Elecciones presidenciales en Ruanda con Kagame como favorito
4 de agosto de 2017
Los ruandeses acudieron hoy a votar un nuevo presidente para los próximos siete años, aunque parece seguro que el actual jefe de Estado, Paul Kagame, volverá a salir vencedor para una tercera legislatura.
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Unas siete millones de personas están registradas para votar. Los centros abrieron a las 07:00 hora local (04:00 GMT) y horas antes ya se habían formado colas de ciudadanos.
El Frente Patriótico Ruandés (FPR), liderado por Kagame, puso fin en 1994 al genocidio, en el que alrededor de 800.000 tutsis y hutus moderados fueron asesinados. Desde entonces forma parte del Gobierno del país y presidente desde el 2000.
Según los expertos, Kagame goza de una gran popularidad. Ha proporcionado estabilidad y crecimiento económico al país interior del este de África, dice Steven Gruz, del Instituto Sudafricano de Asuntos Exteriores. Según Transparencia Internacional, Ruanda es uno de los países menos corruptos de África.
Sin embargo, los defensores de los derechos humanos denuncian que la libertad de expresión y el trabajo político de la oposición están muy limitados.
"Los que ponen el duda al gobierno son asesinados"
"Los medios independientes y las organizaciones de derechos humanos independientes apenas existen en el país", dice Ida Sawyer, de Human Rights Watch. El Gobierno actúa de forma regular contra los opositores y los críticos, apunta.
"Aquellos que se atreven a poner en duda el statu quo son arrestados, desaparecen o son asesinados", denuncia. Otros dos candidatos se han presentado a las elecciones. Sin embargo, Frank Habineza, del Partido Democrático Verde, y el independiente Philippe Mpayimana no tienen prácticamente posibilidades.
La única competidora prometedora, Diane Shima Rwigara, no pudo presentar su candidatura por no obtener el número de firmas de apoyo suficiente.
Kagame obtuvo en las elecciones presidenciales de 2003 y 2010 el 95 y el 93 por ciento de los votos. En realidad, la Constitución le impedía presentarse para una tercera legislatura, pero en un referéndum celebrado en 2015, el 98 por ciento de los ruandeses votó a favor de modificar la Carta Magna para permitirle optar al cargo hasta 2034.
CP (dpa, efe)
Día Mundial del Migrante: El campamento de refugiados Kakuma o "la nada"
Cada 18 de diciembre se recuerda a millones de migrantes. Kakuma, en Kenia, es uno de los campamentos más grandes del mundo, que acoge a desterrados por las guerras y el hambre desde hace 25 años. DW visitó dicho campo.
Imagen: DW/R. Klein
Cientos de miles de humanos en "la nada"
"Kakuma" quiere decir en kiswahili algo así como "la nada". Ubicado a unos 100 kilómetros de la frontera con Sudán del Sur está en medio de una zona seca y cálida. Aquí viven, más mal que bien, unas 180.000 personas en cabañas o casas de adobe. Sus residentes huyen de la guerra o el hambre en Sudán y Sudán del Sur, Somalia, Uganda y otros países vecinos.
Imagen: Johanniter/Fassio
No paran de llegar refugiados, todos los días
Kakuma fue construido para albergar a 125.000 personas, pero desde su apertura no han parado de llegar personas en busca de refugio. Cada mes se suman unas mil o dos mil personas. Teresa Akong Anthony, en la imagen, vino desde el sur de Sudán hace dos semanas. Ahora espera a la sombra de una choza que ella y sus tres hijos sean registrados como refugiados. La temperatura hoy es de 37 grados.
Imagen: DW/R. Klein
¿Nacionalidad? Refugiado
Kakuma está lleno de jóvenes: más del 60 por ciento de los habitantes tienen menos de 17 años de edad. Muchos han nacido o se han criado en el campo. Para ellos, la palabra "casa" es difícil de definir. A menudo, no tienen ninguna relación con su país de origen, pero tampoco son kenianos. Se trata de jóvenes nacidos como refugiados.
Imagen: DW/R. Klein
Madre malnutrida, bebé malnutrido
Kandida Nibigira huyó de la violencia en Burundi hace tres años. Aquí vive con sus ocho hijos en una choza de barro. La vida para toda la familia es un inmenso reto diario: temperaturas alrededor de los 40 grados, suelo muy seco y poca comida. "Comemos sólo una vez al día", dice esta mujer de 38 años de edad, que intenta dar pecho a su hijo, a pesar de su propia malnutrición.
Imagen: DW/R. Klein
No hay suficiente dinero para la comida
En este campo de refugiados operado por ACNUR se distribuyen alimentos unas dos veces al mes. Si los residentes muestran su tarjeta de racionamiento, reciben aceite, mijo, frijoles, maíz fortificado y jabón. Debido a que no hay suficiente dinero disponible, las raciones de diciembre se redujeron a la mitad. La comida debe ahora alcanzar para todo un mes.
Imagen: DW/R. Klein
El hambre desespera
Hacer colas para recibir las respectivas raciones demora hasta cinco horas. Los trabajadores son aislados por una malla de alambre para protegerlos de la violencia que puede surgir ante la desesperación de la escasez y el hambre.
Imagen: DW/R. Klein
Un campamento convertido en “ciudad”
Además de las tarjetas de racionamiento, los residentes del campo obtienen vales que pueden canjear en ciertas tiendas. En los últimos 25 años, Kakuma se ha convertido en una pequeña ciudad. En el mercado se compran y venden cosas de uso cotidiano: alimentos, herramientas, artículos eléctricos o tarjetas SIM.
Imagen: DW/R. Klein
Mucha gente, poco trabajo
Los refugiados en Kakuma sólo pueden trabajar con un permiso especial, pero hay poco trabajo. Algunos trabajan para organizaciones benéficas. Para aumentar sus posibilidades laborales, hay proyectos individuales de formación. Aquí, tanto los refugiados como la población local pueden formarse en carpintería, electricidad y costura.
Imagen: DW/R. Klein
Sin familia ni educación
"Quiero ser una enfermera," dice Kamuka Ismali Ali, quien huyó de la guerra en el sur de Sudán. "Todavía no sé si mi familia vive”. Kamuka, de 20 años de edad, asiste a una escuela en Kakuma y quiere graduarse. "Cuando la guerra termine, ansío poder volver a ver a mi familia y ayudarla".
Imagen: DW/R. Klein
Integración: auto-sustento y convivencia
Gracias a la ayuda internacional, los habitantes de este campo de refugiados pueden recibir la atención más urgente. Debido a que Kakuma crece todos días y los refugiados son separados de la población local, unas 60.000 personas serán reubicadas en otro nuevo campo, a unos 20 kilómetros de distancia. La idea es promover el auto-sustento de los refugiados y la convivencia con locales.