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"El talante venezolano siempre ha sido muy militarista"

José Ospina-Valencia
14 de noviembre de 2019

Venezuela sigue fiel al espíritu militarista de su fundación. "Lo que no pueden solucionar los civiles, se lo encargan a los militares", dice el politólogo Ronal Rodríguez, de la Universidad del Rosario de Colombia.

Nicolás Maduro (centro), presidente de Venezuela. A su derecha, Vladimir Padrino López, ministro de Defensa, y a su izquierda, Remigio Ceballos, comandante de las Fuerzas Armadas Bolivarianas.
Nicolás Maduro (centro), presidente de Venezuela. A su derecha, Vladimir Padrino López, ministro de Defensa, y a su izquierda, Remigio Ceballos, comandante de las Fuerzas Armadas Bolivarianas. Imagen: Reuters/Miraflores Palace

Deutsche Welle: La cercanía entre civiles y militares en Venezuela data desde de la Independencia. ¿Se sigue gobernando en Venezuela, como desde los tiempos del militar Simón Bolívar, que no creía en la alternancia del poder? 

Ronal Rodríguez: El Estado venezolano moderno surge de la institucionalidad militar que domina el espectro político. Desde Juan Vicente Gómez, en Venezuela ha sido tradicional que, el que logra dominar al Ejército, es el que logra hacerse con la presidencia. Así, los ministros de Defensa se han convertido luego en sucesores en la presidencia. 

Con Hugo Chávez, y luego con Nicolás Maduro, esa relación se transforma. Se crea una unión cívico-militar, se rompe el monopolio de la fuerza, se rompe el dominio territorial. Chávez y Maduro les asignan sectores de la economía. Se les permite el acceso a empresas públicas. Se genera una relación parasitaria en el ejercicio del poder, rompiendo las estructuras de peso y contrapeso. 

¿Es la sociedad venezolana una sociedad mentalmente militarizada? 

Desde la separación de Colombia en 1830, el factor militar siempre ha prevalecido en Venezuela. Todos los presidentes del siglo XIX y gran parte del siglo XX, antes del período democrático, eran militares, habían salido de los cuarteles o eran hombres de armas. José Antonio Páez, prócer de la independencia, jefe del Ejército y tres veces presidente de Venezuela hasta 1863, le  puso el sello militarista a la civilidad venezolana. Tanto, que en Venezuela el término "ciudadano” se usa aún para diferenciarlo de lo militar.

Ronal Rodríguez, politólogo, internacionalista, profesor e investigador. Vocero del Observatorio sobre Venezuela de la Universidad del Rosario, con sede en Bolgotá, Colombia. Imagen: Ronal Rodríguez

Mientras Santander en Colombia defendía las leyes constitucionales, Bolívar se empeñaba en el carácter vitalicio de la presidencia y la inexistencia de elecciones. ¿Una postura viva hasta hoy en Venezuela?

Justo la separación de Colombia y Venezuela fue originada por la impronta de Santander, que se basaba en la ley y el civilismo, mientras en Venezuela se respetaba más al hombre que ganaba prestigio por las armas y la fuerza. El talante venezolano siempre ha sido muy militarista. En Colombia, por otro lado, el espíritu santanderista creó un respeto por las leyes, por las normas.

¿La Colombia legalista versus la Venezuela de las bayonetas?

En Colombia, a pesar del conflicto armado, los militares han sido más respetuosos hacia la institucionalidad del Estado. Eso se debe a la tradición legalista heredada de Santander. En Colombia, los militares no han sufrido de la propensión al poder que ha llevado a otros vecinos a las dictaduras militares. Pero es que tampoco las mayorías quieren a militares en el Gobierno, como se demostró cuando el excomandante de las Fuerzas Militares Harold Bedoya, alentado por sus éxitos en la lucha contra el narcotráfico, presentó su candidatura en 1998  y 2002 y fracasó estrepitosamente.

Hugo Chávez sabía que, hablándoles a los venezolanos como militar, podía vender la idea de "recuperar el país de la crisis de los 90”. Chávez llegó hablando de una "unión cívico-militar”, no de socialismo. La "revolución bolivariana” surge de la simbiosis del proyecto político con el aparato militar, más tarde convertida en parasitismo. No en vano, la primera misión encomendada por Chávez a los militares fue la política social, porque era la única institución que tenía presencia en todo el territorio.

"Los venezolanos le entregaron a los militares la tarea de resolver los problemas que los civiles han sido incapaces de resolver", dice usted. ¿Cuál ha sido el resultado?

El resultado ha sido todo lo contrario. En vez de convertirse en un factor de cambio positivo, ha sido negativo. Además de que la oficialidad venezolana se convirtió en uno de los mayores focos de corrupción. Todos los negocios que han caído en manos de los militares se han marchitado.

Venezuela tiene 2.000 generales, Estados Unidos 900. ¿Qué sentido tiene eso?

En Venezuela, la dinámica del ascenso militar cambió. Antes tenía que ser controlado por el Congreso, como en toda democracia, pero, con la Constitución de 1999, esa potestad quedó en manos del presidente, sin control del legislativo. Chávez entendía cómo pensaban los militares, conocía su escala de valores, Maduro no. Sin tener idea de su mística, Nicolás Maduro creó instrumentos de corrupción para tratar de mantenerlos alineados. Maduro les entregó a los generales la comercialización de productos y sectores. En Venezuela se habla, por ejemplo, del "general papa”, que es el militar que recibe del Gobierno dólares preferenciales para importar papa. Un mecanismo que le permite a ese militar convertirse en multimillonario. 

Francisco de Paula Santander (izquierda) y Simón Bolívar. El colombiano defendía las leyes, el venezolano el poder de las armas.

Para que no entorpecieran la transición democrática, los chilenos les entregaron a los militares el 10 por ciento de las ventas del cobre. ¿Cómo cortar la dependencia de los militares del régimen en Venezuela?

Los altos mandos militares venezolanos no necesitan más incentivos. Los altos mandos ya tienen numerosos negocios y riquezas. Por eso no responden cuando se les invita a apoyar una vía democrática. Lo que necesitan es que esas riquezas ilícitas ganadas en los últimos años sean "legalizadas”, "legitimadas” a posteriori. A los militares tampoco los convence el indulto y el perdón ofrecido por el opositor Juan Guaidó, porque ellos no se sienten culpables de nada. 

Justo unos 2000 militares han atendido el llamado de Guaidó a desertar. Ellos dicen que a los que capturan en Venezuela los torturan…

Los militares han sido de los más perseguidos. El régimen de Maduro es implacable con quien es acusado de traición. ONGs han denunciado graves crímenes de lesa humanidad. Uno de los casos más terribles es el de Miguel Rodríguez Torres, exministro del Interior y Justicia de Nicolás Maduro y exjefe de inteligencia de Hugo Chávez, que fue detenido por el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) por una supuesta conspiración. En los espacios aislados de los cuarteles, la violación de derechos es aún más fuerte que en el mismo Sebin.

¿Por qué los militares no apoyaron a Evo Morales, a pesar de ofrecerles pensión completa?

Porque el presidente boliviano nunca logró cautivar al establecimiento militar. Maduro tampoco lo ha hecho, pero él llegó a la presidencia después de un proceso de simbiosis y una unión cívico-militar consumadas. El Gobierno de Morales no implicaba estrategias militares, sino que estaba dirigido a los pueblos originarios. Los militares en América Latina se han identificado más con la Iglesia católica. Por eso, la Biblia portada por Jeanine Añez, la senadora que se proclamó presidenta interina de Bolivia tras la renuncia de Evo Morales, lanza una fuerte señal. 

Regresando a Venezuela. Maduro anuncia la entrega de 320 mil fusiles para "garantizar felices navidades”. ¿No es acaso alimentos y medicinas lo que necesitan los venezolanos?

En Venezuela los militares perdieron el monopolio de las armas. Esta situación se agudizó con Maduro. Chávez empezó a romper la regla de que, en una democracia, solo las Fuerzas Armadas llevan las armas. Los funcionarios públicos eran obligados ya en 2007 a aprender a disparar fusiles y a activar granadas de fragmentación. Un ciudadano no tiene por qué saber manejar armas. Chávez armó a los llamados círculos bolivarianos, que luego se convirtieron en delincuentes armados, conocidos como colectivos. La Policía ha tenido que enfrentarse a grupos de ciudadanos armados que cuentan con entrenamiento militar. Muchos de los armados dictan la autoridad en los barrios, a los que las fuerzas del Estado no se atreven a entrar.

¿Qué puede pasar entonces en caso de que haya una salida desordenada de Nicolás Maduro?

La situación sería impredecible. Pero me temo que lo más seguro es que reine la anarquía total.

(ms)

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