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El poder de Google

4 de noviembre de 2009

Google planea digitalizar millones de libros sin respetar el derecho de autor. DW-WORLD habló sobre el tema con Daniel Divinsky, editor y fundador de Ediciones De La Flor, de Buenos Aires.

Texto de un libro en Google.Imagen: AP

A través del acuerdo firmado entre autores y editores estadounidenses y Google, éste obtendría el derecho, pagando 125 millones de dólares, de escanear y colocar en la red las llamadas “obras huérfanas”, cuyo autor se desconoce, pero que están protegidas por el derecho de autor. Entre otras, se cuentan libros de universidades y bibliotecas estadounidenses. La Alianza Open Book se opone al proyecto de digitalización de Google, acusándolo de monopolio. En Europa y EE.UU. se alzan cada vez más voces en su contra. Ahora se espera una nueva versión del contrato entre Google y las asociaciones de escritores de EE.UU. para el 9 de noviembre.

Deutsche Welle conversó con Daniel Divinsky, editor y fundador de una de las editoriales independientes más tradicionales de Buenos Aires, Argentina, Ediciones De La Flor, sobre el futuro del libro en papel y la posibilidad de poner coto al poder ilimitado de Google.

Deutsche Welle: ¿Qué nos puede decir acerca de la digitalización de libros? ¿Se puede hablar de un futuro digital para el libro?

Daniel Divinsky: En principio, no tengo nada en contra de la digitalización, porque sería como oponerse al avance de la tecnología. En cuanto a la discrecionalidad con la que Google ha avanzado sobre los derechos de editoriales y autores, me opongo totalmente. Ya hicimos la formal oposición que permite esta especie de acuerdo celebrado en EE.UU. para impedir que nuestros libros sean digitalizados sin autorización especial. Es decir que esta prepotencia de Google de dar por consentida su actitud si no se expresaba lo contrario era realmente de una calidad dictatorial imposible de soportar. En cuanto al futuro, hace unos cuantos años, cuando apareció el CD-Rom se hizo un congreso internacional de editores en Buenos Aires, el Congreso de la Unión Internacional de Editores, sostenido por los propulsores de los CD-Rom, en el que casi nos hicieron cantar la canción de despedida del libro. Esto, sin embargo, no se produjo, porque el CD-Rom fue desplazado después por la comunicación de contenidos a través de Internet. Por eso pienso que no se va a producir una abolición definitiva del libro sobre papel, sino que coexistirá pacíficamente, como coexistió el cine con la televisión, el teatro con la radio, y los diversos medios de comunicación.

¿Qué opina con respecto al acuerdo firmado entre autores y editores de EE.UU. y Google? ¿Cree que a través de ese acuerdo se puede llegar a limitar el poder de monopolio que tiene Google?

Daniel Divinsky, en el centro, el vicecanciller argentino Victorio Taccetti (izq.) y el escritor Mempo Giardinelli (dcha.) en la Feria del Libro de Fráncfort 2009.Imagen: picture-alliance/ dpa

Pienso que no va a ser posible limitar ese poder porque hay una imposibilidad total de controlar qué es lo que se vierte en la red, por mejor que sea la disposición de Google, y dudo de esa buena disposición. En el caso particular de libros de mi editorial, de Ediciones De La Flor, han sido digitalizados y puestos en la red por portales que no pidieron la menor autorización. En algunos casos, muy formales, como un portal francés que colocó libros de Quino, el autor de Mafalda en la red, quienes, intimados a dejar de hacerlo, lo retiraron alegando que ignoraban que hubiera derecho de autor. O sea que la posibilidad de mentir acerca del conocimiento sobre la titularidad de los derechos es un obstáculo a esa supuesta buena fe. Veo que sí hay posibilidades de limitar el poder que tiene Google. Cuando vinieron algunos de los muy proactivos directores de Google a Buenos Aires invitaron a una cantidad de editores a almorzar, y yo me negué a ir. Hay diversas formas de limitar su poder.

¿Qué significa la digitalización para las editoriales de España y América Latina?

Mafalda, creación de Quino.Imagen: Quino

En el caso de América Latina, en donde la consulta de libros por Internet no está tan difundida como en los países del mundo desarrollado, sería de alguna manera un peligro menor. De todas maneras hay que contar como un punto a favor del libro en soporte papel ciertos hábitos tradicionales de consumo incorporados, que no son remplazados por los libros electrónicos, ni siquiera con aquellos que permiten dramatizar el dar vuelta la página. Porque incluso hay algunos que tienen incorporado ese mecanismo. Umberto Eco dijo en una conferencia reciente en Turín que a él no le importa si el libro está sobre papel o en un aparatito electrónico, siempre y cuando él pueda mojar su dedo en la lengua para dar vuelta la página.

¿Qué diferencia, según usted, al lector de libros en papel del lector digital?

No sé porque hasta ahora no he conocido ningún lector digital. La gente de mi edad y la que me rodea todavía es muy tradicionalista.

¿Los nuevos escritores podrán ser descubiertos en Internet?

Creo que hay una especie de falso optimismo, en la medida en que la proliferación de los blogs, donde cada uno “publica” lo que quiere a través de Internet, parece permitir imaginar que alguien lee lo que cualquiera publica. Y esto realmente es una fantasía. Muy poca gente consulta los blogs. Es un núcleo reducido de la población. Y también la difusión que se obtiene a través de ese mecanismo es muy acotada.

¿Cómo ve el futuro del libro en América Latina?

Siendo que el principal obstáculo que tenía la difusión del libro editado en países latinoamericanos era el de la distribución, la posibilidad de la compra de libros a través de Internet, ya se directamente de las editoriales o de librerías online, ha favorecido enormemente sortear esa barrera básica que era la distribución. O sea que el lector interesado que se entera de la existencia de un libro puede llegar a conseguirlo a pesar de que ninguna librería en su país lo tenga.

Daniel Divinsky fundó en 1966 la editorial Ediciones De La Flor en Buenos Aires, una de las pocas editoriales argentinas que sigue siendo independiente. Es abogado pero decidió ser editor. Junto a su mujer y socia editorial desde 1970, Ana María (Kuki) Miler, tuvo que exiliarse entre 1977 y 1983 en Venezuela durante la dictadura militar argentina. Al regresar fueron encarcelados sin juicio en Argentina, como consecuencia de la prohibición de un libro infantil publicado por De La Flor con derechos comprados a una editorial alemana. Además de ensayo político, narrativa y teatro ha publicado obras de humor gráfico como la de Quino, el dibujante de Mafalda, Fontanarrosa, Caloi y Rep.

Entrevista: Cristina Papaleo

Editor: Enrique López Magallón

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