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“El terror golpea a palestinos e israelíes”

Kersten Knipp (ERC/ERS)10 de junio de 2016

Los atentados recientes en Tel Aviv y la reacción del Gobierno israelí revelan que su relación con Palestina no mejora para nada. DW habló sobre esos sucesos con Sylke Tempel, conocedora del conflicto y sus antecedentes.

Imagen: Getty Images/AFP/H. Bader

Este viernes (10.6.2016), el Ejército israelí mantuvo bloqueados los accesos a la localidad cisjordana de Yatta, de la que salieron los autores del atentado perpetrado el miércoles (8.6.2016) en un café del centro de Tel Aviv. Al abrir fuego contra los presentes, los atacantes le quitaron la vida a cuatro personas e hirieron a cinco más. DW habló sobre ese suceso y sobre las reacciones del Gobierno israelí con Sylke Tempel, conocedora de ese viejo conflicto bilateral y sus antecedentes. Tempel es escritora y periodista; desde 2008 es jefa de redacción de la revista Internationale Politik, publicada por el Consejo Alemán para las Relaciones Exteriores.

Deutsche Welle: Señora Tempel, ¿podría decirnos cuál es el trasfondo del más reciente atentado perpetrado por palestinos en Israel?

Sylke Tempel: Aún no se sabe exactamente quiénes son los autores del ataque ni si actuaron de manera organizada. En tiempos recientes, los atentados no siempre han sido detalladamente planificados. Ellos pueden haber tenido varios motivos: desde el impulso de luchar contra la ocupación de territorios palestinos por parte del Estado israelí, hermanado con el sueño de ser percibidos como héroes, hasta problemas personales puntuales, como ha ocurrido en el pasado: no sería la primera vez que un palestino emprendiera un ataque presionado por chantajistas o en reacción a los maltratos que recibe en los controles fronterizos.

Sylke Tempel, jefa de redacción de la revista “Internationale Politik”, publicada por el Consejo Alemán para las Relaciones Exteriores.

¿Cómo describiría usted la capacidad tanto israelí como palestina para enfrentar el desafío del terrorismo?

El terrorrismo golpea a palestinos e israelíes. El presidente palestino, Mahmud Abás, comparte la preocupación ante la posibilidad de que algunos de sus compatriotas combatan inspirados por el yihadismo, porque ese sería un peligro para la propia Palestina. De ahí que, en ese sentido, palestinos e istraelíes cooperen de una manera relativamente estrecha. Lo que el Gobierno de Abás condena pero sin suficiente resolución es la tendencia de sus conciudadanos a celebrar como próceres de la resistencia a todo aquel que perpetre un atentado en Israel, en lugar de tacharlos de terroristas.

Por otro lado, llama la atención la mesura con que ha reaccionado el Gobierno israelí en los últimos meses, tras confirmar que muchos ataques no son llevados a cabo ni por Hamas ni por ninguna otra milicia organizada, sino por personas que actúan individualmente…

¿Qué rol puede haber jugado la política de construcción de asentamientos israelíes en Cisjordania de cara a los atentados más recientes o anteriores?

Esa política me sigue pareciendo un sinsentido. La idea original de los sionistas era erigir para sí un Estado secular. Intenciones teñidas por una historia sagrada no jugaron papel alguno en la fundación de Israel. El propósito era que los judíos fueran mayoría en ese Estado y su administración, pero, en términos estrictamente pragmáticos, el proyecto de los asentamientos erra el blanco. Eso sólo le cuesta recursos a Israel; recordemos que es muy posible que esos asentamientos sean desmantelados más adelante… No obstante, los asentamientos no son el obstáculo principal en el camino hacia un pacto de paz…

¿Cuál es entonces el principal obstáculo?

El proyecto de un Estado democrático y judío, en un sentido demográfico, no puede funcionar mientras los territorios cisjordanos estén ocupados por Israel. Lo que ocurre es que, en los últimos años, los colonos israelíes han conseguido algo que suele ser subestimado: la enorme fuerza que ellos representan en el proceso político nacional no se corresponde con su tamaño demográfico. Ellos se presentan –con éxito– como los nuevos pioneros –cosa que, de hecho, no son– y desvían la atención de los problemas que su actuación causa a aquellos generados por el comportamiento de los palestinos.

Los israelíes deben hacer una elección fundamental: ¿quieren dominar los santos lugares –como el de Hebrón– o quieren un Estado funcional con una mayoría judía?

¿Dónde ve usted los problemas de los palestinos?

Los palestinos no han decidido todavía qué concesiones están dispuestos a hacer. Muchos palestinos ya ven como una concesión el hecho de exigir que solamente se les retorne Cisjordania y la Franja de Gaza. También ellos deben hacer una elección esencial: ¿quieren un Estado autónomo con futuro o insistir en que se les indemnice por las injusticias cometidas en el pasado?

¿Cómo describiría usted el papel jugado por los militares israelíes?

El Ejército es una de las instancias más respetadas de Israel; a los militares se les atribuye mucho peso moral. Y la cúpula de la institución castrense no está nada feliz con el talante nacionalista asumido por el Gobierno últimamente ni con la manera en que se está tratando a los ciudadanos árabes de Israel, justo cuando esas personas están mostrando mayor disposición a prestar servicio social. Quienes están a favor de que Israel se retire de Cisjordania han provenido en su mayoría de las filas militares. Como muestra, dos ex jefes de Gobierno: Ehud Barak (1999-2001) e Isaac Rabin (1971-1977 y 1992-1995).

Hasta el movimiento pacifista nació en el seno del Ejército. Un número nada pequeño de líderes militares está convencido de que la posición estratégica de Israel no empeoraría para nada si se retirara de Cisjordania.

Con eso en mente, ¿qué diría usted del nombramiento de Avigdor Lieberman como nuevo ministro de Defensa?

Ese nombramiento se hizo tras las declaraciones públicas de un líder militar sobre tendencias nacionalistas en Israel. Poco después, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, le plantó en frente a Lieberman, quien no tiene la suficiente competencia para el cargo –como tampoco la tuvo como ministro de Exteriores–, pero es un político de derechas. Por eso sólo cabe interpretar que Netanyahu intenta nuevamente restarle independencia a respetadas instituciones de la democracia israelí. De más está decir que eso perjudica enormemente a un Estado democrático.

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