En medio de la pandemia, montó su propio negocio con un amigo: dejó su trabajo en la dirección de una empresa de medios de comunicación y abrió una funeraria. Con el recuerdo permanente de la repentina muerte de su madre y cómo esta fase de despedida podría haber sido mucho más sanadora. Quiere ser un verdadero apoyo para sus clientes en momentos de dolor. En su anhelado nuevo trabajo, Birgit Scheffler experimenta mucho sufrimiento. Pero rara vez se lo lleva a casa: su hija de seis años la espera allí. Todavía tiene que acostumbrarse a los horarios de trabajo; al fin y al cabo, la gente no se muere de lunes a viernes entre las 9 y las 17 horas. La pandemia es especialmente difícil para quienes trabajan en pompas fúnebres. Birgit Scheffler apenas puede dormir antes de un funeral: es demasiado consciente de la responsabilidad del último adiós. Un reportaje de Marie Kamprath