El Tages Anzeiger de Ginebra opina: "Turquía cambia, y muy rápidamente. Pero es que también tiene que darse prisa si, de verdad, quiere que a finales del 2004 la Unión Europea le dé luz verde para iniciar las negociaciones. El informe de Bruselas no contuvo sólo dulces, también hubo su cuota de verdades amargas. Esto atañe sobre todo a la isla de Chipre, dividida desde 1974. Sin que Turquía mueva sus hilos en la solución de la dicotomía chipriota, la Comisión y los 25 Gobiernos europeos no abrirán la puerta a las negociaciones".

En un largo comentario de Frankfurter Allgemeine Zeitung se analiza el discurso utilizado por el canciller Schröder al hablar de la posible integración de Turquía a la Unión Europea: "La integración de Turquía en la Unión Europea es de especial interés geopolítico y nacional para Alemania, ha dicho Schröder. ¿Por qué? Porque el futuro democrático de Turquía se volvería incierto de no estar unido a Europa? Eso se contradice con lo enunciado por Erdogan, con respecto a que Turquía y Europa comparten los mismos valores. Si Erdogan tiene razón, no hay por qué temer por Turquía en caso de que lograse entrar a la Unión. Es decir, al igual que otras democracias europeas, no va a caer en el extremismo ni hará migas con el enemigo de Occidente".

La visión de los directamente afectados por el informe de Bruselas se encuentra en el comentario del diario liberal conservador Dwenik, que comenta de esta manera el que se haya nombrado en un mismo grupo a Bulgaria y Rumania: "Los dirigentes europeos han convertido la integración de Bulgaria y Rumania a la Unión Europea en una extraña competencia. La repetida comparación de este hecho con una competencia en la que cada país tiene un "carril propio" y una evaluación según "resultados individuales" comienza a sonar raro. Según el principio a seguir para la ampliación que mencionan en el documento `estratégico´, ambos países serán aceptados sólo en paquete. Esto hace que los progresos mencionados no tengan ninguna validez".