Quienes perpetraron las masacres de París (13.11.2015) y Orlando (12.6.2016) aplicaron la estrategia que líderes yihadistas vienen promoviendo desde hace años: la de llevar el terror a la cotidianidad de Occidente.
Publicidad
“Destrózales el cráneo con una piedra, córtalos en pedazos con un cuchillo, atropéllalos con tu coche, lanza sus cuerpos desde las alturas, ahórcalos o envenénalos”. Esas son acciones que Abu Mohamed al-Adnani, vocero del autoproclamado Estado Islámico (EI), le recomendó a los simpatizantes de la organización terrorista en una grabación difundida en septiembre de 2015. Aunque los “soldados” de EI debían atacar ante todo a los “viles y mugrientos franceses”, a juicio de Adnani, también los “infieles” de todos los demás Estados constituían blancos legítimos de la violencia yihadista.
Los atentados de París (13.11.2015) y Orlando (12.6.2016) son evidencia de que el mensaje de Adnani –llevar el terror a la cotidianidad de Occidente– echó raíces en suelo fértil. Esos sucesos ponen a la Justicia y a los organismos de seguridad frente a un serio desafío: ¿cómo lidiar con personas políticamente radicalizadas que simpatizan con líderes y grupos extremistas o pueden terminar convirtiéndose en un peligro para la seguridad pública? ¿Cómo identificar a quienes están dispuestos a perpetrar actos terroristas por cuenta propia en nombre de un entidades como Estado Islámico.
Redes cambiantes
En los países occidentales, una de las fortalezas del EI es el hecho de que carece de estructuras formales; es más difícil identificar a quienes respaldan a una red terrorista que a los combatientes de una organización con jerarquías claras, explica el experto Peter Neumann. “Nizam, la tanzim (un sistema, no una organización)”. Esa fórmula célebre, presuntamente propagada por el yihadista sirio Abu Musab al-Suri, recomienda la formación de tejidos basados en relaciones personales de confianza; redes amorfas, cambiantes, fáciles de armar y de abandonar que le den espacio a la iniciativa propia.
La teoría de Suri, incluida en el texto “Un llamado ala resistencia islámica global”, contiene un segmento ideológico y uno estratégico. El último menciona, entre otras cosas, los blancos de ataque más “recomendables”: los “objetivos duros” –personalidades políticas y militares, construcciones de vital importancia para la economía y el transporte– y los “objetivos blandos”, como las empresas mediáticas y sus representantes, “las arenas deportivas, los eventos anuales, las exhibiciones internacionales, los mercados llenos, los rascacielos y otros edificios llenos de gente”.
Los estrategas y sus alumnos
Suri comenta que “el tipo de ataque que hace tambalear a los Estados y los Gobiernos es la masacre de su población civil. Eso se consigue atacando lugares con grandes concentraciones de gente, sitios en donde se puede contar con la máxima pérdida de vidas humanas”. Suri vivió mucho tiempo en Europa; a él se le atribuye un rol importante en la planificación del atentado de 2003 contra un tren en Madrid, donde 190 personas murieron y 2.000 resultaron heridas. El rastro de Suri se perdió hace algunos años en las cárceles del régimen de Bashar al Assad en Siria.
Hoy día, sus lecciones son difundidas a través de Internet por una generación más joven. En esa nueva camada destaca el francés Omar Diaby, alias Omar Omsen. Adnani, Suri y Omsen son tres de las figuras más prominentes en lo que respecta al reclutamiento de jóvenes para la yihad internacional, una guerra que seguramente seguirá apostando a ataques contra “objetivos blandos” en Occidente.
El terrorismo, un cáncer global (03.2016)
En Pakistán, en Afganistán, en Siria y en París, los atentados terroristas causan dolor y angustia. Los últimos datos hablan de un aumento del 80 por ciento en las muertes causadas por estas acciones.
Imagen: Reuters
Europa, una víctima entre tantas
La prensa suele dar amplia cobertura a los atentados perpetrados en Europa. Pero distan de ser los únicos. Los países más afectados por el terrorismo están lejos del Viejo Continente (Irak, Afganistán, Nigeria, Pakistán y Siria, en ese orden según un informe del Instituto para la Economía y la Paz). Acá les mostramos algunos casos. Y nos faltan: Uganda, Mali, Camerún, China, Yemen, Egipto...
Imagen: Getty Images/AFP/E.Dunand
Irak, donde sunitas y chiitas se odian
No pasa una semana sin que las bombas exploten en ciudades de Irak, afectando principalmente a civiles. Las disputas religiosas entre sunitas y chiitas suelen estar detrás de estas acciones, realizadas por milicianos del Estado Islámico, aunque también por miembros de Al Qaeda y otros grupos. El más reciente ocurrió en el estadio de Iskandariya, el 25 de marzo de 2016, donde 41 personas murieron.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/K. Kadim
Pakistán, víctima del horror talibán
El último atentado en Lahore, donde un grupo talibán atacó un parque lleno de cristianos el domingo 27 de marzo, matando a 72 personas, es solo uno más en la larga lista de actos de terror cometidos en ese país. El más tristemente célebre de los ataques de los últimos años es el de la escuela de Peshawar, en diciembre de 2014, cuando seis hombres armados talibanes asesinaron a 145 estudiantes.
Imagen: picture alliance/dpa/R. Dar
Nigeria, a la sombra de Boko Haram
El grupo islamista Boko Haram, que busca crear un califato en el norte de Nigeria, tiene mala fama. Y justificada. Junto a Estado Islámico, son responsables del 51 por ciento de las muertes causadas en el mundo por acciones terroristas. Boko Haram actúa con brutalidad, atacando poblados, saqueando y quemando a la población civil, entre otras barbaridades. Desde 2009 ha matado a 14 mil personas.
Imagen: Getty Images/AFP/Stringer
Siria, una guerra de todos contra todos
Los rebeldes, el Ejército, el Estado Islámico, el Frente Al Nusra, facciones que no responden a grandes grupos... La situación en Siria es tan delicada en términos de seguridad como cabría esperar de un país en guerra con múltiples grupos combatiendo por sus propios intereses. El ranking del Instituto para la Economía y la Paz ubica a Siria como el quinto país del mundo más afectado por el terror.
Imagen: Getty Images/AFP/L. Beshara
Afganistán y las ofensivas talibanes
Famosas son las ofensivas de verano de los grupos talibanes, que en el invierno se refugian en las regiones montañosas de Afganistán y Pakistán. Sus ataques poco a poco han derivado de operaciones contra las fuerzas de seguridad a centrarse en la población civil. Afganistán es, tras Irak, el segundo país con mayor incidencia terrorista del mundo. En 2014 hubo 4.505 muertos por esta causa.
Imagen: Reuters/M. Ismail
Kenia y Somalia, donde Al Shabaab quiere dominar
Al Shabaab desea imponer un estado islámico en Somalia. Controló Mogadiscio hasta que fue expulsado por las fuerzas somalíes, apoyadas por tropas de la Unión Africana. Si bien está en retirada, cuenta con al menos 7.000 hombres y ha perpetrado atentados también en Kenia, que apoya al Ejército somalí, y en Uganda. En septiembre de 2013 atacaron un centro comercial keniano, matando a 72 personas.