Terrorismo nuclear
26 de marzo de 2012 El presidente estadounidense, Barack Obama, es quien marca el compás en lo referente a seguridad nuclear. Ya al comienzo de su período presidencial declaró como prioridad de su Gobierno asegurar el acceso a materiales nucleares dispersos por el mundo. “Dos décadas después de finalizada la Guerra Fría, el riesgo de una guerra atómica entre dos países ha disminuido, pero el peligro de un ataque nuclear ha aumentado”, dijo el presidente Obama ante los jefes de Estado y de Gobierno invitados por él a la primera cumbre de seguridad nuclear en Washington, en abril de 2010. Ahora se lleva a cabo una segunda conferencia en Seúl, el 26 y 27 de marzo.
Crece la conciencia sobre el peligro nuclear
Uno de los problemas reside en el material nuclear como tal. Las reservas mundiales de plutonio para fines civiles y militares se estiman en cerca de 200 toneladas. Una cantidad que, teóricamente, es suficiente para construir decenas de miles de bombas atómicas. En la industria nuclear, además, se utilizan anualmente alrededor de 4.000 kilogramos de uranio altamente enriquecido en todo el mundo.
En algunos países, gran cantidad de esas sustancias no está bajo vigilancia ni bajo la seguridad que corresponde al caso. Grupos terroristas como Al Qaeda ya habrían intentado varias veces adquirir material nuclear. El peligro del terrorismo nuclear fue durante mucho tiempo una de las amenazas más subestimadas de la seguridad global. “Esta cumbre nuclear puede servir para acentuar la concientización acerca del problema”, dijo Annette Schaper, de la Fundación para la Paz y la Investigación de Conflictos, de Hesse. “Además, se deben desarrollar estándares internacionales conjuntos para el manejo de material nuclear que posean un cierto carácter vinculante”, agregó la experta.
Hace falta un inventario internacional
En la cumbre de Washington, los países participantes se habían comprometido voluntariamente a reforzar las medidas de seguridad. Algunos incluso han comenzado a transformar el uranio enriquecido, y otros han tomado medidas para limitar el peligro de la propagación de materiales nucleares.
En los últimos ocho años se transportaron de regreso más de 2.000 kilogramos de uranio altamente enriquecido de reactores nucleares hacia Rusia y EE. UU. Ucrania devuelve sus existencias totales de uranio a Rusia. Pero hasta para los expertos es difícil lograr una visión panorámica de la situación. “Siguen faltando estadísticas sobre las existencias y la reducción del uranio enriquecido”, explica Oliver Thränert, experto en armamento del Instituto Alemán de Política Internacional y Seguridad.
Irán y Corea del Norte: países problemáticos
Esa falta de información tiene que ver también con países problemáticos en materia de política nuclear, como Irán y Corea del Norte. Ambos estuvieron ausentes ya durante la primera cumbre de seguridad nuclear en Washington, y tampoco estarán presentes en Seúl. Corea del Norte abandonó el Tratado de No Proliferación Nuclear y renunció a su membresía en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Hace años que la comunidad internacional intenta en vano que ese país regrese al régimen de control global.
Pyongyang interpreta la cumbre en Corea del Sur como un gesto amenazante que sólo sirve para “justificar una guerra atómica contra Corea del Norte”, según publicó a fines de febrero el periódico estatal Roding Sinmun. A pesar de eso, el Gobierno norcoreano anunció una moratoria temporal para el enriquecimiento de uranio y ha invitado, entretanto, a los inspectores de la OIEA a retomar la supervisión en el país.
El caso de Irán es diferente. La OIEA trazó un límite arbitrario entre el uranio débilmente enriquecido y el uranio altamente enriquecido en un 20 por ciento. “Según sabemos, Irán está apenas por debajo del 20 por ciento”, dice Oliver Thränert. Irán posee uranio enriquecido hasta un valor del 19,75 por ciento, una diferencia mínima que, teniendo en cuenta el programa nuclear iraní, preocupa sobre todo a los países occidentales.
La amenaza del contrabando nuclear
La red de proliferación nuclear más conocida y peligrosa se desarrolló en torno al llamado “Padre de la bomba atómica pakistaní”, Abdul Q. Kahn, que proveyó durante los años 90 a Irán, Libia y Corea del Norte, así como probablemente también a personas privadas, de conocimiento y materiales para enriquecer uranio. “En círculos de expertos aún no se está seguro de si esa amplia red abandonó verdaderamente sus actividades”, dice Oliver Thränert a Deutsche Welle. A eso se suma el hecho de que Pakistán produce material de fusión nuclear en grandes cantidades y China encargó otros reactores con los que es posible producir plutonio para la fabricación de armas. “Sin embargo, Pakistán coopera con la OIEA en materia de seguridad nuclear en instalaciones nucleares de uso civil”, aclara Thränert subrayando una imagen diferenciada de ese país.
Rusia y EE. UU. van a la delantera
Rusia desconectó su último reactor productor de plutonio en abril de 2010. Pero, en este caso, aún quedan dudas acerca de si durante las turbulencias de la caída de la Unión Soviética se robó material nuclear. Es posible que también científicos ya jubilados hayan vendido sus conocimientos a otros países o a personas privadas. Con EE. UU. se ha firmado un acuerdo para destruir 34 toneladas de plutonio para producir armamento, tarea que comenzará en el 2018.
Hasta el momento, este tipo de tratados internacionales son la excepción. “La conferencia sólo puede aprobar planes de acción, pero cada país se reserva el derecho soberano de ponerlos en práctica”, dice Oliver Thränert. El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, representa al Gobierno alemán durante la cumbre en Seúl. Alemania se compromete a trabajar por una amplia política de prevención y a una decidida lucha contra el terrorismo y el contrabando nucleares.
Es probable que el encuentro en Seúl no sea la última conferencia en materia de seguridad nuclear, ya que, a pesar de diversas convenciones para la protección de material nuclear, hasta ahora no se cuenta con ningún tratado internacional vinculante que marque la pauta a nivel mundial.
Autor: Daniel Scheschkewitz/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López