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El rol de la psique en los trasplantes

1 de abril de 2019

Cuando se habla sobre la donación de órganos, los aspectos técnicos y éticos del trasplante suelen opacar otros temas importantes, como el subibaja emocional que viven quienes atraviesan ese proceso. Un análisis.

Nierentransplantation in Budapest
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Mohai

En Alemania escasean los donantes de órganos, tejidos y células desde hace años. Actualmente hay 9.400 potenciales receptores en lista de espera, pero la cantidad de trasplantes realizados el año pasado –sólo 955– es desesperanzadora. Por eso se debate sobre un cambio de paradigma en la gestión de los trasplantes. La clase política quiere propiciar un aumento considerable en el número de donantes disponibles, pero está dividida, más allá de las divergencias partidistas habituales, de cara a los mecanismos para conseguirlo.

De ser aprobado, el proyecto de ley de un grupo de parlamentarios germanos obligaría a todo ciudadano mayor de dieciséis años a negarse formalmente a que partes de su cuerpo sean donadas tras su muerte, si no quieren ser donantes; quienes no manifiesten su oposición explícita por escrito serán considerados automáticamente como donantes voluntarios al fallecer. Los adversarios de esa propuesta sugieren más bien facilitar la donación a través de un registro online. Los aspectos técnicos y éticos de este tema volverán a ser discutidos acaloradamente este año.

Carga psicológica

Pero, ¿qué hay de otros tópicos importantes, como el flanco psicológico de la trasplantación? El subibaja emocional que viven quienes atraviesan ese proceso es un asunto del que suele hablarse muy poco. Katharina Tigges-Limmer, directora del Departamento Médico-Psicológico en el Centro de Cardiología y Diabetes de Renania del Norte-Westfalia, en Bad Oeynhausen, y Martina de Zwaan, directora de la Clínica Psicosomatismo y Psicoterapia de la Escuela Superior de Medicina de Hanover, destacan el rol de la psique en los trasplantes.

Tigges-Limmer: “El significado psicosomático del corazón es distinto al de otros órganos”.Imagen: picture-alliance/dpa/B. Wüstneck

La psicóloga Tigges-Limmer trae a colación la importancia que tiene para un paciente la conciencia de haber recibido un órgano de una persona que ha muerto; sobre todo cuando se trata del corazón. "El significado del corazón es distinto al de otros órganos y trae consigo una carga más grande”, asegura. Eso se suma a preocupaciones que suelen durar meses, desde si el órgano donado llegará a tiempo para consumar el trasplante, por ejemplo, hasta los efectos de la separación de los seres queridos durante un lapso prolongado.

El miedo, compañero constante

Tigges-Limmer recalca que la mayoría de los receptores necesitan ser tratados individualmente por terapeutas después de un trasplante; esa es la fase en la cual sus psiques están más vulnerables. La operación fue un éxito, los médicos están satisfechos, pero el paciente puede tener sentimientos muy desagradables: por un lado, teme que su cuerpo rechace al órgano trasplantado y, por otro, la intervención quirúrgica puede generar depresiones como efecto secundario. Y eso no vale únicamente para los trasplantes de corazón.

Martina de Zwaan subraya que el estado anímico influye mucho sobre los resultados definitivos de un trasplante de órganos. "Investigaciones revelan que cuando una depresión no es tratada, el riesgo de un rechazo es mayor”, comenta la experta, agregando que no solo se debe prestar atención a la psique del receptor, sino también a la del donante. De Zwaan pone como ejemplo el trasplante de riñón. "Los donantes de riñones deben tener buenas condiciones físicas y ser conocidos por el receptor”, asegura.

"Debe existir un vínculo emocional entre ambos”, enfatiza De Zwaan. "La mayoría de los donantes en nuestra clínica son padres o parejas del paciente”, acota; pero la constelación se complica cuando una pareja se separa o cuando el cuerpo de un receptor rechaza el órgano donado por uno de sus padres. "Cuando el receptor se siente mal, es muy probable que también el donante se sienta mal”, cuenta la especialista. No obstante, una encuesta realizada entre cuatrocientos donantes apunta a que el 90 por ciento volvería a prescindir de un órgano para salvar una vida.

(erc/er)

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