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El "partygate" pone contra las cuerdas a Boris Johnson

Barbara Wesel
18 de enero de 2022

Las revelaciones sobre las fiestas que hubo en Downing Street durante el confinamiento por la pandemia ponen cada vez más en peligro la supervivencia política del primer ministro británico, Boris Johnson.

Großbritannien London | Premierminister Boris Johnson
Imagen: Henry Nicholls/REUTERS

Sus adversarios políticos llevaban tiempo diciendo que Boris Johnson provocaría su propia caída con su desprecio por los deberes y las normas. Ahora parece que el "partygate" podría acelerar dramáticamente su fin como primer ministro.

Tras las recientes revelaciones sobre la celebración de fiestas en Downing Street durante el confinamiento, Johnson se sintió obligado a pedir perdón a la propia Reina Isabel II, ya que en abril se celebraron dos fiestas en vísperas del funeral de su marido, el príncipe Felipe. En el diario conservador Times, el comentarista Daniel Finkelstein escribió: "La estupidez y la arrogancia del número 10 son asombrosas", y sugirió la dimisión de Johnson. 

Poco antes, Johnson ya había admitido en el Parlamento haber asistido a una fiesta en el jardín de Downing Street en mayo de 2020 y se disculpó alegando que pensaba que se trataba de una "reunión de trabajo", con lo que se ganó una oleada de burlas y mofas en Twitter: "Material de oficina" está escrito encima del estante de vinos del supermercado en este tuit.

La conmovedora imagen de la reina, de 95 años, sentada sola y lejos de su familia en el banco el día del funeral del príncipe Felipe, cumpliendo así con las reglas contra el coronavirus, se convirtió en un símbolo del comportamiento del jefe de gobierno, percibido como irrespetuoso e indignante.

Una regla para los gobernantes, otra para el pueblo

La mayoría de los británicos ha dado la espalda a su primer ministro con indignación. Su partido ha quedado diez puntos por detrás de la oposición.

El domingo (16.1.2022), el presentador de Sky News, Trevor Phillips, apenas pudo contener las lágrimas al entrevistar al diputado tory Oliver Dowden sobre el "partygate". Su hija había muerto sola en su casa en abril de 2021, durante el encierro, sin que su familia pudiera estar con ella, al mismo tiempo que se celebraba en el jardín de Downing Street una fiesta con algunas decenas de empleados, a la que acudió el primer ministro Boris Johnson. "¿Puede el primer ministro entender por qué la gente está tan enfadada?", preguntó Philips a su entrevistado. 

La conclusión de muchos británicos es que hay una regla para los gobernantes  otra para el pueblo. Es esta violación del principio de equidad lo que hace que el "partygate" sea tan peligroso para Boris Johnson.

Ataque contra la BBC

Durante el fin de semana, la ministra de Cultura, Nadine Dorries, una de las más firmes defensoras de Johnson, declaró que el Gobierno quería suprimir el canon de la BBC en 2027 y sustituirlo por un nuevo modelo de financiación. Esto significaría el fin de la emisora, de gran tradición, considerada como un faro del periodismo de calidad. El ala derecha de los conservadores, que desde hace tiempo denuncia a la BBC como izquierdista y tendenciosa, aplaude esta propuesta. 

Pero ¿quiere Johnson apaciguar a los derechistas de su partido con el tema de la BBC? El Partido Laborista de la oposición considera que el anuncio contra la BBC es un ataque para distraer a la gente: "El primer ministro cree que los que informan sobre su incumplimiento de las normas deben cargar con las consecuencias, mientras él se sale con la suya", dice la diputada laborista Lucy Powell.

Pidiendo perdón: Boris Johnson y la Reina en junio de 2021.Imagen: Dominic Lipinski/AFP/Getty Images

La forma en que el Ejecutivo quiere ahora enderezar la situación encaja con esto. El plan consiste en hacer una limpieza entre la prensa, los asesores y otras personas que el primer ministro considera que le han arrastrado al escándalo. La anunciada noche de los cuchillos largos ya es objeto de burla como la "larga noche de los chivos expiatorios".

Boris Johnson tiene que luchar por mantenerse en el cargo. Tras una interminable cadena de escándalos, este es el primero que se convierte en una verdadera amenaza para el primer ministro. El despilfarro de miles de millones de libras en la compra de ropa médica protectora, de la que se beneficiaron descaradamente los partidarios de los conservadores, o la costosa renovación de la residencia oficial de Downing Street, donde la esposa del primer ministro hizo colgar papel pintado de oro, fueron escándalos que Johnson sorteó con su característica ligereza.

Sin embargo, las fiestas durante el confinamiento podrían acabar con él. Se espera que para finales de esta semana una funcionaria independiente publique un informe detallado de todos los incumplimientos del gobierno durante la pandemia. El informe de Susan Gray podría ser la gota que colma el vaso.

Los periódicos británicos informan de que la comisión responsable del partido ya ha recibido 35 de las 54 cartas necesarias para una moción de censura. Solo su propio partido puede expulsar al primer ministro, pero es todavía incierto si lo hará y cuándo. Mientras tanto, en el gabinete de Johnson, los primeros candidatos a la sucesión se están perfilando: la ministra de Asuntos Exteriores, Liz Truss, y el ministro de Finanzas, Rishi Sunak.

(gg/ms)

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