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El triunfo de Bush

6 de noviembre de 2002

Los republicanos lograron conquistar la mayoría en ambas cámaras del Congreso estadounidense. Un triunfo personal para el presidente George Bush, que muchos interpretan como carta blanca para su política exterior.

El jefe de la Casa Blanca, tan feliz como el día en que ganó la presidencia.Imagen: AP

Contraviniendo la tradición, no fueron los asuntos internos y los aspectos económicos los que determinaron el desenlace de las elecciones parlamentarias estadounidenses. De haber sido así, probablemente el partido de gobierno no hubiera recibido el espaldarazo que logró, considerando el estancamiento económico, el aumento del desempleo y los índices de confianza de los consumidores, que se encuentran en los niveles más bajos desde hace 9 años.

El éxito de los republicanos, que incluso lograron romper con el mito de que a mediados de su período el presidente pierde la mayoría parlamentaria, es un triunfo personal de George Bush; un triunfo atribuible en gran medida a que ha logrado proyectar una imagen de firmeza en la lucha contra el terrorismo. Los estadounidenses a todas luces aprueban su política en la materia, incluyendo los planes de guerra contra Irak. La seguridad nacional tiene prioridad sobre el bolsillo, más que nunca después del shock del 11 de septiembre del año pasado.

Presión internacional

¿Qué implicaciones tiene el resultado electoral para el resto del mundo? Los analistas coinciden en que, de partida, el gobierno estadounidense incrementará la presión internacional para llevar adelante sus intenciones de acorralar al dictador iraquí. En este contexto, no es casual que Washington esperara hasta hoy para presentar su nuevo borrador de resolución con respecto a Irak, ni que ya se hable de un virtual acuerdo con Francia, hasta ahora férreamente opuesta a una amenaza directa de represión militar contra Bagdad.

El gobierno alemán, que desde hace un par de meses sufre las irritaciones de la Casa Blanca por no secundar sus planes de guerra, se mostró en principio reservado, aunque ciertamente envió las felicitaciones de rigor a Bush por la victoria de su partido. Cosa que, dicho sea de paso, Bush no ha hecho aún tras la reelección del canciller Gerhard Schröder.

Alemania no está "convencida"

El coordinador de las relaciones germano-estadounidenses en el ministerio de Asuntos Exteriores de Berlín, Karsten Voigt, se aventuró a comentar que "es alta la probabilidad de que el presidente estadounidense se sienta más seguro en su posición que antes de los comicios". A su juicio, "también se verá fortalecido en cierto sentido a nivel internacional, en cuanto a su política hacia Irak". No obstante, el político socialdemócrata alemán indicó que aún tendrá que persuadir a los europeos. "En lo tocante a una intervención militar, todavía no ha convencido a los alemanes", afirmó Voigt en una entrevista.

La postura alemana, en todo caso, se vuelve más difícil de sostener. Una fuente cercana al Congreso estadounidense señaló que, de llevarse a cabo un ataque contra Irak, Washington espera que Alemania no ponga trabas de ninguna especie al uso de las bases norteamericanas en su territorio, para trasladar tropas desde allí a la zona de conflicto. Cualquier crítica de Berlín obviamente no sería bien recibida en la Casa Blanca. Ciertamente tampoco lo habría sido antes de las elecciones. Pero ahora parece más probable que nunca que los planes de guerra se hagan realidad, con o sin el consentimiento de la ONU.

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