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El sombrío balance de Kofi Annan

ERS19 de septiembre de 2006

Kofi Annan inauguró su último debate general como jefe de la ONU. Aprovechó de poner el dedo en la llaga de los problemas más apremiantes del momento.

Pese a todo, Kofi Annan no pierde la fe en la ONU.Imagen: AP

Con un llamado a la unidad mundial inauguró Kofi Annan el debate general de la Asamblea Plenaria de la ONU. Un llamado que debe haber tenido un matiz especial para los casi 90 jefes de Estado y de gobierno y los numerosos ministros de Relaciones de Exteriores reunidos en Nueva York, por tratarse del último discurso que pronuncia en ese marco el secretario general de las Naciones Unidas, que dejará el cargo a fines de año. Es pues hora de balances. Y éste no resulta en absoluto satisfactorio, teniendo en cuenta los graves conflictos que amenazan la seguridad internacional.

Irak: diagnósticos divergentes

Kofi Annan no ahondó en detalles, pero sí destacó el conflicto del Medio Oriente como la crisis más dramática por resolver. Igualmente criticó que el miedo al terrorismo haya propiciado una lucha entre culturas y religiones, y que el terrorismo sea utilizado como pretexto para coartar o dejar sin vigor derechos humanos. Por si todo esto fuera poco, la globalización sigue agrandando la brecha entre pobres y ricos.

En suma, el diagnóstico general de Annan no deja mucho margen al optimismo. Salvo para el presidente estadounidense, George W. Bush, quien tomó la palabra a continuación. Junto con exhortar a los presentes a apoyarlo en la lucha contra el terrorismo y por la democratización del Medio Oriente, aseguró que en la región comienza a asentarse "un luminoso futuro". Una apreciación que fundamentó citando, como ejemplo, los progresos logrados en Irak y Afganistán. En este punto, desde luego, su visión difiere profundamente de la de Kofi Annan, que por la mañana había advertido del peligro de una guerra civil iraquí, en una conferencia dirigida a comprometer ayudas internacionales para sostener al gobierno de Bagdad.

Doble estrategia con Irán

En cuanto a Irán, el otro asunto candente que ocupa un papel prioritario en la agenda internacional, Bush por lo menos intenta mantener la imagen de unidad de las principales potencias. Pese a reiterar las acusaciones de que Teherán respalda el terrorismo internacional y pretende fabricar armas atómicas, ante la asamblea general aseguró que "trabajamos en pos de una solución diplomática a la crisis". Más aún: la postura del presidente francés, Jacques Chirac, y del coordinador de la política exterior de la Unión Europea, Javier Solana, contraria a la aplicación de sanciones en este momento contra Teherán, no mereció reproches de Bush en los pasillos de la ONU, sino que la inscribió en el marco de una doble estrategia. Esta consistiría en que Washington prepare el camino para las medidas punitivas en el Consejo de Seguridad, mientras los europeos siguen intentando resultados diplomáticos.

El desenlace resulta aún imprevisible, como el de otros conflictos que se arrastran desde antes de la llegada de Kofi Annan a la secretaría general de la ONU y previsiblemente seguirán abiertos cuando se marche. Pese a ello, su convicción sigue siendo la misma del comienzo de su gestión: la ONU es "la única respuesta a un mundo dividido".

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