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El reto de cultivar terrenos pantanosos y proteger el clima

5 de noviembre de 2025

Los humedales drenados causan hoy más emisiones de CO₂ que todo el tráfico aéreo mundial. En Alemania, algunos agricultores experimentan con volver a inundarlos. Pero aún es un modelo de negocio incierto.

Humedal.
Bajo la superficie de antiguos humedales drenados, se almacenan enormes cantidades de carbono.Imagen: Wolfgang Cezanne/picture alliance

Quien visite la finca de Henning Voigt, cerca de la costa oriental de Alemania, probablemente termine con los pies mojados. Hace unos 25 años, su padre comenzó a rehidratar un terreno que había sido drenado durante generaciones. "Somos una explotación ecológica desde 1996 y gestionamos 350 hectáreas de pasto, la mayoría muy húmeda", cuenta Voigt a DW.

El heno que cosecha lo utiliza una central eléctrica para producir calefacción urbana. No es posible criar ganado en estos terrenos, porque el valor nutritivo de las plantas del pantano es demasiado bajo. "Las vacas mueren de hambre con el estómago lleno", explica Voigt. Por ese motivo, ha ido reduciendo cada vez más su ganado vacuno.

Durante siglos, Alemania ha drenado sistemáticamente sus turberas y pantanos para ampliar la superficie agrícola. Hoy, solo un dos por ciento conserva su estado natural. "Aunque apenas el siete por ciento de la superficie agrícola proviene de antiguos humedales, generan casi el 40 por ciento de las emisiones del sector", explica la científica Franziska Tanneberger. Bajo su superficie se almacenan enormes cantidades de carbono: ocupan apenas el tres por ciento del planeta, pero concentran un tercio del carbono terrestre, el doble que todos los bosques juntos.

Los pantanos drenados, una amenaza climática

Cuando se drenan los pantanos, el carbono entra en contacto con el oxígeno y se transforma en CO₂. Así, los antiguos humedales se convierten en emisores netos, incluso superiores a todo el tráfico aéreo mundial.

"Por suerte, en otras partes del mundo, alrededor del 85 por ciento de los humedales, es decir, una proporción realmente muy grande, sigue en buen estado natural y húmedo", dice Tanneberger. "Pero cada año se drenan otras 500.000 hectáreas".

Volver a inundar antiguos pantanos

Desde el punto de vista climático, lo mejor sería proteger los humedales intactos y volver a humedecer los que fueron drenados. Pero eso no es tan fácil. En muchos países tropicales, los pantanos se drenan para ganar tierras de cultivo, y su importancia ecológica no se reconoce, opina Tanneberger.

La investigadora Franziska Tanneberger, experta en humedales.Imagen: Mike Schmidt/IMAGO

En Europa, donde se concentran la mayoría de los humedales drenados, el desafío es restaurarlos sin destruir el sustento agrícola. "¿Por qué deberíamos volver a inundar los terrenos si no obtenemos ningún valor económico?", plantea al respecto Karsten Padeken, del sindicato agrícola Landvolk Niedersachsen.

Las oportunidades de la paludicultura

La llamada paludicultura —el cultivo de suelos húmedos— busca ofrecer alternativas sostenibles. Las plantas que crecen en los pantanos, como juncos, espadañas o cárices, pueden usarse para biogás, calefacción o materiales de construcción ecológicos. Estos productos, prototipos y servicios están recogidos en el llamado Paludikatalog.

Para Padeken, la paludicultura es algo marginal. "Todavía no está tan avanzada como para poder aplicarse de forma masiva", destaca el agricultor. "Ni siquiera a pequeña escala". De hecho, la mayoría de proyectos incluidos en el Paludikatalog se encuentra en fase de pruebas. Al mercado solo han llegado unos pocos.

La paludicultura enfrenta el dilema del huevo y la gallina: mientras no exista una oferta amplia de productos derivados de humedales, no habrá demanda. Pero, sin demanda, tampoco vale la pena producirlos. Y cuando esa demanda finalmente llegue, los agricultores no podrán responder de inmediato, porque los suelos rehidratados tardan varios años en generar rendimiento.

Henning Voigt confía en que empresas como la alemana Otto Versand, que distribuye moda, muebles y productos de bricolaje, entre otros, cambien esa dinámica. El mayor distribuidor alemán planea usar fibras de plantas de humedal en sus cajas de cartón. "Primero harán un pequeño proyecto, luego una fase intermedia de optimización y después deberá crecer rápidamente”, explica Voigt. De lo contrario, Otto Versand buscaría otras alternativas. Pero eso no le preocupa al agricultor: "Tengo superficies de turberas certificadas a las que puedo destinar esa biomasa", dice.

Subvenciones indispensables

Según Voigt, la paludicultura requiere maquinaria especial y una gran inversión inicial. Aunque ya obtiene un rendimiento, la mayor parte de sus beneficios proviene de subvenciones europeas. "Ese es el pilar principal de mis ingresos, pero las ayudas solo duran cinco años”, explica. "Vaya al banco con eso: me siguen viendo como un negocio de alto riesgo".

Para resolver el dilema del huevo y la gallina, la científica Franziska Tanneberger propone que el Estado garantice la compra de una parte de la producción procedente de la paludicultura. "Todo lo que ofrezca una perspectiva a largo plazo es crucial", subraya. Por su parte, Padeken reclama más apoyo y libertad para experimentar. Hoy, las tierras rehidratadas ya no pueden drenarse de nuevo. "Si pudiera hacerlo, probaría solo en algunas superficies", dice. Por el momento, los agricultores se lo piensan dos veces antes de asumir riesgos.

(rm/ms)

 

 

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