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El sueño de convertir España en gran productor de energía

Stefanie Claudia Müller
21 de marzo de 2022

España tiene grandes ambiciones energéticas. La nueva situación geopolítica mundial abre el camino para que este país pueda convertirse en un futuro agente energético europeo.

Buque transporta gas natural licuado (GNL) en las Islas Canarias, España.
Buque transporta gas natural licuado (GNL) en las Islas Canarias, España. Imagen: Michael Weber/Imagebroker/picture alliance

Marruecos y España no son amigos, sino que dependen económicamente el uno del otro. Argelia, que acaba de visitar el presidente español, Pedro Sánchez, tampoco es realmente un país socio del reino. Pero con el ataque de Vladimir Putin a Ucrania y el fin del Nord Stream 2, todo parece repentinamente diferente.

La nueva situación geoestratégica también cambia las cosas para España. Sus tradicionales buenos contactos económicos en el mundo árabe y norteafricano, sus numerosos parques de energía solar y eólica y sus seis terminales de gas natural licuado (GNL), con una séptima en construcción, están recibiendo de repente una nueva atención. Al mismo tiempo, es necesario reforzar los vínculos con Nigeria y otros proveedores de materias primas.

El país ya genera más del 21 por ciento de su consumo bruto de energía a partir de fuentes renovables y no tiene problemas de suministro por el momento. Según los medios de comunicación españoles, esta es una gran oportunidad para que el país se convierta en un futuro agente energético europeo.

Central eléctrica de olas en Mutriku, en la costa norte de España.Imagen: Lauren Frayer

Reactivación de MidCat

España, que -como la pandemia ha vuelto a demostrar con contundencia- depende demasiado del turismo, quiere utilizar los 140.000 millones de euros del Fondo Nueva Generación de Bruselas para hacer florecer su economía, incluida la producción de hidrógeno verde. La jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que ha estado varias veces en Madrid, también tiene esa aspiración. Además, estaría interesada en reactivar el proyecto MidCat (Midi Catalonia), el gasoducto entre España y Francia. En territorio español se han construido 80 kilómetros  con una capacidad de 7.500 millones de metros cúbicos, pero las obras se paralizaron en 2019.

En la actualidad, solo hay dos gasoductos comparativamente pequeños, que transportan gas desde Navarra y el País Vasco hacia Francia. En los últimos días, la ministra española de Medioambiente, Teresa Ribera, criticó a Francia por no querer participar en el proyecto MidCat. "El problema principal es la cuestión de la financiación. Pero el fracaso del Nord Stream 2 hace que el tema vuelva a ser relevante", afirma el español Ignacio Cembrero, experto en temas norteafricanos.

Protestas contra el gasoducto MidCat en Barcelona, en diciembre de 2017.Imagen: Paco Freire/Zumapress/picture alliance

Desvincular los precios del gas y la electricidad

Sin embargo, a corto plazo, el presidente Sánchez debe bajar primero los precios de la energía para calmar los hogares españoles, agobiados por la pandemia, el desastre de la nieve en enero de 2021, la inflación y ahora la sequía extrema. Ya se ha bajado el IVA de la electricidad, pero eso no es suficiente para la oposición. Con el fin de desvincular el galopante precio del gas del resto del mercado, para que las fuentes verdes como la hidroeléctrica, el sol y la eólica vuelvan a ser atractivas, Sánchez se ha embarcado en una gira europea.

Al respecto, quiere un consenso  en la UE. Algunos observadores ven que se abre una ventana de oportunidad económica y política para España en este tema. Otros piensan que su visión, que también es perfilar a España como proveedor de energía, es ilusoria. "Lo que está claro es que ya en 2025, gracias a nuestros numerosos parques eólicos y solares, podremos alcanzar un precio del megavatio de electricidad de 50 euros, mientras que Alemania y Francia estarán entre 60 y 70 euros", pronostica Luis Merino, redactor jefe de la revista Energías Renovables, citando datos del operador del mercado eléctrico español Omel. Esto haría al país más interesante como exportador de energía.

El cambio de estrategia lleva tiempo

Esto ya ocurría en enero de 2022, cuando España exportaba más electricidad a Francia de la que importaba. "Por nuestra baja densidad de población, también tenemos la posibilidad de construir más centrales hidráulicas e invertir en fuentes como la geotérmica", dice Roberto Gómez-Cálvet, experto en energía de la Universidad Europea de Valencia. "Pero toda esta estrategia del actual gobierno, que en el fondo es correcta, tardará años", agrega.

La eliminación del carbón hace unos años, según el experto, fue un error en vista de la situación actual. En España solo quedan cinco centrales nucleares en funcionamiento, que en principio iban a ser retiradas de la red en los próximos años. "Eso está descartado en este momento", sostiene Gómez-Cálvet. Y menos si Sánchez pretende exportar energía.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.Imagen: picture alliance/dpa/EUROPA PRESS

Mallorca como "laboratorio”

Gómez-Cálvet también cree que la producción de hidrógeno verde es demasiado cara y no lo suficientemente eficiente: "Pero no parece haber ninguna otra opción sobre la mesa en este momento para sustituir el petróleo y el gas que faltan". Por eso se acaba de poner en marcha la primera fábrica de hidrógeno verde en Mallorca. Se dice que sería un referente técnico para el sur de Europa: "De momento, sigue siendo una especie de laboratorio", explica el experto español.

Para que el sueño de Sánchez de convertir a España en un gran productor de energía se haga realidad, se tendría que importar grandes cantidades de gas de EE. UU., asegura Roberto Centeno, exdirectivo de la empresa española Enagás: "En su momento, quisimos conectarnos a Francia, pero para traer el gas de Rusia a España, no al revés. Argelia nunca podría sustituir a Rusia como proveedor de Europa".

Por su parte, Cembrero ve a España ante muchos nuevos problemas geopolíticos con la situación actual: "La conexión de gas de Argelia a Marruecos, a través de la cual España cubría parte de sus necesidades de gas, quedó bloqueada por disputas políticas. Con la reanudación de las relaciones energéticas entre Argelia, Marruecos y España, se ponen sobre la mesa otros muchos problemas, como el posible apoyo a los terroristas islamistas en África y el estatus del Sáhara Occidental", comenta Cembrero. Por el momento, sin embargo, nadie puede evitar este tipo de compromisos en materia de política energética en Europa. La situación es demasiado delicada para ello.

(ct/ms)

 

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