Como presidenta del Consejo de la UE, la canciller evita cualquier crítica a las acciones de China en Hong Kong. Algo que complica a la oposición allí. Ahora ella tiene otras prioridades. Una lástima, opina Jens Thurau.
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Qué tiempos aquellos: en noviembre de 2007, la canciller alemana, Angela Merkel, recibía en Berlín al Dalai Lama, el líder espiritual y político de los tibetanos. En otras palabras, un archienemigo de China. Un hecho que inmediatamente provocó furiosas protestas de los que estaban en el poder en Pekín.
Los socios de coalición de Merkel en Alemania, los socialdemócratas, mostraron cierta irritación. Frank-Walter Steinmeier era ministro de Relaciones Exteriores; hoy es el presidente federal. Steinmeier temía un deterioro masivo de las relaciones con China. ¿Y Merkel? Contrarrestó las críticas con frialdad: "Yo decido a quién recibo y dónde". Y agregó que desearía que todos los miembros de su coalición adoptaran una postura clara sobre China, "porque, de lo contrario, el respeto de China hacia nosotros ciertamente no crecerá".
"Diferentes visiones"
Hoy, muchos esperan nuevamente que Merkel hable claro sobre China. Pero cuando la canciller presentó el último miércoles su plan para la presidencia alemana del Consejo de la UE en Bruselas, solo dedicó pocas palabras al tema China. Merkel subrayó la importancia del socio comercial, pero también se refirió a "diferentes visiones políticas y sociales, especialmente en cuanto al respeto a los derechos humanos". Ciertamente puede decir eso. Debería, en cualquier caso.
China acaba de asegurarse de que la Región Administrativa Especial de Hong Kong esté sujeta a la llamada "ley de seguridad", que significa el fin de cualquier oposición. Merkel no mencionó esto para nada en Bruselas.
Ciertamente, han pasado muchas cosas desde 2007, cuando la canciller reaccionó sin miedo a China: la UE ya le dio malos ratos a la canciller del país económico más fuerte de Europa. Primero en la crisis financiera, luego en la crisis de los refugiados. Es un secreto a voces que la principal razón de Merkel para volver a la cancillería en 2017 fue que quería barrer los platos rotos en Europa, al menos un poco. Ahora, durante los seis meses de la presidencia alemana de la UE, quiere poner esto en práctica.
El poder sobrio de Merkel
Merkel parece tener prioridades claras: acepta las acciones geopolíticas cada vez más fuertes y agresivas de los chinos, y tampoco puede hacer nada con respecto al hombre fuerte de la Casa Blanca. Al parecer, simplemente renunció a tratar de ponerse de acuerdo, de cualquier manera, con Donald Trump. Pero en Europa, allí el esfuerzo aún valdría la pena. Sobre todo, los miembros del este y sureste no ven más que un socio comercial importante en Pekín: para ellos, los derechos humanos no juegan un papel decisivo. Y parece que Merkel no quiere molestar a estos países.
La canciller siempre ha sido una política de poder sobrio, y muchas veces ha tenido razón. Pero precisamente si quiere darle un nuevo impulso a Europa, por ejemplo, promoviendo la idea de que las consecuencias del coronavirus deberían ser realmente afrontadas en conjunto, entonces se necesitan principios. ¿En qué debería basarse una nueva Europa, si no es en el respeto de los derechos humanos y el Estado de derecho? ¡Y si estos son los principios, entonces no podemos permanecer en silencio cuando Pekín impone su poder en Hong Kong! La oposición allí sigue enfatizando lo importante que es la respuesta de Europa, especialmente la de Angela Merkel. Hasta ahora, sin embargo, todo lo que viene de Merkel es un silencio atronador. Y eso es simplemente vergonzoso.
(ct/er)
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Hong Kong: más de dos décadas de confrontación con China
El 1 de julio de 1997, Hong Kong volvió a manos de China, tras haber pasado 156 años bajo control británico. La historia de este territorio ha estado marcada por protestas contra China.
Imagen: REUTERS/File Photo/B. Yip
1997: momento histórico
La entrega de la soberanía de Hong Kong de manos del Reino Unido a la República Popular China ocurrió el 1 de julio de 1997. El territorio del delta del río Pearl de China se convirtió en una colonia británica en 1842 y fue ocupado por Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Después del regreso de Hong Kong a China, la situación política fue descrita como: "un país, dos sistemas".
Imagen: Reuters/D. Martinez
1999: familias separadas
Las familias que habían sido separadas por la frontera de Hong Kong esperaban reunirse después del regreso de este territorio a China, pero con la cuota diaria de 150 chinos continentales autorizados para establecerse en Hong Kong, muchos siguieron lejos de sus familiares. Esta foto de 1999 muestra a visitantes chinos protestando después que se les negara el permiso de residencia.
Imagen: Reuters/B. Yip
2002: esperanza perdida
El tema del rechazo de la residencia para chinos continentales en Hong Kong volvió a estallar en abril de 2002, cuando Hong Kong comenzó a deportar a 4.000 chinos que habían perdido batallas legales para permanecer en el territorio. Estas familias fueron desalojadas de un parque en el centro de la ciudad donde habían estado protestando.
Imagen: Reuters/K. Cheung
2003: la pandemia del SARS
El territorio fue duramente afectado por el virus de la gripe SARS. En marzo la OMS lo declaró pandemia. El hombre que se ve en la foto asistió al funeral del doctor Tse Yuen-man el mes de mayo. El médico Tse se había ofrecido voluntariamente para atender a pacientes con SARS. Hong Kong fue declarado libre del virus en junio de 2003, después que casi 300 personas murieron por esta enfermedad.
Imagen: Reuters/B. Yip
2004: lucha por la democracia
La política china de "un país, dos sistemas"ha creado a menudo tensiones. En 2004, en el séptimo aniversario del retorno a la soberanía china, cientos de miles de personas protestaron en Hong Kong exigiendo una reforma política. Los manifestantes pedían democracia y elecciones directas para escoger al próximo líder de Hong Kong.
Imagen: Reuters/B. Yip
2008: no hay lugar para vivir
El aumento de los precios inmobiliarios en Hong Kong obligó a cobrar alquileres más caros. En 2008 no era raro ver a gente como Kong Siu-kau viviendo en las llamadas "casa jaulas", cubículos de malla de alambre de 1,4 metros cuadrados. Hoy se estima que 200 mil personas viven en una jaula u ocupan una cama en un apartamento compartido.
Imagen: Reuters/V. Fraile
2009: recordando en la plaza de Tiananmen
En el vigésimo aniversario de la brutal represión del Gobierno chino en la plaza de Tiananmen, los residentes de Hong Kong se reunieron en una vigilia a la luz de las velas en el parque Victoria. En esa oportunidad se vio lo diferente que es Hong Kong de China, donde la masacre de los partidarios y estudiantes prodemocracia del 4 de junio de 1989 se conoce como el "incidente del cuatro de junio".
Imagen: Reuters/A. Tam
2014: ocupación central
En 2014, protestas a gran escala sacudieron a Hong Kong durante dos meses, las manifestaciones exigían más autonomía. Beijing había anunciado que China decidiría sobre los candidatos en las elecciones del presidente ejecutivo de 2017. Las protestas fueron conocidas como revolución de los paraguas porque los asistentes usaron paraguas para protegerse de las bombas lacrimógenas que usó la policía.
Imagen: Reuters/T. Siu
2015: el deporte se vuelve político
Menos de un año después de las protestas, el 17 de noviembre de 2015, China jugó contra Hong Kong un partido de fútbol por la clasificación para el Mundial. Los invitados no tuvieron un recibimiento amistoso, los aficionados abuchearon mientras se tocó el himno nacional chino y mostraron carteles que decían "Hong Kong no es China". El partido terminó 0-0.
Imagen: Reuters/B. Yip
2016: otro ataque de violencia
En febrero de 2016, las autoridades intentaron desplazar a los vendedores callejeros de un barrio obrero de Hong Kong. Para esto enviaron a la policía antidisturbios, que usó bastones de goma y spray pimienta contra las personas, también hicieron disparos al aire a modo de advertencia. Estos enfrentamientos fueron los peores desde la revolución de los paraguas en 2014.