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El "salvador" del euro se despide de su trono

Andreas Becker
24 de octubre de 2019

Un balance del mandato de Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo. El italiano encabeza este jueves por última vez una reunión del consejo del organismo.

EZB | Pressekonferenz  Mario Draghi
Imagen: picture-alliance/Photoshot/Lu Yang

Mario Draghi llevaba solo nueve meses en su cargo cuando el 26 de julio de 2012 prometió asegurarse su lugar en los libros de Historia. La eurozona estaba inmersa en una fuerte crisis de la deuda. Grecia estaba en quiebra y otros países más grandes de la eurozona como España, Italia o Francia, pasaban serios problemas financieros. En las bolsas, muchos apostaban por la ruptura de la unión monetaria.

Con solo una frase, Draghi se enfrentó cara a cara con los especuladores: mientras él estuviese al mando, el Banco Central Europeo haría "todo lo necesario para salvar el euro”, dijo Draghi en una conferencia en Londres. "Y créanme, será suficiente”. El mensaje a los mercados financieros era claro: no podrían imponerse al BCE.

Salvador del euro

Era arriesgado, pero tuvo el efecto deseado. La especulación se redujo, los riesgos se retrotrajeron y la política pudo tomarse un respiro. "Presumiblemente, Draghi salvó el euro con su discurso en Londres”, dice Thomas Mayer, antiguo economista jefe de Deutsche Bank que hoy dirige la fábrica de ideas Flossbach del Stoss Research Institute.

Draghi dejó bien claro a lo que se refería con su "sea como sea”: inundó el mercado de dinero barato. Si su antecesor Trichet aumentó el tipo de interés básico, él lo bajó al 0%. Introdujo intereses negativos para evitar que los bancos dejasen de prestar dinero. Y compró cada mes bonos de Estados y empresas por valor de 80.000 millones de euros. La cantidad total va ahora por los 2,6 billones de euros.

Su apuesta fue tan decidida que lo llamaron Super Mario, como el personaje del popular videojuego.

Enemigo del ahorro

Pero Draghi también ha sido muy criticado, sobre todo en Alemania, país de ahorradores, porque los ahorros dejaban de dar rendimientos por el tipo de interés nulo. "Así aumentan las posibilidades de que los pensionados y ancianos caigan en la pobreza”, dice a DW el economista Mayer. "Al mismo tiempo, los intereses nulos y negativos provocan una redistribución del patrimonio”.

En busca de rédito, se invirtió una enorme cantidad de dinero en inmuebles y acciones. Las cotizaciones bursátiles subieron, como los precios de la compra y el alquiler de viviendas.

Mario Draghi ha sido muy criticado en la prensa alemanaImagen: bild.de

Académicos alemanes acusaron a Draghi de excederse del mandato del BCE y practicar una financiación estatal, pero no lograron que la justicia les diera la razón. Una visión parecida tiene su contrincante en el Consejo del BCE, Jens Weidmann, jefe del Banco Federal Alemán. En las últimas semanas declaró que los bancos centrales deberían "evitar una interpetación de su mandato”.

La tragedia de Draghi

El italiano tuvo que tomar importantes decisiones durante su mandato, ya que con la política monetaria no podía contentar a todos. Su prioridad era dar algo de margen y tiempo a los golpeados Estados del sur europeo con los tipos de interés negativos y la compra de bonos. Tiempo que los gobiernos deberían aprovechar para llevar a cabo profundas reformas que necesitaban. En concreto: menos gasto, más impulso del crecimiento, más eficiencia y la reducción de los créditos basura en la banca.

La tragedia de Draghi, sin embargo, es que sus peticiones no fueron siempre escuchadas, sobre todo en su país natal.

Ahora que la coyuntura se enfría en Europa, el BCE se enfrenta a un escenario complicado, ya que se le agotan los instrumentos. Los tipos de interés siguen siendo nulos; en todo caso, todavía se puede seguir alimentando la controvertida compra de bonos.

La victoria de Draghi es haber salvado la unión monetaria de forma audaz. Sin embargo, su legado también es el de haber dejado a su sucesora, Christine Lagarde, sin apenas cartas en la manga para una próxima crisis.

Lagarde tendrá que enfrentarse pronto con un problema central: la unión monetaria solo puede funcionar cuando todos los Estados ceden algo de soberanía. Si entre ellos no acuerdan una política fiscal y económica similar, solo queda el conflicto.

(eal/jov)

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