Ellen Görner, desempleada
3 de mayo de 2010No darse por vencida, no dejarse caer: este parece ser el lema de vida de Ellen Görner. En su departamento de tres piezas en el sexto piso de una unidad de multifamiliares en los suburbios de Dresden se siente la falta de amplitud, pero eso no significa de ninguna manera desorden. Para el desayuno se pone la mesa y se reúne la familia reflejando unión.
De los cinco hijos de Ellen Görner tres viven aún con su madre. Dos jóvenes adolescentes y su hija Ulrike de 25 anos de edad. Ulrike también es madre. Su hijo Mauro ingresó a la escuela hace poco. Así tres generaciones comparten un área de 70 metros cuadrados. Los adolescentes cursan una profesión práctica, la hija quiere ser enfermera. Cada uno de ellos se ocupa de sus asuntos.
El enemigo principal de Ellen Görner es la monotonía de su vida: no tener nada que hacer cansa: aspirar, lavar, ver televisión, revisar el correo electrónico. No ha logrado encontrar un trabajo decente en el Internet!
Hijos en vez de trabajo
La campana de la iglesia vecina toca las doce: debe recoger a su nieto. Antes se fuma rápido un cigarro y parte al colegio.
Päng! Junto al charco a su lado cae una naranja, una más. Su chamarra se ha ensuciado, desde una ventana en el segundo piso de la escuela se escuchan risotadas. Ellen está furiosa: "En nuestros tiempos esto era impensable!". Aparece Mauro quien se alegra de ver a su abuela.
También el segundo nieto, el pequeño Linus, le gusta estar con la abuela. Tal vez la abuela de 54 anos debería abrir un jardín de niños? Diciente: después de cinco hijos no tiene los nervios suficientes.
RDA – Cuba - Alemania
Ellen Görner nació y creció en Zwickau en Sajonia, a donde emigraron sus padres después de la guerra. Eran sudetes, es decir miembros de una minoría alemana en territorio checo antes de la Segunda Guerra Mundial. Después de 1945 los sudetes fueron desplazados de sus tierras, es así como los padres de Ellen Görner llegaron a Zwickau. En la escuela era buena, incluso fue la segunda mejor del colegio. De hecho podría haber estudiado.
Pero para esto debería haber abandonado Zwickau y no lo quiso hacer en aquel momento. Comenzó a trabajar en una fábrica de papel, después en una panadería. Recuerda con agrado los tiempos de la desaparecida República Democrática
Alemana: "Todos teníamos trabajo y los salarios eran buenos. No teníamos todos los días plátanos, las naranjas venían de Cuba. Ahí hay otro tipo de naranjas que sólo dan jugo. Pero no nos iba mal."
Apropósito de Cuba: de ahí venían no sólo naranjas, sino también trabajadores a la RDA. Görner conoció a uno de ellos y se enamoró poco después de la Caída del Muro de Berlín se fue con el a Cuba. Fue un verdadero choque cultural para Ellen Görner, quien retorno en 1996 de Cuba a casa: Zwickau, que en la RDA había sido una ciudad industrial, estaba en quiebra. Nada funcionaba. Todas las empresas, también la panadería en la que trabajaba Ellen, habían cerrado.
Ellen no se dio porvencida: hizo una capacitación y aprendió el manejo de computadoras. Trabajó en diversos empleos: en un hogar para sordos, posteriormente emigró a la isla de Lanzarote. Europa se unía y ella hablaba español. La oficina de trabajo le pagó el viaje a su nuevo trabajo en las Islas Canarias. Trabajaba como cocinera, en la recepción de un hotel de lujo y en una empresa de seguridad. Después vino la crisis económica mundial y con ella el desempleo. Ahora Ellen Görner se sienta frente a su viejo laptop en busca de un empleo.
No perder la esperanza
Comida de medio día: puré de papas y pescado. Ha transcurrido la mitad del día – gracias a Dios – piensa Ellen Görner! Rápido acudir todavía al buzón de correo… desgraciadamente está vació. Ellen se ha apuntado en varios centros de trabajo y también se ha presentado a una empresa de seguridad. En Dresden hay tantos museos, en uno de ellos le gustaría ocuparse de la seguridad.
Recientemente Ellen encontró un anuncio de periódico: se buscaba una recepcionista para un hotel en Tirol. Se presentó y la primera pregunta fue sobe su edad. "Bueno, no me veo realmente joven, tengo 54", - admite Ellen en dialecto sajón. Le indicaron amablemente que „mantendrían el contacto“... pero ha pasado mucho tiempo desde esta promesa.
¿54? Más bien: sólo 54! Ellen Görner no se da porvencida: "Para mi no hay nada más vergonzoso que decir que vivo del apoyo estatal, del llamado „Hartz 4“. Para dejar de hacerlo lo haría todo!" Sus ojos se llenan de lágrimas cuando lo dice.
Autorin: Anastassia Boutsko
Redaktion: Birgit Görtz