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El petróleo como arma de guerra

27 de febrero de 2003

Malasia lidera la amenaza de algunos países islámicos de un embargo del petróleo como instrumento de presión contra Occidente para evitar una guerra con Irak. Los expertos no creen que esta táctica se materialice.

El mandatario malayo, Mahathir Mohamad, quierre cerrar la canilla del petróleo para presionar a Occidente.Imagen: AP

El primer Ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, sugirió " utilizar nuestros pozos de petróleo para ejercer presión. Hhay un consenso sobre la necesidad de que pensemos sobre estas cosas", añadió.

Este planteamiento fue pronunciado al margen de una reunión extraordinaria de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), compuesta por 57 países, incluyendo a 20 países productores de petróleo, entre ellos seis de los 10 primeros exportadores de petróleo del mundo. Asimismo se instó a que Irak cumpla con los términos de la resolución 1441 de Naciones Unidas y coopere plenamente con los inspectores de armas de la ONU.

Arma de doble filo

La propuesta no es nueva. En el pasado, Mahathir ya había sugerido que el mundo musulmán podría utilizar el petróleo como medio de presión sobre Occidente. Al mismo tiempo se reconoce el peligro de este tipo de estrategia. El petróleo sería "un arma de doble filo, si el precio se va hacia arriba, muchos de los países del sur y naciones poco desarrolladas sufrirán", dijo el mandatario en la clausura de la reunión de la OCI.

Más allá de estas amenazas, cabe destacar que hasta ahora Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo del mundo, junto a productores islámicos como Irán, han ignorado reiteradamente llamamientos para utilizar el crudo como un arma, conscientes de las consecuencias del último intento por vincular el suministro de petróleo con la política.

Todos recuerdan el embargo árabe del petróleo de 1973-1974. "Para nosotros, el petróleo es una herramienta económica, no un arma", se apresuró en declarar el ministro del Petróleo de Kuwait, Sheikh al-Fahd. Según las autoridades kuwaitíes, la opción del embargo "empeoraría las cosas y dañaría los esfuerzos honestos por resolver la crisis iraquí por vía diplomática, obligando al régimen de Bagdad a acatar totalmente la resolución 1.441".

Consenso dudoso

Según los expertos, más allá de estas afirmaciones fruto del actual contexto político, las posibilidades de lograr una posición común islámica frente al conflicto son dudosas.

Mientras que Malasia hace un llamado para romper con el "colonialismo occidental", Kuwait presta su suelo para que los soldados estadounidenses preparen una invasión contra el vecino Irak. Turquía, que también pertenece a la OCI, representa un caso similar, al haber llegado a un acuerdo para el despliegue de tropas estadounidenses en el país, que sería el eje de la invasión de Irak desde el norte.

Mercados nerviosos

Por su parte, el presidente de turno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el ministro qatarí de Energía, Abdulá al Attiya, aseguró que la "OPEP esperará meses" antes de reducir la producción. Se trata de tranquilizar a los mercados, donde el precio del petróleo parece haberse establecido, de momento, por encima de la zona crítica de 30 dólares por barril.

La OPEP controla el 40% del mercado petrolero mundial.

La OPEP, a la cual pertenece Irak, está compuesta por 11 países, todos ellos islámicos, excepto Venezuela. El cartel, que es responsable del 40% de la producción mundial de petróleo, incluye a los únicos países con capacidad suficiente en el mundo para reemplazar la ausencia del crudo iraquí, que representa el 3,5% de la producción global en condiciones normales.

La amenaza de un embargo refuerza a los expertos que esperan que, una vez superada la crisis en favor de los Estados Unidos y sus aliados, Irak se "occidentalice" y se aleje de la OPEP. Es un paso considerdo crucial para pasar a un mercado petrolero mundial más estable, siempre que la OPEP pierda su margen para dictar el precio del petróleo. Esta ambicón de romper el cartel, confirma indirectamente el carácter de arma de doble filo que supondría emplear el petróleo como elemento de presión.

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