Esta semana empezó en Chile la recta final de las elecciones presidenciales y parlamentarias, fijadas para el 16 de noviembre próximo. Es decir, comenzó el grueso de los debates, las franjas propagandísticas gratuitas en radio y televisión y la fase en la cual los candidatos suelen perder tracción, más por errores propios que por aciertos del contrincante.
Ocho presidenciables aspiran a ingresar por el período 2026-2030 a lo que los chilenos llaman "la casa donde tanto se sufre”, el Palacio de La Moneda. Sin embargo, sólo tres tienen posibilidades de ganar: Jeannette Jara, de izquierda, y José Antonio Kast y Evelyn Matthei, ambos de derecha. Las encuestas anticipan, no obstante, que ninguno obtendrá mayoría absoluta en la primera ronda de votación, y que se tornará necesaria una segunda, en la cual Jara sería derrotada con amplitud por sus adversarios.
Según la encuestadora semanal CADEM (en sostenida coincidencia con otras), Jara, líder de la alianza Unidad por Chile, encabeza las encuestas con 26 % de preferencias. Ella representa la continuidad del gobierno de Boric, de quien fue su ministra del Trabajo y Previsión Social. En los últimos dos años el presidente viene cosechando 30 % de aprobación ciudadana y 60 % de rechazo, por lo que Jara conserva parte de ese caudal. La coalición de izquierda la integran varias tiendas políticas, entre ellas, los partidos Frente Amplio, Comunista, Socialista y el Demócrata Cristiano.
De cerca la sigue José Antonio Kast (24 %), del derechista Partido Republicano, respaldado también por el conservador Partido Social Cristiano. Kast ha caído en los últimos dos meses 6 puntos, mientras que Matthei ha repuntado levemente y alcanza 16 % de las preferencias. Matthei, de la derechista Unión Demócrata Independiente, cuenta también con el respaldo de la centroderechista Renovación Nacional, el liberal partido Evópoli y el centroizquierdista Demócratas.
La vuelta final para elegir nuevo mandatario tendrá lugar el 14 de diciembre próximo. En todas las encuestas, Kast y Matthei se impondrían frente a la militante comunista, cuyo partido es el más estructurado e influyente del gobierno de Boric aunque cuenta con sólo 5 % del electorado. Jara representa al conjunto de la izquierda tras derrotar en primarias recientes tanto a la centroizquierda heredera de los presidentes Patricio Aylwin, Eduardo Frei y Ricardo Lagos como al joven y rebelde Frente Amplio, que en 2022 llevó a Boric a La Moneda.
Renovación total de la Cámara de Diputados y la mitad del Senado
La jornada electoral inicial, la del 16 de noviembre, comprende asimismo la renovación total de la Cámara de Diputados y la mitad del Senado, instancias cruciales para que un gobierno pueda impulsar su programa. Allí la lucha por la hegemonía es ardua. Los dos últimos gobiernos -tanto el del centroderechista Sebastián Piñera como del izquierdista Boric- enfrentaron grandes obstáculos para aprobar leyes al carecer de las mayorías necesarias. Se prevé que esta vez se repetirá el cuadro, facilitado por la división entre las derechas, que, si bien constituyen mayoría, han caído en episodios de "guerra civil” que las debilitan y pueden perjudicar la conformación del futuro gobierno, que una de ellas asumiría.
Matthei no ha garantizado su apoyo a Kast si este pasa a segunda vuelta con Jara, y afirmó que Kast no dispondría de sus cuadros como gobernante, muchos de los cuales adquirieron experiencia bajo los dos gobiernos de Piñera. Matthei basa esa decisión en su convicción de que tanto Kast como Jara representan extremos políticos, y ella misma, el centro moderado, único capaz de lograr acuerdos transversales y garantizar la paz social.
Partidarios de Kast, por su lado, la rebaten, recordando que el estallido de octubre de 2019, el más destructivo que ha sufrido Chile en su historia, se produjo bajo la administración del centroderechista Piñera. Jara, por su parte, se encuentra ante un muro infranqueable para ensanchar su electorado por militar en un partido marxista-leninista que apoya al régimen cubano, calla sobre Nicaragua y simpatiza con los regímenes de Venezuela y Corea del Norte.
Como los tres candidatos intuyen que el triunfo lo brindarán al final electores moderados, no politizados y "obligados” (el voto es obligatorio), los tres se desmarcan de sus posiciones tradicionales. Jara subraya que su candidatura no es de su partido, sino de un pacto amplio, y que a ella la atraen ideas socialdemócratas: anunció a empresarios que "no los expropiará”, afirmó que Cuba tiene "una democracia, pero diferente” a la chilena, aunque sí admitió que en Cuba hay presos políticos.
Matthei ha hecho otro tanto: se declara receptiva a ideas socialdemócratas y afirmó recientemente que el principal líder inspirador vivo para ella es Mark Carney, el primer ministro canadiense, un político de centroizquierda.
Por otra parte, Kast no se ha referido al programa valórico conservador que postuló en la elección de 2021, cuando derrotó a Boric en primera vuelta, mas no en la segunda. Kast sostiene que lo que Chile precisa hoy es un gobierno de emergencia que asuma con urgencia las tareas concretas para superar la crisis multifactorial que enfrenta Chile.
Los problemas que preocupan a los chilenos
Entre los principales temas que agobian hoy a la ciudadanía figuran: inédito nivel de inseguridad, feble crecimiento económico, alza del desempleo, principalmente entre mujeres, inmigración ilegal descontrolada, extensas listas de espera en salud pública y un grave declive de la educación pública, todo lo cual impacta en los sectores más vulnerables.
Los analistas señalan que, si bien es improbable que la candidata de izquierda llegue a La Moneda, aún debe fluir mucha agua bajo los puentes de la derecha, y los dados se echarán el 14 de diciembre. Esa misma noche, según dicta la tradición cívica local, la ciudadanía se enterará de quién habrá de conducirla por los próximos cuatro años y esperará a que el derrotado acuda a la sede del vencedor para felicitarlo y desearle públicamente éxito en su mandato. Al día siguiente, el mandatario en ejercicio deberá ofrecer al electo un desayuno en su residencia. Es lo que se acostumbra y espera la ciudadanía, que, si bien está dividida políticamente, es unánime al desaprobar la labor del Congreso y los partidos políticos.
Con una sostenida desaprobación de 90%, la peor de las instituciones nacionales, la clase política tal vez pueda recobrar algo de la confianza ciudadana si allana el camino para que Chile se reencuentre y afronte los álgidos desafíos que tiene pendientes. Algo complejo en un Congreso donde hay más de veinte partidos, muchos de ellos mínimos.
Roberto Ampuero es escritor, excanciller y exembajador de Chile.
(cp)