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En busca de sinergias entre el Caribe y la Unión Europea

Mirra Banchón 15 de mayo de 2013

Educación, generación de energía, protección contra el cambio climático, turismo ecológico: en una conferencia en Bruselas se habló de la futura cooperación entre la UE y el Caribe.

Port-au-Prince, Haití, abril 2013Imagen: picture-alliance/dpa

“Después de un promedio de crecimiento alrededor del 7%, para el 2013 se prevé que República Dominicana crezca sólo un 4% . La región caribeña no puede escapar a la crisis global”, afirmaba en Bruselas Leonel Fernández, expresidente dominicano, en el marco de la conferencia “El Caribe y la sinergia UE-CELAC”.  

De una especial vulnerabilidad económica de la región habla  la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Debido a que son economías pequeñas, altamente dependientes del comercio, con limitada variedad en sus exportaciones, de estatus de renta media y limitados recursos humanos y naturales  su exposición a los choques externos es altísima.

A ello se suma el impacto que tendrá el cambio climático en la agricultura de la región: según proyecciones, a partir del 2020 la producción de caña de azúcar, plátanos, yuca y tomate sería prácticamente imposible, quedando sólo el arroz de los cultivos comerciales actuales.

Voluntad a pesar de toda crisis

Innegable es también el impacto socioeconómico de largo plazo que suelen tener los desastres naturales en el Caribe. A tres años del terremoto de Haití, “la Universidad de Quisqueya ofrece sus clases en tiendas de campaña en donde la temperatura a las 11 de la mañana es de 30 grados”, cuenta Jacques-Edouard Alexis, exprimer ministro haitiano. La perspectiva no es de color rosa.

“El deterioro económico de los últimos años, originado en la crisis global, ha generado una merma del intercambio entre ambas regiones la UE y la CELAC. No obstante sí hay una voluntad política”, dice a DW Leonel Fernández.

Leonel Fernández, expresidente de República Dominicana, en una conferencia en la Universidad ICHEC de Bruselas, mayo 14 de 2013Imagen: DW/M.Banchon

Diálogo después de la cumbre

En este contexto, y con una Europa en seria crisis, en el futuro de las relaciones entre los países de la UE y la CELAC la región caribeña merece especial atención. Así, la Fundación EULAC, con sede en Hamburgo, junto con IRELAC, con sede en Bruselas, organizan encuentros para encaminar los siguientes pasos después de lo acordado en la Cumbre de Santiago (diálogo político, promoción del comercio y la inversión, intercambios educativo, científico y tecnológico). 

“Estamos creando un espacio académico conjunto con varias universidades para  avanzar el tema de las homologaciones. También estamos trabajando en un mapeo de pequeñas y medianas empresas para detectar en qué sectores podemos hacer clusters para que en ambas regiones y también entre el Caribe y América Latina, puedan cooperar”, explica a DW Benita Ferrero-Waldner, directora de la Fundación EULAC y excomisaria europea de Relaciones Exteriores.

¿En qué cooperar?

Así, aunque la UE recorta su presupuesto de cooperación con la región latinoamericana y de que, según Ferrero-Waldner, “sí hubiese sido deseable mayor generosidad hay grandes temas y desafíos como la educación,  la salud y la política fiscal de los cuales debemos seguir ocupando. Además, el mundo ha cambiado; muchos países que antes estaban  en vías de desarrollo han  salido de la pobreza. Desde esa perspectiva, la UE con su concepto de aid & trade aporta a que la clase media crezca”.

Efectivamente, “sería contraproducente para sí misma que la UE cortara todo tipo de cooperación con América Latina y el Caribe. Si la región prospera, se abren mercados para productos y servicios de la UE. Si se estanca, puede haber un flujo de migración ilegal hacia Europa o un incremento de actividades ilícitas que terminan afectándola. El fenómeno de la interdependencia global nos obliga a ser solidarios. Con todo, la cooperación debe cambiar de perspectiva y puede adquirir la del intercambio científico tecnológico”, afirma Fernández.

En este sentido, y siendo el Caribe una de las regiones más aquejadas por la fuga de cerebros, se hace imperativo un cambio en los modelos educativos: “no necesitamos sólo académicos sino formaciones a nivel técnico para entrenar personal que pueda integrarse a la cadena de producción global”, explicaba Fernández.

Turismo masivo y comercio injusto

Consciente de la fragilidad actual, el expresidente dominicano subraya la voluntad de su país de avanzar hacia un desarrollo que no dependa sólo de la exportación y de servicios que se traducen en un turismo masivo y poco ecológico. Y aunque ve en el incremento del comercio una fuente de bienestar, en una liberalización total hacia Europa ve el peligro en las asimetrías.

Haití, mayo 2013Imagen: THONY BELIZAIRE/AFP/Getty Images

Como ejemplo, Haití y el arroz: la liberalización con el mercado estadounidense ha llevado a que sea más barato importar desde allí arroz subvencionado. Los productores haitianos, que no han podido competir, han optado por producir arroz en República Dominicana. “Si bien el comercio siempre se ha visto como una fuente de prosperidad y desarrollo, no es sólo el comercio, sino el comercio justo”, afirma Fernández subrayando su esperanza de que, siendo un brasileño el futuro secretario general de la OMC, se avance en el tema de los subsidios agrícolas, también europeos.

Así, concentrados en la región donde la electricidad cuesta más que en ninguna otra parte del mundo y en donde apenas se ha acabado de recoger los escombros del terremoto de Haití, el exmandatario de República Dominicana -orgulloso de que país haya cumplido con la construcción de una universidad en el aquejado país vecino en donde se encuentran estudiando ya 5000 estudiantes-  concluye: “República Dominicana reconoce y valora el aporte de la UE al programa nacional de desarrollo, pero éste es sólo complementario a lo que el país hace por sí mismo”.

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