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El prontuario de Saddam

13 de septiembre de 2002

Con un largo catálogo de acusaciones contra el régimen iraquí, George Bush llamó a la ONU a cumplir la misión para la que fue creada: el resguardo de la paz y la seguridad.

Bush expone sus cargos contra Bagdad ante la Asamblea General.Imagen: AP

Tras meses de polémicas y especulaciones, el debate sobre una nueva intervención militar en Irak se trasladó finalmente al foro que en rigor le corresponde: las Naciones Unidas. La Asamblea General se inauguró este jueves bajo el signo del nuevo desafío que se plantea a la organización internacional.

El dilema actual quedó claramente en evidencia en el discurso inicial del secretario general. Kofi Annan advirtió que sólo la ONU puede conferir legitimidad al empleo de la fuerza militar pero, al mismo tiempo, indicó que si Irak sigue resistiéndose a cumplir las resoluciones del organismo, el Consejo de Seguridad tendrá que asumir la responsabilidad.

El alegato de Bush

Es justamente éste el punto en que hizo hincapié el presidente estadounidense, George Bush, en su esperado discurso ante la asamblea. Su llamado a actuar contra Bagdad fue avalado por un documento de 22 páginas, que puso a circular oportunamente la Casa Blanca, en el que se registran los reiterados desacatos de Bagdad a 16 resoluciones de la ONU.

El mandatario estadounidense, ciertamente, tiene argumentos que esgrimir contra el régimen iraquí. Sabido es que la dictadura de Saddam Hussein dista de ser inofensiva y las sospechas de que no ha renunciado a las armas de exterminio masivo no carecen de fundamentos. Con la detallada enumeración de las agresiones y crímenes de Bagdad incluso contra su propia población, Bush presentó su alegato, como un fiscal que expone los cargos ante un tribunal. Y pidió con toda claridad una sentencia: neutralizar la amenaza que supone Irak.

Recuento de fracasos

Pero sus palabras no apuntaron en primera línea a ejercer presión sobre Bagdad, que hasta ahora ha demostrado poca receptividad a las advertencias de Washington, sino sobre la propia ONU; porque el listado de las fechorías de Saddam Hussein equivale prácticamente al recuento de los fracasos de la organización mundial en sus esfuerzos por hacerlo entrar en vereda. Queremos que la ONU sea eficaz y respetada, afirmó el presidente. Y, en este contexto, la afirmación equivale a una exhortación.

"Las justas demandas de paz y seguridad deben ser satisfechas, o será inevitable actuar", puntualizó el jefe de la Casa Blanca, destacando que no se puede permanecer de brazos cruzados viendo como el peligro aumenta. Pero tampoco esta vez presentó pruebas fehacientes de la forma concreta que adopta ese peligro en la actualidad.

El discurso de Bush no contuvo en el fondo mayores revelaciones, ni elementos que impriman un nuevo giro al debate, salvo su voluntad de movilizar a la ONU para neutralizar al régimen de Saddam Hussein. Por parte de Washington, en todo caso, la decisión a todas luces ya está tomada.