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Elecciones 2017: el desafío de La Izquierda alemana

15 de enero de 2017

La Izquierda alemana aspira a entrar al Gobierno. Propone un impuesto del 5 por ciento sobre fortunas que superen el millón de euros y prohibir la exportación de armas. Pero muchos de sus votantes migran a la derecha.

Sara Wagenknecht y Dietmar Bartsch, cabezas de lista de La Izquierda de cara a las elecciones generales de 2017.
Sara Wagenknecht y Dietmar Bartsch, cabezas de lista de La Izquierda de cara a las elecciones generales de 2017.Imagen: picture-alliance/dpa/G. Fischer

Tras las elecciones generales de 2013 el sueño no parecía tan distante. La posibilidad de gobernar Alemania junto a la socialdemocracia (SPD) y Los Verdes (Die Grünen), parecía real para La Izquierda (Die Linke). Matemáticamente, habría alcanzado para detener la designación de Merkel, quien gobierna el país desde 2005. Pero el SPD optó por la alianza denominada "Gran Coalición", junto a la conservadora Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU) de Merkel.

La pregunta fue –y sigue siendo– si un frente "rojo-rojo-verde" puede llegar a consensuar un programa de gobierno unificado. A ocho meses de las elecciones, ese debate todavía no ha comenzado. Y lo cierto es que en los últimos tiempos ninguna encuesta indicó que esto sea posible en septiembre.

Hoy, según las encuestas, la suma del SPD, La Izquierda y Los Verdes daría un 38 por ciento. Un número muy parecido al 37 por ciento que, sola, alcanzaría la CDU de Merkel. Un factor decisivo en esta ecuación es lo que suceda con la derecha eurofóbica de Alternativa para Alemana (AfD). Muy probablemente esta formación supere el 5 por ciento necesario y entre con fuerza al próximo Bundestag (la Cámara Baja del Parlamento alemán).

Propuestas

El 15 por ciento de intención de voto con que cuenta AfD, fundada en 2013, la ubica con inmejorables chances de desplazar a La Izquierda, convirtiéndose así en el principal partido de oposición. Sería un duro golpe para la izquierda alemana.

Bajo el lema: "social, justa, para todos", La Izquierda plantea una cambio total de paradigma político. Una tarea ambiciosa en la que, incluso teóricamente, es difícil encontrar aliados. Proponen un impuesto del 5 por ciento sobre todas las riquezas que superen el millón de euros y una reducción de la carga impositiva a los ingresos de menos de 7.100 euros mensuales. Así, según los cálculos de La Izquierda, el fisco tendrá unos 80 mil millones más de euros para administrar. A ellos debe tributar, además, un impuesto a las transacciones financieras a la bolsa. Con ese dinero, el partido aspira a financiar el cambio energético y la construcción de infraestructura digital. Según su programa, no habría incrementos del presupuesto militar y debería prohibirse la exportación de armas.

Bernd Riexinger y Katja Kipping lideran la formación a cuatro manos.Imagen: picture-alliance/dpa/P. Endig

Contradicciones

Como objetivo, de cara a las próximas elecciones, La Izquierda se ha fijado la meta de "un buen resultado de dos dígitos". La comparación es con los resultados del 2013, cuando obtuvo un 8.6 por ciento y se posicionó como la bancada opositora más potente en el Parlamento.

Y a pesar de que La Izquierda ha perdido ya muchos votos a manos de la derecha populista de AfD en las cinco elecciones regionales del año pasado, Sahra Wagenknecht, una de sus cabezas de lista, quiere creer que habrá un cambio de tendencia.

"Lógicamente”, buscan llegar a los votantes de AfD, dijo Wagenknecht en la presentación del programa electoral este fin de semana en Berlín. Para lograrlo, critican a Merkel con una retórica que recuerda las maneras de la derecha. A comienzos de enero, Wagenknecht aseguró en una entrevista con el semanario Stern que Merkel era corresposable por el atentado que causó 12 muertos en Berlín.

Bernd Riexinger, quien dirige el partido junto a Katja Kipping, se apuró a contradecir a Wagenknecht en el Parlamento: "Es altamente erróneo y peligroso establecer una conexión entre el tema de los refugiados y el terrorismo", aseguró, dejando en evidencia las contradicciones dentro del movimiento de cara a las elecciones generales de este año en Alemania.

Dietmar Bartsch, el otro cabeza de lista de La Izquierda, asegura que, así y todo, el partido sigue siendo "un trozo de esperanza" para mucha gente. Pero a esa esperanza representada por La Izquierda la acechan otras contradicciones, visibles ahora mismo en el Ayuntamiento de Berlín. Allí, la gobernante coalición rojo-rojo-verde sufre el debate sobre el pasado vínculo con la Seguridad del Estado (Stasi) de la antigua Alemania comunista de un funcionario nominado por la formación. Y el caso muestra lo difícil que resulta para La Izquierda –sucesora de la SED comunista– liberarse de su pasado, aún 27 años tras la reunificación.

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