La disputa sobre la reforma judicial prevista en Polonia se torna religiosa y revela la estrecha relación del gobierno del PiS con los clérigos conservadores del país.
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¿Es la controvertida reforma judicial en Polonia, contra la que miles de personas están protestando en las calles, compatible con la fe católica? Lo que podría parecer una pregunta irrelevante, es para Polonia de vital importancia. El 92 por ciento de los aproximadamente 38 millones de habitantes del país profesan la fe católica, la mitad de los cuales acude regularmente a misa.
Pero, ¿de qué fe católica se trata? El gobierno del conservador partido Ley y Justicia (PiS) no se suma, por ejemplo, en la cuestión de los refugiados al papa Francisco y su llamamiento a la solidaridad con ellos. Eso a pesar de ovacionarlo en Cracovia en julio del año pasado durante la Jornada Mundial de la Juventud. Menos, eso sí, que a Juan Pablo II, venerado en su país mucho antes de ser canonizado.
La iglesia guarda silencio
Cada vez parece más estrecha la conexión entre el PiS y la Conferencia Episcopal polaca. Sin embargo, el 17 de julio su portavoz Pawel Rytel-Andrianik, anunció que la Iglesia no se pronunciaría sobre la disputa en torno a la reforma judicial. Tres días después, el 20 de julio, el arzobispo primado Wojciech Polak hizo un llamamiento, en vista de las masivas protestas, a "preservar los principios del Estado democrático de derecho".
Un gesto débil, encuentra Malgorzata Gersdorf, presidente de la Corte Suprema de Polonia: "la única institución que podía conseguir algo en Polonia es la Iglesia", explicó en una entrevista con el diario Süddeutsche Zeitung. "Pero no espero nada de ella, está estrechamente vinculada al partido del gobierno; por eso ni ha dicho nada ni va a hacerlo". El gobierno aumentó los subsidios estatales para la Iglesia, mejoró la educación religiosa voluntaria en las escuelas y bloqueó el uso de la píldora "del día después".
"Baluarte del cristianismo"
Polonia como "baluarte de la cristiandad", como el hogar del "Papa del milenio ", Juan Pablo II. Esta visión comparten la Conferencia Episcopal y el gobierno polacos. Sirve tanto para defenderse contra la secularización de Occidente como contra la percibida propagación del Islam. Pero también, 25 años después de la caída del muro de Berlín, el influjo se difumina: las creencias también evolucionan. Según un estudio, el número de polacos que se guían por las directrices de la Iglesia ha descendido desde 2005 del 66 al 39 por ciento.
"Un partido autoritario, el Ley y Justicia de Jaroslaw Kaczynski, ha tendido la mano al catolicismo fundamentalista", resumió el teólogo y ex sacerdote jesuita Stanislaw Obirek el año pasado en una entrevista con la emisora Mitteldeutsche Rundfunk. La iglesia se ha convertido en un actor político en Polonia. Aun cuando apoya al papa Francisco, la mayoría del clero polaco es conservador y pide el voto para el PiS, explica Obirek. "La situación política que tenemos hoy en Polonia se debe al servilismo de todos los partidos políticos hacia la Iglesia".
Autora: Astrid Prange (LGC/ CP)
Lech Walesa, ícono de "Solidaridad"
Consiguió doblegar al comunimo en Polonia. Hoy puede mirar hacia atrás consciente de que su liderazgo sindical ayudó a cambiar el mundo.
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Rebelde, premio Nobel y expresidente
El antiguo líder del sindicato Solidaridad y posteriormente presidente de Polonia consiguió doblegar al comunismo polaco. Lech Walesa ha recibido incontables reconocimientos por sus logros políticos. El 29 de septiembre (de 2013) cumplió 70 años.
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Instigador
Cuando en el verano de 1980 se disparó el precio de la carne, se desató una oleada de huelgas por toda Polonia. Walesa, que había trabajado como electricista en un astillero de Gdansk desde 1967 y que había pasado un tiempo en la cárcel por su activismo a favor del sindicalismo libre, estaba fichado por las autoridades. Aún así, el 14 de agosto se convirtió en líder del movimiento Solidaridad.
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Solidaridad
Tras ocupar los astilleros de Gdansk, trabajadores de toda Polonia probaron suerte con esta táctica. Walesa era el único que negociaba con el Gobierno en nombre del recientemente fundado sindicato Solidaridad. Esta movimiento de trabajadores, sin parangón hasta entonces, pronto se convirtió en una organización independiente con más de 10 millones de miembros.
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Con la bendición de la Iglesia
Tras décadas de gobierno comunista, la mayoría de los polacos seguía manteniendo su fe en la Iglesia católica, resistiéndose a adoptar el ateísmo promovido por el Estado. La influyente Iglesia polaca apoyó desde el principio las movilizaciones obreras. El obispo Henryk Jankowski se codeaba con Walesa, que había sido educado en la fe católica.
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Una larga lucha
El 31 de agosto de 1980 concluyeron las huelgas masivas con un acuerdo entre el comité sindical y la delegación de Gobierno. Se pactó el derecho legal a la huelga, la fundación de un sindicato independiente, mejoras en el sistema social y la liberación de prisioneros políticos. En noviembre, un tribunal de Varsovia legalizó el movimiento Solidaridad.
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De líder a prisionero
Hasta diciembre de 1981, Walesa dirigió el Comité de Coordinación Nacional de Solidaridad. Cuando, ese mismo mes, el líder del partido comunista y primer ministro Wojciech Jaruzelski decretó la ley marcial, Walesa fue encarcelado durante casi un año en una prisión cercana a la Unión Soviética.
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1983: Premio Nobel de la Paz
En 1982, la revista Time declaró a Walesa como el "hombre del año". Tras esta distinción, llegaron otros reconocimientos. Cuando se anunció a Walesa como destinatario del Nobel de la Paz en 1983, el líder sindicalista pensó que el Gobierno comunista no le dejaría entrar de nuevo en el país si asistía a la ceremonia de entrega. Su esposa y su hijo de 13 años recogieron el Premio en Oslo.
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Dona el dinero del Premio Nobel
Cientos de creyentes fueron testigos de cómo Walesa dedicó el Premio Nobel a la Virgen Negra, en la ciudad de Częstochowa, al sur del país, uno de los lugares más importantes de peregrinación de la Iglesia católica. Walesa donó el dinero del galardón sueco a una fundación de ayuda a los necesitados.
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Pulso al Gobierno
En 1983, Walesa pidió permiso para volver a los astilleros de Gdansk, pero debió permanecer bajo arresto domiciliario hasta 1987. El movimiento Solidaridad continuó convocando huelgas en minas, astilleros y sector transportes entre 1981 y 1988.
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El Papa
Walesa conoció al papa Juan Pablo por primera vez en julio de 1983, durante una visita del prelado a su país. Ocho años después, Walesa besó la mano del pontífice convertido en el primer presidente de la Polonia postcomunista. Lo hizo mientras sostenía en la mano la primera edición de la Constitución polaca, de 200 años de edad.
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Retirarse con dignidad
A finales de 1995, Walesa había perdido el apoyo del pueblo polaco y no fue reelegido presidente. Pero todavía disfrutaba del aprecio del resto del mundo, incluyendo al Dalai Lama, que se arrodilló ante el hombre que logró grandes cambios en Polonia.
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Amistad germano-polaca
En Alemania se considera que Walesa allanó el camino de la reunificación. En el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, Walesa acudió como símbolo de la reconciliación entre Polonia y Alemania.
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Un icono decadente
Hoy día se mira a Lech Walesa con actitud crítica, entre otras razones, por sus declaraciones discriminatorias contra los homosexuales. Una película del famoso director Andrzej Wajda, proyectada este año en el Festival de Venecia, presenta al exlíder no exento de defectos.
Imagen: Labiennale
Multitud de reconocimientos
El camino de Lech Walesa desde electricista a premio Nobel y presidente de Polonia ha sido largo. Actualmente cuenta con doctorados honoríficos y distinciones. Puede echar la vista atrás y recordar cuando, hace más de tres décadas, lideró a quienes buscaban un cambio político en Polonia.