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El Texas boliviano

Steffen Leidel - AR27 de noviembre de 2006

En el departamento de Santa Cruz, los rebaños bovinos son enormes. Los campos de soja y las plantaciones de azúcar extensas. Algunas familias, inmensamente ricas. Son las que se siente amenazadas por Morales.

Grandes campos, grandes miedos.Imagen: DW/Steffen Leidel

Para Mariano Aguilera el pluriempleo no es ningún problema. Conducir a toda prisa con su BMW por las carreteras, hablar por teléfono, sintonizar la radio o ajustar el climatizador. Y dar una entrevista a su copiloto. Todo a la vez. No tiene tiempo que perder. Por la mañana es capataz en su hacienda “El Naranjal”, a 70 km de Santa Cruz. A mediodía trabaja como político y hoy tiene que asistir a la asamblea constitucional en Sucre, la capital.

Kiko es un gran terrateniente, y un hombre ocupado.Imagen: DW/Steffen Leidel

Aguilera, más conocido como Kiko, vive a gran velocidad y conoce bien el riesgo. “Todo lo que hoy me pertenece, lo he trabajado duro”, cuenta Kiko. Su padre murió temprano, cuando él tenía 13 años. Kilo heredó la hacienda. Hoy es uno de los hombres más ricos de Bolivia. Su fortuna asciende a 80 millones de dólares. Él y sus siete hermanas poseen ocho haciendas con una superficie total de 13.000 hectáreas. Además, le pertenecen innumerables vacas, caballos, así como enormes campos de soja y plantaciones de azúcar. Cien familias trabajan para él.

Miedo a la reforma agraria

La maquinaria para la recolecta de Kiko está valorada en 340.000 dólares, consume 41 litros de gasolina por hora y cosecha 1.200 toneladas de azúcar de caña en una hora. Para un rendimiento similar se necesitarían 600 hombres. Después, la caña se transforma en azúcar, pasto, etanol, ron y alcohol para perfumes, todo en sus propias fábricas. Kiko, descendiente de inmigrantes españoles. Pertenece al estrato social que los partidarios de Evo Morales llaman despectivamente oligarquía, la alta clase blanca.

Máquinas trabajan en las plantaciones de azúcar de Kiko.Imagen: DW/Steffen Leidel

Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, ha hecho una promesa: instaurar justicia en el país.El Estado debe recuperar la soberanía sobre sus materias primas. Además, Morales quiere redistribuir la quinta parte de la superficie agrícola de Bolivia. Según una estimación hecha por la Iglesia católica, un pequeño grupo de familias poseen el 90% de las haciendas. El resto se reparte entre cerca de 3 millones de pequeños campesinos, la mayoría de origen indígena.

Batalla por la autonomía

Hasta la fecha, Morales sólo ha repartido tierras del Estado. Sin embargo, también se quieren entregar para su cultivo terrenos no aprovechados que se encuentren en manos privadas. Los latifundios que no satisfacen su función económica y social deberán ponerse a disposición de las sociedades indígenas y de las gentes sin tierra.

Para los acomodados dueños de las grandes parcelas de Santa Cruz, los planes del nuevo Gobierno duelen como un ataque directo. Por eso, amenazan con defenderse. Kiko, y el resto de los ricos de Santa Cruz, ven las cosas de manera muy diferente a como las contempla Morales. Desde hace años luchan por la autonomía de su región. Y se han aliado a otros departamentos pudientes de las tierras bajas como Beni, Pando y Tarija.

En un referéndum celebrado en julio de 2006, los defensores de una mayor autonomía vencieron con claridad en los llamados “departamentos en ascenso”. Sin embargo, a nivel nacional fueron derrotados: el 56% de los votantes se manifestaron en contra de conceder mayor libertad en la toma de decisiones a estas provincias y apoyaron con su voto la voluntad del presidente.

“El este de Bolivia tiene su propia identidad. No queremos un Estado independiente pero estamos a favor de la descentralización. Una descentralización que ha sido rechazada por todos los gobiernos de La Paz, no sólo por el de Morales”, dice Germán Antelo, presidente del Comité Cívico de Santa Cruz que lucha desde hace 56 años por la autonomía.

Dos caras de Santa Cruz: los contrastes son visibles.Imagen: DW/Steffen Leidel

El departamento más rico

“El este boliviano produce el 40% del producto interior bruto (PIB) del país”, añade Antelo. La mitad de las exportaciones agrarias de Bolivia (soja, arroz, carne vacuna) provienen de Santa Cruz. Sin embargo, los “cambas”, como se les llama a los ciudadanos de Santa Cruz, están molestos. Pese a que esta región es la que mayores ingresos aporta del total de los nueve departamentos en que se divide Bolivia, la parte que les llega de ese rendimiento es muy baja.

“Gracias al esfuerzo de generaciones de familias que vinieron a trabajar estas tierras, Santa Cruz pudo desarrollarse”, dice Mauricio Roca, presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO). Al Estado central, Santa Cruz no le debe nada, asegura Roca. Las palabras más radicales las emite la Nación Camba, el Movimiento Nacional Camba de Liberación. Bolivia es una “especie de Tibet Sudamericano constituido mayoritariamente por las etnias aymará-queschua, atrasado y miserable”, puede leerse en su página de Internet. Su lema es: “vamos a ser lo que nosotros queremos ser, y no lo que otros quieren que seamos”.

Antelo y Roca se distancian públicamente de esta corriente. “Pero en realidad, toda la clase alta simpatiza con ellos. Son como una organización secreta”, cuenta un destacado consultor del Gobierno. “Santa Cruz me recuerda un poco a Texas. Unas pocas familias tienen el poder, la influencia, se conocen entre ellas y se hacen favores recíprocos”.

Potencial conflictivo

El centro de Santa Cruz.Imagen: DW/Steffen Leidel

A pesar de que la clase social blanca es económicamente influyente, numéricamente es una minoría. En Santa Cruz, la mayoría son “collas”, es decir, aymaras y quechuas que inmigraron del altiplano. Santa Cruz posee en la actualidad 1,2 millones de habitantes, y la tendencia es al alza.

En los años 50, la región era todavía un pueblecito sin electricidad ni abastecimiento de agua. Cuando la carretera a Cochabamba estuvo terminada y el departamento se comunicó con el resto del país, se inició un desarrollo sin precedentes. Muchos “collas” trabajan hoy para los “cambas” como recolectores u obreros de la construcción. Por lo general, la vida en común es pacífica.

Plan 3000, uno de los barrios pobres de Santa Cruz.Imagen: DW/Steffen Leidel

No obstante, el potencial conflictivo es alto, puesto que los “collas”, la mayoría pobres, apoyan el rumbo tomado por Evo Morales. Según un sondeo, uno de cada cinco encuestados considera posible que se llegue a desatar una guerra civil en esta zona entre los partidarios y detractores de Morales. La Nación Camba podría estar armando grupos paramilitares.

Kiko no quiere guerra. “No somos racistas, vivimos en paz con los 'collas'”. Pero si fuera necesario, él mismo lucharía. “No le hemos robado nada a nadie, nuestra tierra la hemos trabajado con el sudor de nuestra frente. No le devolveremos nada a nadie. Antes que eso, la muerte”.

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