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La minería de mercurio reaparece en Kirguistán

Diana Kruzman
9 de diciembre de 2021

El mercurio, utilizado en la minería de oro y en la electrónica, plantea graves riesgos para la salud. A pesar de la presión internacional para prohibir su comercio, Kirguistán está aumentando su producción.

Los mineros emplean mercurio en la extracción de oro.
Este metal brillante supone un grave riesgo para la salud, sobre todo, en niños.Imagen: Mario Tama/Getty Images

Al norte de Aidarken, una ciudad de Kirguistán, las chimeneas se elevan sobre laderas manchadas de rojo. En las profundidades del subsuelo, hombres con linternas frontales trabajan duro en la polvorienta oscuridad, rompiendo rocas con mazos. Extraen mineral de cinabrio, que se transforma en mercurio, un metal brillante con propiedades peligrosas.

La mina de mercurio de Aidarken, conocida localmente como Kombinat, es uno de los últimos lugares del mundo donde se extrae legalmente cinabrio, para producir mercurio para el mercado internacional. En 2013, 135 naciones adoptaron el Convenio de Minamata sobre el Mercurio, un tratado internacional que prohíbe la producción de nuevo mercurio y pretende eliminar la mayor parte del comercio internacional de este metal.

Kirguistán, que considera la minería como una piedra angular de su economía, no es uno de ellos. El país está incrementando la producción de mercurio, a pesar de que los investigadores advierten que el metal supone un riesgo para la salud, no solo de los habitantes de las minas sino de todo el mundo.

"Creo que la contaminación ambiental por mercurio no es solo un problema nuestro", afirma Makhmud Isirayilov, director de un laboratorio cercano gestionado por el Ministerio de Sanidad. "Es un problema mundial", añade.

Kirguistán no ha firmado el Convenio de Minamata, un acuerdo mundial que prohíbe la producción de mercurio.Imagen: Diana Kruzman

Un mercado internacional lucrativo

La extracción de mercurio en Aidarken, una ciudad de unos 10.000 habitantes, se remonta a 1941, cuando Kirguistán formaba parte de la Unión Soviética (URSS) y luchaba por encontrar nuevas fuentes del metal. Tras el desmantelamiento de la URSS, la mina siguió en manos del Estado. Gran parte del mercurio se exportaba a China, Rusia, Kazajistán, Ucrania, India, Francia y Estados Unidos.

Aunque el mercado se ha reducido desde el establecimiento del Convenio de Minamata, el mercurio sigue siendo una industria que genera 38 millones de dólares (32 millones de euros) en todo el mundo y un importante motor de la economía regional en la empobrecida provincia kirguisa de Batken, donde la producción per cápita es unas 2,5 veces inferior a la media nacional.

El metal se utiliza en la fabricación de ciertos tipos de lámparas, aparatos electrónicos y baterías. Asimismo, también es un componente importante en la minería de oro artesanal a pequeña escala, principalmente en Sudamérica y el África subsahariana. El mercurio líquido se utiliza para aglutinar las finas partículas de oro.

Según un inventario global de 2015, estas actividades emiten anualmente unas 2.500 toneladas métricas de mercurio a la atmósfera. La minería ilegal de este metal tributa también a un próspero mercado negro, incluso en los países que han firmado el Convenio de Minamata, con consecuencias especialmente dramáticas en la Amazonía.

El mercurio se utiliza en la fabricación de ciertos tipos de lámparas, aparatos electrónicos y baterías.Imagen: Jiang Xiaopeng/HPIC/dpa/picture alliance

Repercusiones en la salud

El mercurio puede dañar los sistemas nervioso, digestivo e inmunitario, y es particularmente peligroso para los niños. Los mineros artesanales de oro están expuestos a los vapores de mercurio. Además, la escorrentía puede acumularse en las cadenas alimentarias, poniendo en peligro a las personas que comen pescado o ganado contaminado. Una vez que el mercurio entra en la cadena de suministro mundial, puede viajar lejos de su fuente de origen, contaminando el suelo hasta en el Ártico.

En Aidarken, un muestreo realizado por el Ministerio de Sanidad, en 2013, descubrió que los manantiales que rodeaban los vertederos de residuos de la mina tenían concentraciones de mercurio 400 veces superiores al límite permitido. En Eshme, un pueblo cercano donde los residentes utilizaban el agua de la mina para regar sus verduras, los niveles encontrados en las patatas frescas duplicaban la dosis máxima recomendada.

La planta de mercurio de Aidarken, conocida localmente como “Kombinat”, está situada en las colinas que dominan la ciudad.Imagen: Diana Kruzman

El vapor de mercurio también se emite al aire durante el proceso de refinado. En 1990, el Gobierno instaló filtros en Aidarken para capturar estas emisiones. Aún así, parte de la contaminación sigue llegando al medioambiente, señala Isirayilov. Sin embargo, se desconoce en qué cantidad exacta, dice Oleg Pecheniuk, investigador medioambiental y presidente de la ONG kirguisa Independent Ecological Expertise.

"Tenemos numerosos lugares contaminados con mercurio, ya sean naturales o artificiales", asegura Pecheniuk: "Necesitamos realizar un seguimiento sistémico para saber dónde actuar".

Acción política estancada

Los intentos internacionales de abordar el problema han chocado con oposición industrial y gubernamental. En 2013, un proyecto liderado por la ONU se propuso limpiar las zonas contaminadas con mercurio en los alrededores de Aidarken, recopilando datos sanitarios y ayudando a la economía a independizarse de la minería de mercurio.

Sin embargo, tras su conclusión en 2017, la propia evaluación de la ONU determinó que era "muy improbabl"” que el proyecto tuviera un impacto en la contaminación o la exposición al mercurio, destacando la negativa de los funcionarios de la mina a cooperar y la falta de consenso del Gobierno para poner fin a la producción. La dirección de la mina de Kombinat declinó una solicitud de entrevista a DW.

La oposición a la minería crece globalmente.Imagen: ERNESTO BENAVIDES/AFP/Getty Images

Los esfuerzos para que Kirguistán se adhiera al Convenio de Minamata se han estancado tras la presión inicial de legisladores, ecologistas y organizaciones internacionales. En 2019, la parlamentaria Rada Tumanbaeva, anunció un proyecto de ley para aprobar la adhesión del país al tratado internacional, pero nunca se presentó ninguna ley. Ese año, los trabajadores de la mina se pusieron en huelga para protestar por la adhesión al convenio, temiendo perder sus puestos de trabajo. Desde entonces, el Gobierno ha guardado un gran silencio sobre el tema.

Aumento de la producción de mercurio

Entretanto, la producción de mercurio parece estar experimentando un retorno. En los últimos años, la planta ha acumulado una importante deuda debido a la caída de la demanda y al envejecimiento de los equipos. Tras las inundaciones de varios pozos mineros en 2009, la producción se redujo a un goteo. Pero se reanudó en 2018 y, en agosto de 2021, el Gobierno anunció un acuerdo con Duvatash LLC. El inversor turco adquirirá acciones en la empresa, financiando nuevos equipos, aumentando la producción y creando 1.000 nuevos puestos de trabajo.

Mientras Kirguistán redobla la apuesta por el mercurio, la oposición a la minería crece en todo el mundo. Pueblos indígenas han pedido que se ponga fin a la extracción de cobre en la Amazonía, mientras que en septiembre estallaron protestas en Serbia por los planes de abrir una mina de litio. En 2019, activistas lograron que se prohibiera la extracción de uranio en Kirguistán.

El mercurio se utiliza en la minería de oro en pequeña escala, principalmente en Sudamérica y el África subsahariana.Imagen: ERNESTO BENAVIDES/AFP/Getty Images

Ese cambio de opinión podría llegar todavía a Aidarken, a medida que más lugareños reconozcan los peligros que supone el mercurio. Según Isirayilov, docenas de personas de Aidarken, principalmente trabajadores de plantas metalúrgicas, tuvieron que ser tratadas por envenenamiento con mercurio en la década de 1980, después de experimentar temblores en las manos y pérdida de dientes.

Recientemente, no ha habido incidentes de este tipo. Sin embargo, en 2015, un estudio encontró niveles elevados de mercurio en la sangre de más de 200 trabajadores de la mina y de la planta. 

Saidullah Shektybaev, de 69 años, trabajó como minero en Kombinat durante 28 años. Recuerda a un compañero que se envenenó con mercurio y dice que los beneficios de la mina no merecen los riesgos.

"Podrían construir una cementera u otra fábrica", dice Shektybaev: "No tiene por qué ser mercurio".

(ar/rml)

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