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"El tiempo del 'No', se acabó"

3 de julio de 2003

Con mucho optimismo el canciller Gerhard Schröder despidió los diputados que inician la pausa parlamentaria de verano. A la oposición sólo le quedó ofrecer su cooperación en las reformas pendientes.

Schöder en el parlamento alemán.Imagen: AP

El gobierno se mueve: La agenda para las reformas está fijada y el canciller dispuesto. Si la oposición se niega a apoyar la reforma fiscal, tendrá que cargar con la responsabilidad de haber contribuido al estancamiento del país. Así de fácil puede ser una declaración de un canciller que en el pasado se vio atrapado entre oposición interna y rechazo por parte de los sindicatos.

El discurso de hoy del canciller alemán ante el parlamento tuvo principalmente dos razones: Recordar a la opinión pública que el gobierno socialdemócrata-verde por fin acordó un plan de reformas sociales y un adelanto de las reforma fiscal. En segundo término, contrastar su cita obligatoria ante una comisión parlamentaria encargada de examinar un supuesto engañó a la opinión pública respecto a la situación del presupuesto federal en las elecciones del 2002.

Mensaje a Bruselas

Schröder, abrió su discurso señalando que en estos días "toda Europa tiene la vista puesta en Alemania. Nuestra economía genera el 30% de la riqueza del continente y por eso tiene una especial responsabilidad. Y esa es la responsabilidad que asumimos, pues sin una Alemania fuerte no puede haber una Europa fuerte", dijo.

Schröder lanzó un orgulloso doble mensaje dirigido a la oposición alemana y a la Comisión Europea. Dijo a Bruselas que si se dispara el déficit por el adelanto de la reforma fiscal no significa que Alemania tenga intención de abandonar el objetivo de la estabilidad presupuestaria, sino que simplemente lo aplaza y da prioridad a medidas activas para impulsar el crecimiento.

Advertencias a la oposición

Para la oposición, especialmente la conservadora Unión Cristianodemócrata, CDU, la advertencia fue clara. Si no coopera para sacar adelante todas esas reformas será coresponsable de que la economía europea no logre levantar cabeza. No son precisamente las mejores visiones para la presidenta del partido, Angela Merkel, que en la última semana tuvo muchas dificultades para definir una línea común dentro de las filas de su propio partido ante el plan de reformas del canciller.

La reforma fiscal propuesta por el gobierno alemán comprende un recorte que entrará en vigor a partir de 2004. Se reduce la tasa máxima del 48% actual a un nivel del 42% y de la mínima del 19 al 15%. Esto, según Schröder, se traducirá en un diez por ciento menos de impuestos y un diez por ciento más de consumo. Suena bien, pero todo esto llevará a un aumento del endeudamiento que violaría claramente el Pacto de Estabilidad Europeo.

"Se acabó el tiempo del No", dijo el canciller en su discurso, sabiendo que ante las disonancias internas en el partido cristianodemócrata resulta relativamente fácil presentarse como el gran reformador. Los ciudadanos podrán comprobar el ímpetu reformador del canciller cuando vuelvan de sus vacaciones.

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