El señor Hausmann, jefe de la empresa de producción Evisco, está de muy buen humor. Los focos están perfectamente colocados, la ventana con vistas al Parlamento está cubierta por una lámina de color, encima del atril el discurso impreso en dos hojas y al lado la bandera de la República. Los técnicos han regulado la acústica. La canciller puede dar su discurso.

Merkel la primera

El señor Hausmann tiene motivos para estar contento. Charla sobre Evisco, su productora, que, desde el verano pasado, se encarga de grabar cada viernes el vodcast de la canciller. En cierto modo, se trata de un pedazo de la historia de los medios de comunicación a la que Hausmann contribuye. Hasta la fecha, ningún otro jefe de Estado retransmite mensajes por video en Internet, si no es para la campaña electoral. "Para nosotros se trata de un encargo muy importante", afirma Hausmann.

Los vídeos de tres minutos son fáciles de hacer. El enfoque de la cámara no varía, excepto por algún zoom. Según el señor Schweyer, el camarógrafo, "el trabajo con la canciller tiene sus límites". Y es que, como afirma Hausmann, "no se trata de un espectáculo, sino de retransmitir información".

Reacciones despiadadas

Por las reacciones, parece que los medios esperaban ver un clip de música, en lugar del vodcast de la canciller. El "moderado y repetido" (según el periódico Berliner) "discurso al estilo de las felicitaciones navideñas" (Welt) es, dejando de lado su "forzado tono irónico" (FAZ), "lento y carente de humor" (Stern), "serio e insípido" (SZ). Su éxito no ha podido evitar la crítica.

Sin embargo, en la dpa (la agencia de noticias alemana) el vodcast de los sábados es, según datos de la capital, "la fuente de noticias más relevante durante el fin de semana". Otras agencias también suelen publicar regularmente noticias sobre el discurso. Incluso algunos periódicos que se burlan de él hacen referencia al video. En fin, el vodcast tiene mucha resonancia para ser una producción de tan sólo 2000 euros.

"Es un encargo muy eficaz desde el punto de vista publicitario", afirma Hausmann. Por lo demás, su empresa se dedica a grabar desfiles de moda o a producir películas para Internet del Báyer de Múnich. Las experiencias en el sector de los deportes son muy útiles, dice Hausmann, "porque tenemos que ser capaces de reaccionar con flexibilidad".

Ruido de fondo

De repente se oye un tambor. El ruido llega de los aficionados que celebran en la Puerta de Brandeburgo la final de la Copa de Alemania de fútbol. El sonido no es muy alto, pero se nota. "Eso es un problema" anuncia Hausmann. El vodcast de la canciller debe tratar el tema de Afganistán, donde hace una semana murieron tres soldados alemanes. "¿Podéis comprobar el sonido?", pregunta a su equipo, "si se oye mucho, vamos a tener que cambiar de sitio".

Y eso sería otro problema, porque el escenario de los vodcasts no se elige al azar. Cada semana el discurso se desarrolla en un lugar diferente del edificio del Gobierno central, en un lugar que corresponda con el tema. Cuando se habló de la reforma de los impuestos sobre los beneficios empresariales, se podían ver las oficinas centrales de varias empresas de fondo; en el vodcast sobre la Exposición Nacional de Parques y Jardines, el zoológico. Esta vez el fondo es el Parlamento Federal, ya que son los diputados los responsables de tomar decisiones en lo que a la intervención en Afganistán concierne.

Cambios de última hora

Hausmann no disimula cuando el señor Schlich y el señor Spindeldreier, de la oficina federal de prensa, entran para controlar los prolegómenos de la grabación. "Hay mucho ruido", se queja, al principio sólo eran tambores, pero ahora también se puede oír un sintetizador. No obstante el ruido de fondo no es lo que preocupa a Spindeldreier: el tema del vodcast ha cambiado y ahora la canciller hablará del G8. Hausmann se relaja, por lo menos ahora el ruido ya no es tan irrespetuoso.

El señor Schmidt, el redactor jefe de Evisco, aparece con una sonrisa de oreja a oreja: ha conseguido contactar a los organizadores de la celebración y negociar una pausa de media hora. Para cuando da la noticia, la música ya ha parado. Además, ahora se levanta una ráfaga de aire que hace ondear la bandera al viento. Hausmann le da la enhorabuena a Schmidt, "¡bien hecho, Andreas!", la canciller puede empezar.

El tiempo corre, sólo tienen hasta las 14:20. Hausmann mira la hora. Son las 14:05. "Tenemos el tiempo justo" y la canciller está al teléfono. Pero son pacientes, entienden que quizá esté hablando con el presidente de Estados Unidos y no puede decir que lo siente, que su vodcast la espera.

Una toma es suficiente

Angela Merkel llega por fin. Las preparaciones han llevado casi cuatro horas, pero la grabación se realiza en un abrir y cerrar de ojos. Los trabajadores se van a un minúsculo cuarto donde presencian el rodaje desde un monitor; todos los demás tienen que esperar frente a la puerta, que después de tan sólo cinco minutos vuelve a abrirse. Una toma ha sido suficiente.

Al salir, Merkel afirma que le gusta utilizar los avances técnicos. Gracias al vodcast puede llegar a otro tipo de público. "Naturalmente, a veces es duro estar preparado cada semana para una grabación nueva y tener un buen tema del que hablar, pero creo que el vodcast tiene una buena aceptación".

Mientras tanto, Hausmann y Schmidt ven la grabación en un laptop. Al igual que la víspera ante el Parlamento, la canciller presenta los temas principales de la Cumbre del G8 y hace un llamamiento a la no violencia para los manifestantes. "Una vez más, la canciller lo ha logrado", dice Hausmann. El grupo de hinchas no ha hecho ruido durante la grabación. Hausmann está de buen humor.