El zoológico como el Arca moderna de Noé
16 de diciembre de 2014 Los elefantes nos conmueven. Los encontramos lindos, aún cuando necesitan diariamente 400 kg de alimentos y sus crías pesan 100 kg al nacer. El elefante es, sin duda, uno de los animales más populares del parque zoológico. Sin embargo, contrariamente a lo esperado, los zoológicos no son por el momento un buen lugar para proteger a los elefantes de su extinción. Hay muchas razones para ello. Por un lado, los grupos de elefantes que hay son ancianos porque las gerencias de los zoológicos no han atendido en las últimas décadas a su cría de forma sistemática. Asimismo, su entorno tampoco ha animado a los elefantes a tener descendencia propia. La falta de movilidad, el aburrimiento y el hecho de que no haya ninguna manada intacta son algunas de las causas. Como resultado, ahora hay muy pocos machos y hembras en edad de procrear entre los elefantes africanos, por ejemplo.
El bisonte europeo debe su supervivencia al zoológico
Sin embargo, existen ejemplos en los que los zoológicos actuaron como un arca de Noé y fueron capaces de preservar las especies en peligro de extinción. A comienzos del siglo veinte sólo quedaban doce bisontes europeos en los parques zoológicos. Estos son los mamíferos terrestres más grandes del continente, como si fueran los elefantes de Europa. En 1923 fue fundada la "Sociedad para la Protección del Bisonte Europeo" en Fráncfort del Meno. Tres décadas más tarde, ya fueron liberadas de su cautividad las primeras de estas reses bravas. Hoy en día, hay de nuevo varias manadas en Polonia, Ucrania, Bielorrusia, Rusia y Lituania. Una historia de éxito zoológica, por así decirlo y no es la única. También el cóndor de California, el caballo de Przewalski o el rinoceronte de Sumatra deben su supervivencia al zoológico.
Los elefantes pertenecen a la vida salvaje
¿Y qué hay de los elefantes? Algunas instituciones zoológicas se encuentran ante la cuestión de si importar elefantes salvajes o cerrar sus recintos a largo plazo, tal y como hizo el Parque Zoológico de Fráncfort. Como pequeño zoológico de ciudad que es, con un total de once hectáreas, no podía proporcionar suficiente espacio para los animales. "Deberíamos dejar los elefantes en libertad", dice Daniela Freyer de la Asociación Pro Wildlife, que defiende la protección de los animales en su entorno natural. No parece haber evidencias, según la ecologista, de que los zoológicos desempeñen un papel en la conservación de especies. "Los zoológicos son los mayores consumidores. Es mayor el número de animales que se han importado a los zoológicos alemanes, que el de animales que se han criado en ellos." De hecho, 292 elefantes africanos fueron importados a Europa e Israel entre 1930 y 1988. Sólo diecisiete animales nacieron en cautividad. Sin embargo, desde 1989 hasta hoy, el balance parece mejor: 61 importaciones frente a 100 nacimientos.
"Los zoológicos sólo se esfuerzan en la cría en cautividad cuando no pueden importar los ejemplares fácilmente del medio salvaje", opina Olaf Töffels de la Asociación Europea para la Protección de los Elefantes (EEG, en sus siglas en inglés), que ha recopilado estas cifras. No fue hasta después de 1988 cuando los zoológicos comenzaron a ocuparse de la cría de elefantes en cautiverio ante la escasez de ejemplares silvestres que poder importar de la naturaleza. En el caso del elefante asiático, por ejemplo, desde 1989 ha habido un éxito tan grande en la reproducción que han sobrevivido varias poblaciones, cuenta Töffels. Eso da lugar a que los zoológicos no dependan de las importaciones. Sin embargo, no se ha traducido aún en la reintroducción de los elefantes a la naturaleza.
La reproducción exitosa en Europa haría innecesarias las importaciones
Olaf Töffels debe su compromiso con los elefantes a sus visitas al zoológico: "desde bien pequeño fui visitante habitual del zoo y el cercado de elefantes era donde más tiempo pasaba“, cuenta. Töffels defiende el mantenimiento de animales en parques zoológicos pero de acuerdo con los principios modernos y excluyendo la importación de crías. Éstas son con frecuencia huérfanas, cuyos familiares han sido víctimas de los cazadores furtivos. También se da el caso de manadas que han sido asesinadas en tiroteos dirigidos a reducir las poblaciones de elefantes en ciertas áreas. La razón de esto es la lucha por la supervivencia entre el ser humano y los animales, ya que los asentamientos humanos toman cada vez más espacio. "Estos huérfanos no pueden reincorporarse a una nueva manada, ya que están traumatizados", critica Töffels. Y es que las crías carecen de las hembras, que son las maestras en la crianza. Esto se traduce en manadas heterogéneas e inestables, que es otra de las razones de por qué no funciona la cría en los zoológicos.
Thomas Kauffels, por el contrario, no tiene ningún problema con las importaciones. El director del zoológico privado Opel de Kronberg, en el estado de Hesse, dice que el zoológico se mantiene como un lugar extracurricular de aprendizaje muy visitado: " En la Asociación de Parques Zoológicos de Alemania tenemos 33 millones de visitantes, que son más que en la liga de fútbol", añade. Kauffels considera que la importación legal de animales es una buena inversión: “ese dinero refluye en los parques nacionales”.
La corrupción puede filtrar fondos
Ofir Drori lo niega rotundamente. El activista lucha en África contra la caza furtiva con su organización no gubernamental, Laga. Drori persigue con su equipo los comerciantes de animales ilegales, destapa casos de corrupción y lleva monos, papagayos o felinos incautados a las estaciones de recogida. "Es ingenuo pensar que los ingresos fluyen de regreso a la protección de especies", dice Drori. En la mayoría de los casos, según el activista, se enriquecerían los mismos círculos corruptos, que se benefician de la trata de personas. Y la conservación del elefante no será posible, hasta que alguien ponga fin a sus actividades. En muchos países africanos, el soborno está a la orden del día, de modo que no es ningún problema obtener los permisos de importación legales para elefantes. El propio Drori fue testigo de la venta de ocho elefantes de los últimos 50 que quedaban en Guinea. Éste es sólo un ejemplo. Drori y su equipo lograron detener el proyecto. Los zoológicos delegan con demasiada frecuencia su responsabilidad al vendedor. Al fin y al cabo, los zoológicos son empresas y como tal se interesan en atraer al mayor número de visitantes. Pero su misión educativa, según Drori, no puede ir tan lejos como para contribuir a la erradicación del elefante.
Autorin: Katrin Lechler (AR/EL)