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El Tratado de Lisboa en manos de los jueces de Karlruhe

Christopher Plass/Banchón10 de febrero de 2009

El Tribunal Constitucional de Karlsruhe comienza a verificar si el Tratado de Lisboa es compatible con la Constitución alemana. ¿Confiere a la UE competencias que podrían vulnerar la soberanía del Estado alemán?

Alemania está tan lejos de la ratificación del Tratado de Lisboa como Chequia o Polonia. Sólo Irlanda está más lejos aún.Imagen: AP

Miembros de la conservadora CSU y de Die Linke, la izquierda, plantearon la querella ante la máxima instancia judicial del país. El principio democrático se vería vulnerado dado que –según los demandantes- los parlamentos nacionales cederían competencias al Parlamento de Bruselas.

El fin del proceso de verificación se prevé apenas para el verano; esto significa que la ratificación de esta obra magna de la UE también en Alemania ha entrado a la congeladora. Aunque las dos cámaras parlamentarias alemanas la han aprobado con una gran mayoría, el presidente alemán, Horst Köhler, no la firmará antes de que Karlsruhe le dé el espaldarazo.

Mejor funcionamiento

Los que ven con buenos ojos el Tratado del Lisboa opinan, por ejemplo, que justamente en tiempos de crisis es cuando más se nota la falta de un marco legal de ese calibre. La Unión Europea se encuentra cada vez más en situaciones en las que tiene que reaccionar rápidamente y, sobre todo, hablar con una sola voz. Eso sería posible si se aprobase el Tratado de Lisboa –una versión light de la malhadada Constitución Europea. Las estructuras de decisión se adaptarían de tal forma que una UE que crece pudiese funcionar mejor.

Nicolás Sarkozy en el Parlamento Europeo, diciembre 2008Imagen: picture-alliance/ dpa

El presidente francés, Nicolás Sarkozy, quien ocupó la presidencia rotativa de la UE en el semestre anterior, resaltó en su discurso de despedida la importancia de que el presidente tenga poder de decisión “no sólo por seis meses”. Sarkozy tuvo, como todos, que pasar el trago amargo de ocupar su silla sólo medio año. Si bien, con el Tratado de Lisboa la presidencia de cada país miembro de la UE también será semestral, se prevé una figura líder que conserve su cargo por dos años y medio.

Mayoría cualificada

En cuanto a que la UE gane margen de maniobra hay que resaltar que, si por un lado, en el Consejo las decisiones en cuanto a política exterior seguirán siendo tomadas por unanimidad, el Tratado prevé que en campos como en la política de refugiados o en el combate de la criminalidad se pueda tomar decisiones por mayoría cualificada: con la aprobación de un 55% de los países miembros de la UE cuya población sumada represente el 65% de la totalidad de la europea.

¿Suficientemente democrática?

Teniendo lo anterior en cuenta, ¿podría catalogarse al Tratado de Lisboa de suficientemente democrático? Eso es lo que tendrán que responder los magistrados de Karlsruhe. Los europeístas no se cansan de recalcar que, de aprobarse, el Tratado permitiría a los Parlamentos nacionales intervenir más en las decisiones de Bruselas. Además que las competencias de los parlamentarios europeos se ampliarían.

Como fuere, Alemania ha acabado tan poco con el proceso de ratificación como República Checa o Polonia. No hay que olvidar que sólo si los 27 Estados lo ratifican puede entrar en vigor y que en Irlanda tendrá que someterse a un segundo referéndum. El socialdemócrata Jo Leinen, encargado del comité constitucional del Parlamento Europeo, resalta que el Tratado no es sinónimo de un “súper Estado” europeo. “No puedo siquiera imaginar en qué puntos el Tratado podría ser incompatible con la Constitución alemana”. Pero, por más claro que esté para los europeístas, determinar si el Tratado de Lisboa es compatible con la Constitución alemana es potestad del Tribunal.

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