El segundo proceso de Auschwitz, patrimonio mundial
Gaby Reucher (ERC/ERS)10 de junio de 2016
Se espera que las actas y las grabaciones del proceso de Auschwitz realizado en Fráncfort del Meno entre 1963 y 1965 sean reconocidas por la UNESCO como Patrimonio Documental de la Humanidad en el curso del próximo año.
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El Archivo Regional de Wiesbaden, capital del Estado federado alemán de Hesse, solicitó recientemente que el Programa Memoria del Mundo, auspiciado por la UNESCO desde 1992, considere la inclusión de las actas y las grabaciones del segundo proceso de Auschwitz en su base de datos digital. El comité a cargo de las nominaciones en territorio germano ya hizo las diligencias pertinentes ante la dirección general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, con sede en París. El año que viene se sabrá si el juicio realizado en Fráncfort del Meno entre 1963 y 1965 es reconocido como Patrimonio Documental de la Humanidad. Hasta ahora, ninguna de las propuestas hechas por Alemania ha sido rechazada.
La perseverancia de Fritz Bauer
Tres lustros después de terminada la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los alemanes habría preferido concentrarse en el futuro –promisorio, gracias al apogeo de la economía nacional– que continuar lidiando con el pasado. Después de todo, las potencias mundiales aliadas ya habían garantizado el enjuiciamiento de cientos de nazis en Núremberg, unos más prominentes que otros. El hecho de que un nuevo proceso contra el personal del campo de concentración de Auschwitz tuviera lugar en plena década de los sesenta sólo fue posible gracias a los esfuerzos perseverantes del entonces fiscal general de Hesse, Fritz Bauer. 300 testigos pasaron por el estrado durante un año y ocho meses; casi 200 de ellos eran sobrevivientes de Auschwitz.
Aunque hubo cerca de 8.000 miembros de las SS –las escuadras de defensa conocidas como las Schutzstaffel– y 200 celadores en Auschwitz, sólo 22 de ellos fueron llevados ante los magistrados en Fráncfort del Meno bajo los cargos de asesinato –en casos puntuales– y de haber cometido delitos a escala masiva, siguiendo “órdenes criminales de la dirección del Estado”. Sólo seis de los acusados fueron condenados a cadena perpetua. Tres de los imputados fueron liberados por falta de evidencias en su contra. No obstante, el segundo proceso de Auschwitz es considerado en Alemania como punto de inflexión para la asimilación (Aufarbeitung), por parte de la sociedad alemana, de los crímenes cometidos por los nacionalsocialistas.
Documentos de interés mundial
De ahí la importancia histórica de ese evento y la relevancia documental de las 454 carpetas y 103 grabaciones de sonido que quedaron del juicio, resguardadas en el archivo de Wiesbaden. Ese material fue descubierto en 1998 por un centro de estudio y documentación dedicado a preservar la memoria del Holocausto; esa institución lleva el nombre del principal impulsor del segundo juicio de Auschwitz: Fritz Bauer. “Uno no se pregunta por qué las cosas bellas son elevadas a la categoría de Patrimonio Cultural de la Humanidad; pero enfrentarse con cosas y sucesos difíciles también es parte de lo que llamamos cultura”, comenta Werner Konitzer, director del Instituto Fritz Bauer.
“El juicio de Fráncfort fue una oportunidad valiosa para que testigos de todos los países afectados fueran escuchados en sus lenguas maternas y traducidos profesionalmente”, agrega Joachim-Felix Leonhard, quien llegó a asistir a una de las audiencias cuando tenía 16 años. Leonhard es también presidente del comité responsable de las candidaturas alemanas para el Programa Memoria del Mundo de la UNESCO, cuya red digital contiene 348 documentos de interés mundial. 22 de ellos provienen de Alemania. Si el material del segundo proceso de Auschwitz es incluido en esa base de datos –como lo fue el diario de Anne Frank, por ejemplo– contribuirá a completar el rompecabezas en torno al espeluznante episodio del Holocausto.
Auschwitz: "La muerte no tiene la última palabra"
Estos artistas lucharon por su supervivencia en campos de concentración. En la exposición "La muerte no tiene la última palabra" ("Der Tod hat nicht das letzte Wort"), en el Parlamento alemán, se pueden ver sus trabajos.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Los artistas olvidados
Durante el régimen nazi, muchos artistas fueron perseguidos. Pero pocos conocen a los artistas que siguieron produciendo obras en los campos de concentración. El pintor Waldemar Nowakowski, en la foto, fue uno de ellos. La exposición "Der Tod hat nicht das letzte Wort" (“La muerte no tiene la última palabra”) se puede ver desde el 27 de enero en el Parlamento Alemán.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Los horrores de Theresienstadt
El autor, curador e historiador del arte Jürgen Kaumkötter se dedicó durante más de 15 años a investigar las obras de arte de artistas perseguidos, desde 1933 hasta 1945. No solo tuvo en cuenta las obras creadas durante esa época, sino también aquellas que la tematizan hasta hoy. Leo Haas es autor de este aguafuerte sobre el campo de concentración de Theresienstadt (1947).
Imagen: Bürgerstiftung für verfolgte Künste – Else-Lasker-Schüler- Zentrum – Kunstsammlung Gerhard Schneider
Pintar en el “Museo del campo de concentración”
Se sabe que los artistas de Theresienstadt pintaban, pero también en Auschwitz había un “Museo”. Allí había materiales como lápices, papeles y pinceles a disposición de los creadores para que estos llevaran a cabo obras para las SS. Del campo de concentración de Auschwitz II, sin embargo, apenas se conocen algunas obras. En la foto: Autorretrato de Marian Ruzamski (1943-1944).
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Imágenes de la nostalgia
Este retrato pertenece a Jan Markiel (1944) y fue hecho sin materiales “oficiales” de Auschwitz I. Representa a la hija de un panadero de las cercanías de Jawiszowice, que había ayudado a los prisioneros dándoles pan y enviando sus cartas. El color proviene de trozos de pigmento arrancado a las paredes, y un trozo de lino de los colchones hizo de lienzo.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Testigo de los hornos crematorios
Yehuda Bacon (dcha.) llegó a Theresienstadt en 1942, a los 13 años, y en diciembre fue trasladado a Auschwitz-Birkenau. Allí trabajó como mensajero y se le permitía calentarse en invierno acercándose a los hornos de los crematorios. Lo que vio allí no solo lo contó durante el famoso Juicio de Fráncfort, sino también en los dibujos que realizó luego de finalizada la II Guerra.
Imagen: Bürgerstiftung für verfolgte Künste – Else- Lasker-Schüler-Zentrum – Kunstsammlung Gerhard Schneider
La segunda generación
Michel Kichka es uno de los historietistas más renombrados de Israel: “Segunda generación: lo que nunca le dije a mi padre” es una novela gráfica sobre la infancia de Kichka y su padre, un sobreviviente de Auschwitz. El trauma del padre se transfirió al hijo. Cuando Michel Kichka solo pudo vencer sus pesadillas reflexionando, no sin cierto humor negro, sobre los horrores vividos por su progenitor.
Imagen: Egmont Graphic Novel
Metáfora de la Shoa
También los hijos de la artista israelí Sigalit Landau son sobrevivientes del Holocausto, y su profesor de dibujo fue el también sobreviviente Yehuda Bacon, que trabaja hasta hoy como docente de arte en Israel. Sus trabajos están llenos de alusiones metafóricas al Holocausto, como en estos zapatos, que se pueden ver en la exposición en el Parlamento alemán.
Imagen: Sigalit Landau
"La muerte no tiene la última palabra"
Sigalit Landau recolectó 100 pares de zapatos en Israel y los arrojó al Mar Muerto. El mar los cubrió con capas de sal, y ahora son símbolos de la vida que vence a la muerte. Su deseo era que se expusieran en Berlín como símbolo de la esperanza que vence a la desesperación. La exposición “La muerte no tiene la última palabra” se puede ver hasta el 27 de febrero en el Parlamento Alemán, en Berlín.