijo. Cuando Michel Kichka solo pudo vencer sus pesadillas reflexionando, no sin cierto humor negro, sobre los horrores vividos por su progenitor.
Imagen: Egmont Graphic Novel
Metáfora de la Shoa
También los hijos de la artista israelí Sigalit Landau son sobrevivientes del Holocausto, y su profesor de dibujo fue el también sobreviviente Yehuda Bacon, que trabaja hasta hoy como docente de arte en Israel. Sus trabajos están llenos de alusiones metafóricas al Holocausto, como en estos zapatos, que se pueden ver en la exposición en el Parlamento alemán.
Imagen: Sigalit Landau
"La muerte no tiene la última palabra"
Sigalit Landau recolectó 100 pares de zapatos en Israel y los arrojó al Mar Muerto. El mar los cubrió con capas de sal, y ahora son símbolos de la vida que vence a la muerte. Su deseo era que se expusieran en Berlín como símbolo de la esperanza que vence a la desesperación. La exposición “La muerte no tiene la última palabra” se puede ver hasta el 27 de febrero en el Parlamento Alemán, en Berlín.