En contra de las misiones
27 de noviembre de 2006Lo discutible de las cifras
Según el Gobierno, en 2003 el 55,1% de los venezolanos vivía en la pobreza. A finales de 2005, la cifra se había reducido a un 37,9%. Igualmente, el porcentaje de personas que subsisten en la más extrema pobreza ha pasado del 17,1% de 1998 a un 15,3% en 2005. Los datos proceden de las estadísticas oficiales. Incluso en el caso de aceptar la veracidad de estos números, cabe preguntarse si realmente han sido los programas sociales los que han hecho mejorar la situación, o si el crecimiento económico que vive Venezuela gracias a los altos precios del petróleo no tiene algo que ver en los buenos resultados.
Recientemente, un estudio causó revuelo en Venezuela porque ponía en duda la efectividad de la campaña de alfabetización. El Gobierno de Chávez declaró en octubre de 2005 que, de acuerdo a los estándares establecidos por la UNESCO, Venezuela era un país libre de analfabetismo. Dos científicos estadounidenses y otros dos venezolanos llegaron sin embargo a la conclusión de que la Misión Robinson, dedicada a alfabetizar a los venezolanos, no había mostrado eficiencia alguna.
La falta de transparencia
Los programas sociales no se financian haciendo uso del presupuesto público, sino que su fuente de ingresos procede de un fondo especial que se llena con las ganancias del negocio petrolífero. Nadie, a parte de Gobierno, sabe cuánto dinero se gasta en administración y publicidad.
Corrupción y mala economía
La corrupción, el clientelismo y la mala gestión económica siguen siendo un problema en Venezuela. Los mismos partidarios de las misiones lo reconocen. En los comercios Mercal, la malversación de fondos y los sobornos están a la orden del día. Incluso se llegaron a vender alimentos en mal estado. Con la Misión Hábitat, Chávez prometió construir 150.000 viviendas al año. Sólo se ha logrado una pequeña parte de este gran objetivo. Lo que costó el puesto a más de un ministro de Obras Públicas.
La fidelidad a Chávez se premia
“Quien quiera disfrutar de los regalos de Chávez, tiene que demostrar fidelidad”, se oye decir en los barrios. Quien, por ejemplo, firmó a favor de la destitución de Chávez en el referéndum de diciembre de 2004, se va con los brazos vacíos. “Maisanta”, la tristemente famosa lista de firmas, está todavía en circulación. En las calles de Caracas se puede adquirir sin problemas un CD-Rom con las casi 14 millones de rúbricas. La oposición, por su parte, acusa a Chávez de hacer uso de las misiones para movilizar a los pobres en su favor.
Buenas ideas, aplicación equivocada
Muchos venezolanos consideran positiva la idea en la que se basan las misiones. Pero no todos se benefician de ellas. Un 20% de la población dijo en una encuesta haber participado en la Misión Patria. Pero la Misión Patria no existe. Los críticos se quejan de que la cualificación de los médicos que participan en la Misión Barrio Adentro es deficitaria. Su formación no supera los tres años y sólo son capaces de aplicar medidas preventivas, aseguran. Y al mismo tiempo, la situación en los hospitales no ha mejorado. Siguen faltando medicinas, equipamiento médico y la higiene deja mucho que desear.
Poco sustentable
La financiación de los programas sociales depende de los ingresos del petróleo. Baja el precio del crudo, el sistema se tambalea. Los expertos critican que los programas son una traba a la formación de empleo. El sector informal ha crecido desde que Chávez llegó al poder. 5,2 millones de venezolanos trabajan en clandestinamente.