El petro, la moneda invisible
31 de enero de 2019En enero de 2018, el Bitcoin, la criptomoneda de referencia, alcanzó su 'cotización' máxima, rozando los 20.000 dólares: en un año su precio se había multiplicado por veinte. En plena fiebre del oro digital, el Gobierno de Venezuela lanzó el petro, una moneda basada en la tecnología blockchain y teóricamente respaldada por los 5.342 millones de barriles de petróleo de las reservas de la Faja del Orinoco. Las autoridades dijeron haber recaudado con la primera emisión más de 700 millones de dólares. Como el sistema está centralizado en manos de la Superintendencia Nacional de Criptomonedas y Actividades Conexas (Sunacrip), no se pueden comprobar los datos. Los expertos los toman con cautela.
"El petro fue básicamente un fracaso", nos resume Jhonathan Higuera, analista de la Universidad Nacional de Colombia y miembro de la Fundación Blockchain. "Es curioso, porque el volumen total de bitcoins que se negocia a través de localbitcoins en el mundo es en promedio 13.000 semanales... solo Venezuela opera una media de 1.800, el 13% del volumen mundial", explica. "Aun en esas circunstancias favorables, porque la gente está predispuesta a usar criptomonedas, el petro no funcionó". Admite que hay petros en circulación, pero de forma marginal.
Alexander Bolívar, venezolano licenciado en Comercio Internacional, en Europa desde mayo, coincide en su visión negativa. "Ni siquiera funciona", explica a DW. Al preguntarle si compró petros, es tajante: "no, porque si lo sacaba el Estado venezolano, iba a ser un fracaso". El hecho de que la Asamblea General, controlada por la oposición, advirtiera que la nueva criptomoneda era ilegal, aumentó la incertidumbre.
Sunacrip: "Si quiere información del petro, pulse el uno"
Hemos intentado sin éxito recabar de las autoridades un balance de este primer año del petro. Así que nos tendremos que remitir a lo que han ido declarando. El Gobierno siguió impulsando su nueva criptomoneda hasta el punto de adoptarla para muchos de sus pagos, como el de las pensiones, e imponerla para otros, como el de las indemnizaciones judiciales. Como su uso como moneda de cambio no avanzaba, empezó a promoverla como medio de ahorro. En agosto pasado, la petrolera estatal venezolana Pdvsa anunció que usaría el Petro como moneda contable, algo que hizo también luego el Gobierno para presentar sus Presupuestos Generales.
La economía del país adoptaba así la nueva moneda. Se convirtió en un instrumento más de la política monetaria. Se fijó el salario mínimo en medio petro, mientras se devaluaba la moneda oficial, el bolívar, quitándole cinco ceros. Maduro declaraba el 27 de agosto que la economía se anclaba al petro, respaldada en reservas petroleras, mientras decía del dólar que "no tiene respaldo y es una maquinita que imprime dinero". Y una maquinita que imprime dinero irresponsablemente para financiar a un gobierno, Maduro lo sabe, produce inflación descontrolada.
¿Moneda para los pagos internacionales?
"Una moneda, todo sistema monetario, funciona básicamente por la confianza que hay detrás de ella. Como hemos llegado a un gobierno en el que nadie cree, en la práctica no hay diferencia alguna entre el petro y el bolívar fuerte", explica Higuera. Si dentro del país la adopción inicial del petro no fue muy extendida, tampoco en el exterior. El presidente estadounidense Donald Trump firmó una orden para prohibir usarla. Pero tampoco ha sido muy aceptada entre los socios venezolanos.
En noviembre, el ministro de Petróleo y presidente de Pdvsa anunció que en el "primer trimestre" de este año "estaremos vendiendo todos nuestros productos en esa criptomoneda". Y que trataría de que la OPEP la adoptara "para convertir esta moneda digital en el futuro de las transacciones petroleras". Sin embargo, el único que se mostró dispuesto a utilizar el petro fue Turquía, un país que también se ha sentido perjudicado por el dólar y que también ha buscado medidas monetarias arbitristas apelando al patriotismo económico. Parecería que el único dispuesto a utilizar la moneda es el propio Gobierno venezolano, que ha anunciado importaciones millonarias en petros.
Incluso cuando Maduro anunció en diciembre haber cerrado contratos con Rusia por valor de 6.000 millones de dólares, pagó con petróleo y oro venezolano las 600.000 toneladas de trigo "para el pan del pueblo venezolano" y el equipamiento militar ruso. El viceministro de Finanzas ruso, Serguéi Storchak, admitió una semana después que delegados de su administración y del Banco Central de Rusia habían visitado Venezuela para conocer la nueva "criptomoneda que implementa" el país, pero "nada más que eso". "En lo que respecta a los pagos [en petros] no hay nada", zanjó. El principal socio comercial de Venezuela prefería recurrir al tradicional trueque que al petro.
Números rojos
El propio Maduro admitió a mediados de enero que la mayoría de las empresas públicas están en números rojos. Dijo, además, que los ingresos del petróleo habían bajado un 994% entre 2013 y 2018, una incongruencia matemática que puede deberse a un desliz. Hasta ahora había culpado a un supuesto bloqueo estadounidense de la hiperinflación y del desabastecimiento que sufre Venezuela. Esta semana EE.UU. anunció efectivamente un bloqueo a los fondos del petróleo.
David Jacobs, investigador de la cátedra de Política Internacional de la Universidad de Colonia especializado en Latinoamérica, explica que "por supuesto, ni siquiera las medidas económicas apropiadas resultan de ayuda cuando el aparato estatal está devorado por la corrupción". "Si bien el intento de Maduro no se puede decir que fuera descabellado, sí que ha resultado fallido", resume sobre el petro.
Con esta moneda, el Gobierno de Venezuela ha intentado, entre otras cosas, cumplir la obsesión que ya tenía Hugo Chávez por pagar sus importaciones en moneda propia. Pero no está claro que ni Maduro ni la economía venezolana vayan a conseguir así mantener el equilibrio. Ni siquiera un año más. "Si Juan Guaidó se impone en la lucha de poder por la presidencia, el petro pronto será historia", vaticina Jacobs.
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(er)